Mariam va analizando todo como los
detectives, dando vueltas alrededor de los mueves y toqueteándolo todo, y ya le
han regañado varios vigilantes de la casa museo.
Ella asiente y pide disculpas, pero en
cuanto estos se alejan vuelve a las andadas, lo que hace reír a Jose y a mí me
enerva bastante. Me preocupa que puedan echarnos por un motivo tan tonto,
porque esta casa es el único lugar en el que podemos buscar información.
Caminamos detrás de nuestro “guía”
hasta legar a un patio central lleno de macetas, bastante parecido a los patios
tradicionales cordobeses, aunque no tiene las paredes tan altas y entra
bastante luz. En el centro hay una higuera cubierta de hojas, aunque sin ningún
fruto. Junto al árbol, hay un banquito de madera. Jose cierra las puertas
cuando los tres estamos en el exterior.
-
¿Qué haces? ¿No iras a intentar robarnos? –Mariam lo
mira con una sonrisa malvada, parece pensar en cómo va a castigarle si nos hace
algo.
Me escondo detrás de ella, asustada. No
tenemos nada que puedan robarnos, así que puede darnos una paliza… o algo peor.
Se acerca a nosotras lentamente, con
aire peliculero y frotándose las manos. Su gesto me recuerda a una mosca y me
da la risa floja, aunque ninguno de los dos se da cuenta. Recupero la seriedad
pronto, no es momento para risas.
-
Claro que voy a robaros. Venga, soltad la pasta, ¡que
soy un loco peligroso! –coge una rama de la higuera y empieza a hacer círculos
en el aire con ella.
-
Vámonos, Andrea. Creo que está fumado…
-
Oye, oye, puede que me guste hacer el tonto, pero no
estoy fumado. Solo quería tomaros el pelo –se ríe. Mariam, pillada por
sorpresa, ríe también.
Aunque la diosa del sueño ha bajado la
guardia, yo aún no estoy tranquila. Es extraño que nos haya encerrado en un
patio sin motivo alguno, y más en un museo. Así lo expreso en voz alta.
-
Con el ataque de risa se me olvidó decíroslo. Esta zona
de la casa está restringida, no pueden entrar los visitantes, pero como os veía
tan ilusionadas… Allí se sentaba Marenka a escribir –señala con la rama al
banco.
-
¡Eso es, Marenka! Que rebuscada es la gente, con razón
no recordábamos el nombre… -me alivia recordar el nombre de la escritora, así
que grito ilusionada.
-
Pero bueno, ¿ni siquiera sabíais cómo se llamaba? Que
tías más raras, venir a ver a una escritora que no conocen… La gente busca a
sus ídolos, ¿sabéis?
Mariam me fulmina con la mirada. Por mi
culpa, se ha notado mucho que no somos fans de la escritora, y si Jose es
curioso, eso nos dará problemas.
Se hace un silencio incómodo, durante
unos segundos solo se escucha el sonido de las hojas mecidas por el viento.
Cuando se rompe el silencio, lo hace con la pregunta de Jose que esperábamos que
no se produjese.
-
¿Qué os traéis entre manos? –más que interesado, parece
preocupado.
-
No es nada… teníamos una curiosidad sobre su último
libro –Mariam planea algo, seguro, si no, no estaría dando tantos detalles-
¿Sabes si podríamos acceder a los documentos originales?
De pronto, interrumpiendo la
conversación, la puerta se abre. Nuestro guía no parece preocupado porque nos
hayan descubierto en un lugar prohibido, pero a nosotras nos va a dar algo.
Subimos a la higuera a toda velocidad, tanto que se me cae una de las
zapatillas.
En tensión, esperamos a que entre
alguno de los vigilantes, pero por suerte no son ellos. De alguna forma, Álex,
Isaac y el resto del grupo han conseguido entrar a la casa museo. Luz saluda a
Jose y después a nosotras, que estamos bajando de nuestro escondite. Me
recoloco la zapatilla mientras Mariam cuenta a los chicos cómo hemos llegado
hasta aquí y que no hemos encontrado nada.
-
Bueno, ¿sabes algo de los documentos originales de
último libro de Marenka o no? –le pregunta al chico del futuro, ante las
miradas sorprendidas de todos.
Isaac se acerca flotando y me pregunta
que si se ha vuelto loca o Jose nos ha amenazado para que le contemos detalles.
Está preocupado por si es un Hirsizlar, pero le tranquilizo diciendo que creo
que la diosa del sueño tiene un plan. No se relaja del todo, pero deja el tema
y dirige su atención hacia el otro grupo.
Allí todos prestan atención al chico
del futuro, que les está diciendo que la escritora quemaba sus originales y sus
apuntes para que nadie pudiese copiar sus historias.
-
Era una vieja realmente paranoica, siempre preguntaba
qué llevaban las comidas y las olisqueaba antes de probarlas. ¿Os he comentado
que era mi abuela?
-
¡¡Tu abuela!! –Martina, Isaac, Stefania y yo gritamos a
la vez, impactados por el descubrimiento. Si Marenka era su abuela y ella tenía
poderes… puede que Jose sea un dios.
Pronto formamos un corro el la esquina
opuesta del patio, y discutimos si debemos hablar con él sobre historias de
dioses. El chico nos mira extrañado, supongo que se pregunta a qué viene tanto
secretismo.
-
Oíd, –nos interrumpe con su típica muletilla- yo a veces
la ayudaba a escribir y sé bastantes cosas… pero prefiero contároslo en
privado. Se lo contaré a aquella, que parece la cabecilla del grupo –señala a
Mariam-, pero vámonos a un sitio con más calma. Que luego ella os pase la
información.
Haciéndose el misterioso, sale del patio
y después del museo, seguido de cerca por nosotros. Cada vez tenemos más
preguntas e Isaac está muy nervioso. Hasta ahora, su instinto de fantasma no ha
fallado, ¿será peligroso este chico del futuro?
-----------Nota de Sofía-------------
¡¡Perdón!! Entre unas tonterías y otras, he subido tardísimo el capítulo. El viernes no estaba inspirada, ayer me olvidé y esta mañana he estado en la piscina de una amiga.
No está mal de largo, y ha sido interesante de escribir, espero q no os decepcione.
Nos vemos el martes ^^
No hay comentarios:
Publicar un comentario