martes, 26 de marzo de 2013

Disculpadme

Llevo mucho tiempo sin escribir, lo sé, pero este año estoy teniendo bastantes problemas. Desde asuntos familiares a notas que bajan repentinamente (aunque al final he podido remontarlas y no he suspendido nada), pasando por mis típicas malas rachas sin sentido, esas que se supone que tenemos todos los adolescentes. 
Por eso, me gustaría pediros que me dejéis un tiempo para arreglar la historia, corregir los fallos y organizar un poco mi mente. No dudéis que me tendréis de vuelta antes de las vacaciones de verano, pero no os puedo dar fechas exactas. 
Espero que podáis perdonarme y comprendáis mi situación.


jueves, 3 de enero de 2013

Capítulo 2.26.


-     ¡Stefania! –grita y, a continuación, empiezan una conversación en rumano mientras los demás las observamos sin saber qué caras poner.
Jara llora durante un buen rato y la rumana dice algo que suena a palabras de consolación hasta que, poco a poco, el fantasma se va calmando. Después, continúan su conversación normalmente como si los demás no existiésemos hasta que Kenshi decide intervenir:
-     Eh, Sonia –confunde el nombre de Stefania como suele ocurrirle con todos- Mi alfombra está ardiendo y me costó un dineral, así que pregúntale a tu amiga si puedo apagar eso –señala los restos del mueble calcinado.
-     Puedes apagarlo, el fantasma ya está aquí –contesta Tamara en su lugar.
Mientras el japonés va a por agua para apagar su querida alfombra, los demás intentamos comunicarnos con Jara. Stefania nos explica que su amiga solo sabe hablar rumano, búlgaro y turco, lo que complicará mucho las cosas. A partir de aquí los demás continúan hablando en el idioma oficial de los dioses para que la nueva pueda entenderles, haciendo que yo quede excluida, pues la vidente se va a explorar el apartamento.
Me pregunto cómo reaccionará Mariam, que tampoco sabe hablarlo. Probablemente se enfadará y dirá que ella no va a adaptarse, que bastante se esfuerza ya ayudándonos con los planes locos de su hermano.
Unos minutos después, Kenshi vuelve de la cocina con un cubo de agua que vuelca donde ya solo quedan cenizas y una pata de la mesa carbonizada. Después, se sienta junto a mí y se pone a mirar al resto fijamente, con cara de estar muy concentrado. Cuando abre la boca, confío en que va a traducirme la conversación, pero mi ilusión no dura mucho:
-     ¿Tú entiendes lo que dicen, Agustina?
-     Me llamo Andrea –le corrijo- Ojalá pudiese entenderles. Si fuese así no tendría que quedarme aquí apartada. Supongo que tú tampoco te enteras de nada… y no nos escucharán si les pedimos que nos traduzcan. Están muy concentrados.
-     No entiendo nada, pero sí puedo hacer que ellos nos hagan caso –le dirijo una mirada interrogante-. Verás, nos vamos a reír mucho.
Dicho esto, el japonés se levanta y coge la pata carbonizada que ha quedado encima del suelo de mármol y se coloca en mitad del círculo en el que están discutiendo los demás con gesto serio. Se cubre los ojos con su largo flequillo oscuro y dice:
-     Miles de pesetas. ¿Vais a hacer que os pague el viaje teniendo en cuenta que me excluís de las conversaciones y me quemáis mi mobiliario? Pagádmelo.
-     ¿Qué estás diciendo, idiota? Esto es mucho más importante que una alfombra y una mesa, Jara tiene mucha información de los Hirsizlar. Sabe incluso dónde está su cuartel general y dónde se fundaron…
Cuando Samuel suelta toda la información de golpe, Kenshi se pone a reír y me guiña un ojo. Desde luego, este muchacho tendría buena mano para la política del futuro, en la que creo que pueden elegir quién manda sobre ellos y los políticos hacen todo lo contrario de lo que dicen.
-     Oh, chicos, yo olvidé presentar –exclama Stefania- Como empezamos a hablar tanto… Ella es Jara, su familia era Hirsizlar y conocer mucha información. Diosa del mar –empieza a hablar en rumano y a señalarnos, pero Samuel la interrumpe.
-     Eh, chicos, ¿por qué no hacemos las presentaciones en casa? Tenemos muchas cosas de las que hablar y sería mejor que estuviésemos todos.
Todos estamos de acuerdo con Samuel, así que agarramos a Álex y volvemos a nuestra época. Si alguien recuerda que con nosotros venía una vidente, no dice nada.
                                                           *
Cuando llegamos a casa, aparecemos en la cocina, donde ya están todos los que faltaban del grupo. Mientras los fantasmas se presentan entre ellos y Stefania pone a los que se quedaron aquí al corriente de la situación, Álex, Samuel y yo nos las apañamos para despegar a Mariam de los fogones.
La conversación en turco se reanuda, esta vez con Luz haciendo de traductora, y todo intervenimos para evitar probar la comida que no pudimos salvar. La ensalada, que la diosa del sueño había terminado antes de que llegásemos, ya está completamente bañada en limón y me alegra tener una excusa para no comérmela.
-     Al parecer, los Hirsizlar se fundaron en Argentina en un pueblo cercano a Buenos Aires sobre el año 1910 –nos dice Luz-. Allí hay un montón de archivos protegidos sobre ellos que no nos vendrían nada mal y… -de pronto, se calla y abre mucho los ojos. Los demás empiezan a gritar como locos.
-     ¿Qué está pasando? –pregunta Mariam, que está muy nerviosa al no poder controlar la situación. Al ver que nadie le hace caso, repite la frase a voz en grito.
-     ¡Joder, dile que no chille! –me pide Isaac, que está también muy alterado- Por lo visto, todavía guarda rencor a los grupos anti-Hirsizlar por haberla matado a ella y a su familia y amigos. Se niega a decirnos dónde está su base y…
-     ¡Isaac! ¡Ayúdame! –le interrumpe Martina, que grita desde el otro extremo de la cocina.
Al parecer, la nueva quiere huir por la ventana y la hermana de Alejandro está intentando retenerla, pero esta tiene más fuerza y la arrastra. Con ayuda del chico fantasma consigue inmovilizarla, pero no nos libramos de sus gritos.
-     ¡Soltadme ahora mismo! ¡Pienso contarle a mi gente dónde estáis y os van a matar a todos!



