domingo, 6 de mayo de 2012

Capítulo 38


Esta noche, por una repentina decisión de Mariam, se han quedado todas a dormir en mi habitación. Luz y ella están dormidas como troncos, incluso roncan un poco, pero Stefania y yo no hemos conseguido pegar ojo. Hemos intentado hablar un rato para tranquilizarnos, pero de alguna forma, siempre acabamos hablando del viaje al futuro y poniéndonos aún más nerviosas.
Ahora, después de discutir con la rumana, he conseguido que me deje dibujarla. Centrarme en el papel me ayuda a evadirme, pero ella, sentada en una silla sin moverse, no puede evitar darle vueltas a la cabeza.
La diosa del sueño insistía en que todos debíamos dormir bien, pero creo que es la única tranquila. Cuando fui al baño, sobre las once de la noche, aún se escuchaban voces en la habitación de los chicos. Espero que tanto movimiento no haga sospechar a los mayores de que el viaje de mañana no será simplemente una excursión.
De pronto, Luz, que está compartiendo la cama conmigo, da una vuelta en la cama y golpea la vela que encendí para poder ver lo que dibujaba. Suelta un chillido y se pone en pie de un salto, casi llorando.
-     ¿Qué hacéis, psicópatas? ¿Queríais quemarme viva? –se lame la mano herida como un gatito.
-     ¿Por qué gritáis a estas horas? ¿No os he dicho que durmieseis?
La que faltaba. Como si no hubiese suficiente tensión en el ambiente, se despierta Mariam enfadada. Aunque estaba durmiendo, ella también está nerviosa por el viaje, y es capaz de hacer que nos pongamos a ensayar la forma de hablar a las doce y media de la noche.
Para suerte nuestra, se da la vuelta en el lío de mantas en el que se acostó y no tarda en volver a dormirse. Luz tampoco aguanta mucho rato despierta. Y mi modelo de dibujo, de pronto relajada, se duerme también.

-     Andrea, Andrea, Andrea, Andrea, Andrea, Andrea… ¡¡¡¡Andrea!!!!
-     Ay, ¿Qué pasa?
Me despiertan los gritos de Martina e Isaac, que están a mi lado. No recuerdo cuándo me dormí anoche, pero por mi dolor de cabeza, deduzco que fue bastante tarde.
-     Mariam y Samuel están histéricos. Yo que tú, no les haría esperar mucho más –me dice la chica.
Me levanto y les pido que salgan de la habitación para cambiarme de ropa. Ayer acordamos que iríamos vestidos de “personas normales” hasta que llegásemos a una zona tranquila del pueblo donde poder ponernos la “ropa del futuro”. Ahora escojo un vestido sencillo azul, con dibujos de flores, me calzo mis zapatillas de siempre y voy al baño para asearme un poco.
Abajo, cuando termino de lavarme, encuentro a todos reunidos alrededor de la mesa de la cocina. Stefania y Samuel, nerviosos, ojean los libros que tantas veces repasaron ayer.  Luz está tragando tostadas como si no hubiese mañana. Y, por algún motivo que no llegaré a comprender nunca, Alejandro, Isaac y Martina están subidos en las sillas cantando “Una Chica Yeyé”. Es un espectáculo digno de ver.
-     No te quieres enterar, yeyé… ¡Anda, Andrea! Buenos días –me saluda el primero, interrumpiendo la canción.
-     ¡Menos mal! Si paso diez minutos más escuchando a Álex cantar trozos sueltos de la canción (a Martina e Isaac no los escucho), me habría explotado la cabeza. Come algo, coge tus cosas y vámonos.
Saludo y obedezco a Mariam. A los cantantes les ha dado igual el comentario de la chica y han empezado a imitar a Raphael. Eso, sumado al movimiento continuo de páginas de Stefania y Samuel, y al ir y venir de Kira, que parece igual de nerviosa que nosotros, es bastante estresante.
      No tardamos en coger el tren que nos llevará a nuestro antiguo pueblo, y posiblemente, a descubrir cosas de lo más importantes en esta guerra. Este viaje decidirá el futuro de muchas personas, incluido el nuestro. Por eso, cuando llegamos al pueblo, nos cambiamos de ropa y esperamos a que Alejandro nos lleve al futuro, no puedo evitar dedicar una oración a ese Dios inexistente en el que siempre he creído.
A partir de ahora, sin Ángeles y el resto de adultos, estaremos completamente solos en un mundo desconocido. Por intentar lograr algo de ayuda divina no se pierde nada.
Esto es lo último que pienso antes de aterrizar en una chopera parecida a la que habíamos elegido para realizar el viaje.

--------Nota de Sofía---------
Aquí tenéis el último capítulo de la primera parte de Crónicas de la Pastelera ¿Qué os ha parecido? Abriré una encuesta a la derecha de la entrada, como siempre. 
Al final he decidido que cogeré esta semana de vacaciones, antes de empezar con la segunda parte, a la que he llamado "Que nunca pase el tiempo" 
La publicaré en este mismo blog, con los mismos horarios que hemos tenido hasta ahora (aunque supongo que mi puntualidad seguirá odiándome).
Nada, nos vemos el próximo martes, espero que hayáis disfrutado el capítulo ^^

2 comentarios:

  1. Ha estado genial *----* lo de chica yeye me mató jajajaja A ver, quiero que empiece ya la continuación ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pensé en poner un vídeo de la chica yeye, pero se me olvidó xD Es gracioso imaginarlos bailando, verdad?

      Eliminar