Esta noche, por una repentina decisión de Mariam, se han
quedado todas a dormir en mi habitación. Luz y ella están dormidas como
troncos, incluso roncan un poco, pero Stefania y yo no hemos conseguido pegar
ojo. Hemos intentado hablar un rato para tranquilizarnos, pero de alguna forma,
siempre acabamos hablando del viaje al futuro y poniéndonos aún más nerviosas.
Ahora, después de discutir con la rumana, he conseguido
que me deje dibujarla. Centrarme en el papel me ayuda a evadirme, pero ella,
sentada en una silla sin moverse, no puede evitar darle vueltas a la cabeza.
La diosa del sueño insistía en que todos debíamos dormir
bien, pero creo que es la única tranquila. Cuando fui al baño, sobre las once
de la noche, aún se escuchaban voces en la habitación de los chicos. Espero que
tanto movimiento no haga sospechar a los mayores de que el viaje de mañana no
será simplemente una excursión.
De pronto, Luz, que está compartiendo la cama conmigo,
da una vuelta en la cama y golpea la vela que encendí para poder ver lo que
dibujaba. Suelta un chillido y se pone en pie de un salto, casi llorando.
- ¿Qué hacéis, psicópatas?
¿Queríais quemarme viva? –se lame la mano herida como un gatito.
- ¿Por qué gritáis a estas horas?
¿No os he dicho que durmieseis?
La que faltaba. Como si no hubiese suficiente tensión en
el ambiente, se despierta Mariam enfadada. Aunque estaba durmiendo, ella
también está nerviosa por el viaje, y es capaz de hacer que nos pongamos a
ensayar la forma de hablar a las doce y media de la noche.
Para suerte nuestra, se da la vuelta en el lío de mantas
en el que se acostó y no tarda en volver a dormirse. Luz tampoco aguanta mucho
rato despierta. Y mi modelo de dibujo, de pronto relajada, se duerme también.
- Andrea, Andrea, Andrea, Andrea, Andrea, Andrea… ¡¡¡¡Andrea!!!!
- Ay, ¿Qué pasa?
Me despiertan los gritos de Martina e Isaac, que están a
mi lado. No recuerdo cuándo me dormí anoche, pero por mi dolor de cabeza,
deduzco que fue bastante tarde.
- Mariam y Samuel están
histéricos. Yo que tú, no les haría esperar mucho más –me dice la chica.
Me levanto y les pido que salgan de la habitación para
cambiarme de ropa. Ayer acordamos que iríamos vestidos de “personas normales”
hasta que llegásemos a una zona tranquila del pueblo donde poder ponernos la “ropa
del futuro”. Ahora escojo un vestido sencillo azul, con dibujos de flores, me
calzo mis zapatillas de siempre y voy al baño para asearme un poco.
Abajo, cuando termino de lavarme, encuentro a todos
reunidos alrededor de la mesa de la cocina. Stefania y Samuel, nerviosos, ojean
los libros que tantas veces repasaron ayer.
Luz está tragando tostadas como si no hubiese mañana. Y, por algún
motivo que no llegaré a comprender nunca, Alejandro, Isaac y Martina están
subidos en las sillas cantando “Una Chica Yeyé”. Es un espectáculo digno de
ver.
- No te quieres enterar, yeyé… ¡Anda,
Andrea! Buenos días –me saluda el primero, interrumpiendo la canción.
- ¡Menos mal! Si paso diez minutos
más escuchando a Álex cantar trozos sueltos de la canción (a Martina e Isaac no
los escucho), me habría explotado la cabeza. Come algo, coge tus cosas y
vámonos.
Saludo y obedezco a Mariam. A los cantantes les ha dado
igual el comentario de la chica y han empezado a imitar a Raphael. Eso, sumado
al movimiento continuo de páginas de Stefania y Samuel, y al ir y venir de
Kira, que parece igual de nerviosa que nosotros, es bastante estresante.
No tardamos en coger el tren que nos
llevará a nuestro antiguo pueblo, y posiblemente, a descubrir cosas de lo más
importantes en esta guerra. Este viaje decidirá el futuro de muchas personas,
incluido el nuestro. Por eso, cuando llegamos al pueblo, nos cambiamos de ropa
y esperamos a que Alejandro nos lleve al futuro, no puedo evitar dedicar una
oración a ese Dios inexistente en el que siempre he creído.
A partir de ahora, sin Ángeles y el resto de adultos,
estaremos completamente solos en un mundo desconocido. Por intentar lograr algo
de ayuda divina no se pierde nada.
Esto es lo último que pienso antes de aterrizar en una
chopera parecida a la que habíamos elegido para realizar el viaje.
--------Nota de Sofía---------
Aquí tenéis el último capítulo de la primera parte de Crónicas de la Pastelera ¿Qué os ha parecido? Abriré una encuesta a la derecha de la entrada, como siempre.
Al final he decidido que cogeré esta semana de vacaciones, antes de empezar con la segunda parte, a la que he llamado "Que nunca pase el tiempo"
La publicaré en este mismo blog, con los mismos horarios que hemos tenido hasta ahora (aunque supongo que mi puntualidad seguirá odiándome).
Nada, nos vemos el próximo martes, espero que hayáis disfrutado el capítulo ^^
Ha estado genial *----* lo de chica yeye me mató jajajaja A ver, quiero que empiece ya la continuación ^^
ResponderEliminarPensé en poner un vídeo de la chica yeye, pero se me olvidó xD Es gracioso imaginarlos bailando, verdad?
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