--------Nota de Sofía-------------
Capítulo corto, lo sé. Tengo mucha prisa, disculpadme.

miércoles, 2 de enero de 2013

Capítulo 2.25.


-     ¡La madre que te parió, niño! Se te da regular lo de conducir entre épocas.
Me despierta la voz poco familiar de Tamara y descubro que, otra vez, he sido incapaz de resistir el viaje en el tiempo. Esta vez hemos aterrizado en un lugar que no conozco, pero que parece ser una ciudad importante por la cantidad de gente y de tiendas que hay. Me extraña que nadie se haya dado cuenta de que hemos aparecido de la nada, pero Álex comienza a hablar con la vidente antes de que pueda preguntar.
-     No te quejes, que no es tan fácil. Además, te he traído al lugar más cercano a Rumanía en el que he estado para que te cueste menos invocarla.
-     ¿Cercano? Chiquillo, no quiero decepcionarte, pero Madrid mucho más cerca de Rumanía que Andalucía.
-     ¿Y yo qué quieres que haga? Teniendo poderes para viajar entre épocas a mis padres no les pareció interesante que conociese la mía.
Se ponen a discutir sobre la importancia del conocimiento del lugar en el que se vive, así que me da tiempo a ver mejor el lugar en el que estoy.
La gente camina rápidamente, sin fijarse mucho en lo que les rodea, y hay más coches que en nuestro pueblecito, pero menos que en 2005. A nuestro lado hay una gran fuente con una escultura de una mujer en un carro tirado por leones que creo haber visto en las fotos del periódico cuando algún equipo de aquí ganó la Liga. Hay también edificios altísimos y miles de tiendas. Aunque no me gusten las grandes ciudades, he de reconocer que Madrid tiene su encanto.
-     Chicos, parad, por favor –interrumpe Samuel la discusión-. Estamos aquí para invocar a un espíritu, no para que vosotros os peleéis y Andrea se quede embobada.
-     Yo lo hago encantada, pero necesitaría que me llevaseis a un lugar más tranquilo. Aquí en medio llamaríamos mucho la atención.
-     Tengo un piso cerca de aquí, pero hace miles de años que nadie lo limpia. Estará hecho un asco –dice Kenshi desde su forma de perro. En este momento agradezco más que nunca que la gente no nos preste atención.
Echa a nadar entre el gentío sin molestarse en volver a su forma original. Parece sentirse cómodo siendo un animal, pero no me explico cómo entrará al edificio teniendo en cuenta que no se puede transformar delante de la multitud.
-     Está bien, eso será útil, pero quiero saber algunas cosas –le dice Stefania. Todos nos sorprendemos de que no se equivoque- ¿Cómo pagas tú un piso en centro de capital? Eso es muy caro –nuestra ilusión se desvanece con el error, dejando paso a la curiosidad.
-     Soy arquitecto, gano dinero a puñados. Siguiente pregunta.
-     ¿Has traído las…
No puedo evitar interrumpir a Stefania. A veces me pregunto si realmente Kenshi está de nuestra parte o viene con nosotros por diversión, y esta situación hace que me decante por la segunda opción.
-     Kenshi, tú eres millonario… ¿¡Se puede saber por qué narices no pagas el viaje a Italia!?
-     No me lo habéis pedido nunca, pero que conste que no me importa hacerlo. De todas formas, probablemente moriré en esta guerra y el dinero se desperdiciará. Pero si sobrevivo te advierto que tendréis que devolvérmelo. Me quedaré en 2005 y compraré un Ferrari.
El descaro del japonés nos deja a todos sin palabras, al igual que el edificio al que nos lleva. La fachada blanca de estilo clásico es altísima y el bloque debe tener al menos diez pisos. Nada más entrar encontramos a un hombre con traje y bigote bastante entrado en años que hace de recepcionista, lo que me hace recordar la casa de Tamara y reír ligeramente.
Una vez en la lujosa entrada, Kenshi vuelve a su forma humana con total naturalidad. Samuel, con cara de espanto, le da un codazo y señala al recepcionista, que nos pira por debajo de sus espesas cejas desde una silla detrás del mostrador.
-     Ah, eso. No pasa nada, Godofredo está ciego –dice tranquilamente el japonés.
-     ¿Es usted, señor Kenshi?
-     El mismo. He venido con unos amigos para limpiar el piso. Luego bajaré un rato a hablar contigo. Buenas tardes.
-     Buenas tardes, señor.
Con la boca abierta seguimos al “señor” por unas escaleras de mármol blanco. Es la primera vez le vemos tratar a alguien con cariño y respeto y no con esa actitud pasota típica de él.

Después de una eternidad subiendo escaleras, llegamos a la quinta planta y nuestro guía abre la puerta con una pequeña llave que saca del bolsillo de su pantalón. Ese gesto de estar siempre preparado hace que recuperemos la impresión que teníamos de él: un tipo retorcido y calculador.
Al entrar confirmamos que Kenshi lleva bastante tiempo sin ir a este piso, pues está lleno de telarañas y polvo. Unos plásticos recubren los muebles del salón, donde nos sentamos sin pedir permiso.
-     Este lugar tiene su encanto. Con tanta mierda parece realmente un buen sitio para invocar fantasmas ¿Tienes velas? –ríe Tamara
-     Tengo un mechero y servilletas, no sé si te vale.
-     Me vale, pero si quemamos algo no es mi culpa. Cierra la ventana y sentaos todos a mi alrededor. Voy a empezar con el hechizo.
Kenshi prende una de las servilletas de papel y los demás obedecemos las órdenes de la vidente, que empieza a murmurar en un idioma extraño.
La atmósfera se va cargando por momentos y el olor a papel quemado se hace más intenso. De pronto, se hace el silencio en la sala. Con miedo miramos a Tamara, que sonríe levemente y se cubre la cara.
Sin motivo aparente, la mesa de madera del centro de la sala echa a arder. Sobre ella, poco a poco se va formando la imagen de una chica joven de aspecto afligido. Nos mira a todos y comienza a llorar.

---------Nota de Sofía-------------
¡Ñaaaaa! Ya echaba de menos escribir con mi ordenador, pero últimamente me daba pereza encenderlo y lo hacía con la tableta. Hay que reconocer que como este teclado no hay otro. Con él es más fácil alargar las notas y haceros sufrir. También os obligaré a que comentéis  ^^
Mañana nos vemos en el último día del Botellón!

martes, 1 de enero de 2013

Capítulo 2.24.

 Pasamos un buen rato caminando por los rincones de este barrio hasta dar con la calle Rodolfo Martín. Me pregunto quién será este hombre, pero al llegar a la entrada de una casa decorada con velas mis pensamientos se alejan del misterioso señor para centrarse en el miedo que me provoca un contacto espiritual. Está claro que esta es la casa de la vidente.  
- ¿Estás asustada, Andrea? -asiento y, por un segundo, me parece ver que el chico sonríe- Todavía falta Álex, así que no podemos hacer nada. De todas formas, creo que es una tontería que ahora te asustes teniendo en cuenta que llevas mucho tiempo hablando con fantasmas.
 - No lo había pensado... Aun así, yo nunca los había llamado. Vienen porque quieren, pero esta vez tendremos que arrastrar a esa pobre chica. Espero que no se ofenda.
 - A mí me preocupa más que la vidente nos estafe o que esa niña no se haya transformado en fantasma. También me resulta algo preocupante que la música de esta época sea tan poco elegante-señala la ventana de una casa cercana, desde la que se puede escuchar una canción que me hace ponerme roja.  
El último comentario del dios del sueño, tan normal, hace que me tranquilice un poco. Sonrío levemente y él llama a la puerta, por la que no tarda en salir una mujer bajita y vieja, con un vestido de lunares de colores que no pega nada con el aura tétrica que su dueña desprende.  
- ¿Qué queréis? -dice, con voz una voz profunda que me recuerda a la de Fernando, sin molestarse en saludar.  
Yo soy incapaz de decir nada, pues la poca simpatía de la señora ha hecho que mis nervios vuelvan. Samuel le explica porqué estamos aquí con la buena educación que siempre ha demostrado, sin ofenderse por el tosco comportamiento de la anciana:  
- Buenos días, señora. Hemos venido a ver a Madame Cosmos para hacer una consulta. ¿Está disponible?  
- Depende del dinero que tengáis. Por cinco euros podéis estar con ella un cuarto de hora.  
Oh, problema. En casa tenemos prohibido tocar el dinero que ganamos si no es el fin de semana para comprar comida barata en el mercadillo, así que ninguno de los dos llevamos nada encima.
Voy a despedirme y a darme la vuelta cuando Samuel me agarra por el brazo y me retiene.  
- Mira, hermanita, llevas los cordones desatados.  
Al principio no entiendo por qué dice eso, si ni soy su hermana ni mis zapatos tienen cordones, pero me doy cuenta cuenta de que solo es un truco para distraer a la portera. Cuando la mujer baja la vista, el dios del sueño le pone una mano en la cabeza y hace que se duerma.  Consigo agarrarla antes de que su nariz impacte con una de las velas y la apoyo contra la pared. Acto seguido, mi acompañante cierra la puerta y echa a andar por un pasillo, indicándome que le siga.  

No nos cuestra encontrar el despacho de Madame Cosmos en la pequeña casa, en la que solo hay seis puertas. La del final del pasillo no deja lugar a dudas: en ella hay unas cortinas moradas con estrellas doradas que parecen ofender al buen gusto de Samuel, que murmura algo sobre bares de carretera.  Llama con educación, pero no espera a que le den permiso para entrar y abre la puerta.
 Al otro lado hay una habitación llena de velas en la que una muchacha joven, vestida con trapos que le tapan la cara, intenta esconder una revista para adolescentes debajo de un cojín sin mucho éxito. Nos mira con cara de aburrimiento y nos indica que nos sentemos en unas sillas forradas con cojines del mismo tejido que las cortinas de la entrada.  
- ¿Puedes hacer algo que valga la pena? No tenemos tiempo que perder. Necesitamos...
 - Sé lo que necesitáis, soy bastante buena en lo mío aunque mi madre no piense eso. Sois la primera pareja que viene a pedirme que invoque a un fantasma en lugar de un hechizo de amor eterno y cosas así. La gente antigua es bastante rara... Dime, ¿a quién tengo que llamar?  
Esta vez es Samuel el que se sorprende oor la cantidad de información que conoce esta muchacha, así que soy yo la que habla. Supongo que el estar ya acostumbrada a que exise gente que puede ver fantasmas y que tiene poderes raros (más que los de los dioses), es una de las causas de mi ataque de valentía:
 - Necesitamos que nos acompañe a nuestra época para poder contactar con la persona a la que buscamos, pero para eso tenemos que esperar a nuestro amigo que es el dios de...
 - Sí, ya sé cómo funciona esto. Vamos rápido a buscar a vuestro amigo, me mata la curiosidad por ver vuestra época -se quita los velos y deja a la vista un vestido largo blanco con flores de tonos pastel que nadie mirará mal en los años 60 y que hace un bonito contraste con su piel oscura.  
 Salimos de la casa los tres juntos después de que la vidente se presente con el nombre de Tamara y deje a la anciana -su abuela- sobre el sofá con ayuda de Samuel. En su compañía, nos cuesta mucho menos orientarnos en el barrio y tardamos menos de diez minutos en estar en casa de Jose.

 Nos alegramos al ver que ya no están las fans de Kenshi, pero nos hace menos gracia encontrar un perro enorme tumbado encima del felpudo mirándonos fijamente. Tiene cara de estar pasándoselo bien al vernos en un apuro, lo que acentúa mis sospechas de que no es normal.
 -Nunca había visto uno de esos huskyes siberianos completamente negro -señala Tamara.
Se acerca al animal y empieza a tirarle de las orejas.  Éste, de pronto, cambia de forma hasta convertirse en un joven japonés y nos saluda a todos muerto de risa, lo que me confirma que está completamente loco. Por la puerta asoma Álex, también riendo, y eso hace que me plantee si sería más cómodo si yo también estuviese loca.    

Una vez dentro, nos explican que han dejado a la mitad del grupo actuando en el pueblo vecino y Kenshi, Stefania y Álex han venido a solucionar lo de la chica fantasma.  Los únicos detalles que la rumana recuerda son que se llamaba Jara, que era dos años mayor que ella y que había nacido en Bulgaria.  No parece mucho, pero Tamara está muy segura de sí misma.
Con esos detalles viajamos todos juntos en busca de la nueva chica y, aunque no me gusta pensarlo, también a despedirnos de nuestra época, tal vez para siempre.

-------Nota de Sofía---------
FELIZ AÑO NUEVO! Cómo va todo? Espero que disfrutáseis mucho de la noche vieja y no os atragantáseis con las uvas. Estoy segura de que este año también compartiremos muy buenos ^^
Hasta mañana!

lunes, 31 de diciembre de 2012

Capítulo 2.23.

 Isaac acaba de entrar en la cocina atravesando la puerta y parece muy nervioso. Insiste en que tiene que hablar conmigo, pero por más que insisto, las chicas no me dejan salir. Aunque ya no hay que hacer nada a parte de lavar las frutas del postre, están muy preocupadas con la idea de "hacer algo que rodo el mundo pensar asqueroso", como dice Stefania.    
-No no puedes dejar solas, no tenemos ni idea de cocina. Lo estropearemos todo y los chicos se enfadarán... -dice Luz, con tono triste cuando llevamos ya vaios minutos discutiendo.  
- ¡Pues que cocinen ellos, que tampoco tenemos por qué encargarnos nosostras!- grito, llegando al límite de mi pacencia.  Salgo acompañada de Isaac, que está algo asustado por mi grito, y en cuanto se recupera se disculpa por haberme estado ignorando. Me dice que no me odia, que solo estaba algo impactado porque la abuela es el único recuerdo que le quedaba de su juventud y que no debo preocuparme.  A pesar de que no me quedo muy tranquila, pues no me termino de creer que está tan afectado por un simple "recuerdo de juventud", lo dejo pasar. Al menos sé que no me odia, y el ambiente festivo dela casa hace que me olvide tanto de los papeles que robé con Álex (cuyo contenido, en realidad, no me parecía correcto mirar) como de los problemas con Isaac. Con el ritmo que llevamos en nuestros planes, no hay tiempo para otros problemas.  
    *  
Así, entre comidas escasas y actuaciones por los pueblos de alrededor, pasan dos semanas. Jose y Kalahari han encontrado trabajo embolsando ajos, con lo que nos sacamos un dinerillo extra.  Pero ahora nos hemos topado con un nuevo problema: Kenshi. O mejor dicho, el atractivo de Kenshi (el cual no veo por ninguna parte)  
Ayer estuvo haciendo un espectáculo con palomas que volaban a su alrededor y unas chicas algo raras se han plantado en la puerta, diciendo que quieren volver a ver a "ese ángel al que aman los pájaros" y Luz se ha puesto celosa y no deja de amenazarlas y gritar con que va hacerlas volar.  Ahora estas chicas la odian porque piensan que les hace la competencia y no permiten que salga de casa, lo que da bastantes problemas, pues sus poderes eólicos son los que más llaman la atención.  
Por otro lado, Samuel y Mariam están muy frustrados, pues el éspectáculo de hipnosis asustaba a la gente y hemos enido que cancelarlo, por lo que solo pueden dedicarse a atraer a la gente al espectáculo gritando.  
Lo que me lleva a Álex e Isaac, que no solo no gritan, sino que no se hablan. Al parecer el problema radica en el dios del tiempo, pero no me quiere explicar lo que le pasa y ha hecho que me enfade con él.  
En resumen, la casa es un caos y nuestros planes han dejado repentinamente de avanzar, lo que hace que los gemelos estén aún más irritados. Ahora mismo, Mariam está gritando a las chicas de la puerta para que dejen salir al grupo que actuará hoy (Kenshi y Luz entre los cinco componentes) y Samuel no deja de golpear la mesa con el bolígrafo, pues no consigue hacer un mapa de los lugares en los que están los tres miembros que faltan. Yo intento colaborar, pero mis conocimientos sobre geografía de mi época ya son batante malos. Mejor no pensar cómo me orientaré en un mapa de 2005.
 Cuando los actores consiguen despejar a las fans de Kenshi, oigo a Martina gritar desde el piso de arriba, donde estaba estudiando geografía italiana con Isaac.  Subo a ver qué está ocurriendo y los encuentro a los dos completamente revolucionados gritando algo de un teléfono y una bruja. Entre los gritos de la chica, él me pide que llame a Samuel. Al parecer han descubierto algo interesante, aunque no encuntro la relación entre un bruja y nuestro viaje.  
El chico tarda solo unos segundos n reunirse con nosotros, ansioso y con el pelo castaño completamente revolucionado. Parece aliviado de haber podido alejarse del mapamundi por un rato.  
- ¿Qué está pasando?  
- Parece que Martina ha descubierto algo,pero no entiendo lo que dice. Está gritándole a Isaac y habla muy rápido... Mejor ahora, gracias -Isaac consigue al fin que la chica se calme.  
- Te explicaré mi plan y, si lo comprendes, se lo vas contando a Samuel -me dice en uno de sus extraños ataques de mal humor la pequeña. Asiento y empieza a hablar:- Mientras Isaac estudiaba esta cosa tan aburrida, he decidido usar mi mente para algo y he pensado que ambos hemos muerto por ataques Hirsizlar y ahora somos fantasmas -no sé a dónde quiere llegar, pero le digo que continúe-. Lo que significa que, al haber muerto por asesinato nuestras almas permanecen en la tierra. Siguiendo esa regla, el alma de la amiga de Stefania que murió en el asalto al camión debería seguir aquí. Si vamos a nuestra época y conseguimos que alguien la invoque no tendremos que molestarnos en volver a los años 60.  
Al comprender el plan de la chica fantasma, nuestras caras se iluminan (incluso la de Isaac, que normalmente está iluminada en sentido literal). Todos estamos realmente ilusionados con el avance repentino de nuestro plan,  y pensar en que sin Alejandro no podremos llevarlo a cabo no nos hace mucha gracia.  Sin necesidad de ponernos de acuerdo, los cuatro salimos de la casa a todo correr.
No podemos esperar a ser doce, aunque tengo que reconocer que me resulta algo molesto pensar en que habrá más chicas fantasmas. Martina ya es bastante problemática.    

Samuel y yo no aguantamos corriendo más de doscientos metros (él, yo no pasé de los cincuenta), así que encargamos a los fantasmas que continúen el recorrido hasta el pueblo vecino en el que están actuando los chicos.
 -Ahora nosotros debemos encontrar a una bruja, pero... ¿dónde se encuentra una de esas?  Y, como llegada del cielo, se nos acerca una gitana ofreciendo romero y tarjetas anunciando "los trucos raros de mi niña, que tiene muncho arte"  
Así acabamos en uno de los barrios más conflictivos buscando la calle Rodolfo Martín para visitar a Madame Cosmos, secuestrarla de alguna forma y llevarla a nuestra época para invocar al fantasma de una desconocida.  
No eran estos mis planes cuando fui a la escuela aquel día que tan lejano parece ahora.

---Nota de Sofía-----
Buenas! Cómo van las vacaciones? Hay que ver lo corto que ha sido este año... Espero que el nuevo sea igual de bueno para todos. Disfrutad mucho de la última noche  de este y tened cuidado con los empachos ;) Nos vemos mañana!

domingo, 30 de diciembre de 2012

Capítulo 2.22

Aterrizamos en la que, antes del incendio, era mi habitación de Casa Morfeo. No hay nadie, pero en la planta baja se oyen muchas voces,por lo que deduzco que estamos en el día de la fiesta de cumpleaños de los gemelos.
 - Anda, es la primera vez que no te desmayas, te estás haciendo mayor -rie Álex,que por algún motivo ha aparecido encima del armario-. Si estás bien, vámonos al cuarto de la abuela. No podemos tardar mucho si no queremos que se de cuenta de que estamos allí. Ese día no dejó de entrar y salir para retocarse el maquillaje.  
- ¿Al dormitorio de Ángeles? ¿Para qué?  
- Para que te tranquilices y se te quite esa cara de funeral. Date prisa.  
Salimos del cuarto sigilósamente, asegurándonos antes de que no hay nadie en el pasillo. Las voces se intensifican cuanto más nos acercamos a las escaleras, por lo que a penas se escucha el chirrido del pomo de la tercera puerta más cercana.  
Cuando los dos estamos dentro,Alejandro cierra con cuidado y enciende una linterna que lleva en el bolsillo, probablemente robada de la casa de Jose.  
La decoración del lugar me deja sin palabras. Es una mezcla bastante recargada de distintas culturas: hay dos estatuillas de un dios indio, máscaras de alguna cultura antigua de América del Sur, máquinas del futuro, una estatua griega o romana de una mujer gorda desnuda... Y todos esos objetos de incalculable valor arderían pocos días después.  
-Venga, no te quedes ahí parada, ayúdame a encontrar una libreta rosa vieja. Cuando estuve rebuscando aquí con Mariam la encontramos en estas estanterías...  
El dios del tiempo mira los diversos volúmenes que ocupan el mueble más grande que he visto en mi vida (quitando la mesa del comedor, en la que deben caber más de 30 personas)      
*
 A pesar de lo estresado que estaba Álex, conseguimos encontrar el cuaderno en menos de diez minutos. Es bastante fino en comparación con los demás volúmenes, que son casi todos de mitología o los libros sagrados de diversas religiones. Está muy estropeado, pero aún se pueden distinguir las palabras escritas con tinta azul. En algunas páginas hay también objetos pegados.  
Mi compañero me lo quita de las manos y empieza a pasar las páginas rápidamente, dejando claro que sabe lo que busca.  Cuando llega a la que quería localizar, bastante abultada por unos documentos más antiguos que el propio diario, la arranca con destreza y me la da, aunque no me permite ver lo que pone. Antes de que me de tiempo a empezar a leer, coloca la libreta en su sitio y hace que volvamos al 2005.  

 Cuando volvemos aterrizamos en la cocina de la casa de Jose, donde Luz y Stefania intentan preparar patatas fritas sin mucho éxito. No parecen darse cuenta de que hemos salido de la nada y me arrastran para que les indique las cantidades de sal y aceite. Con disimulo, paso los documentos a Álex y me centro en la preparación de la comida.  

---------NARRA ALEJANDRO------------
 Ya he terminado la primera parte de mi plan para animar a Andrea. Hay que ver lo bueno que soy, no puedo soportar ver a una señorita sufriendo.  Cuando lea estos papeles se dará cuenta de que en realidad el matrimonio de Isaac y Ángeles es...  
- ¿De dónde has sacado eso? - voy caminando por el pasillo cuando el fantasma me retiene. Intento esconder los papeles, pero ya es demasiado tarde- ¿Por qué tienes tú esos papeles? No tienes derecho a...  
- Para, para, para. No hables tan rápido,que se me olvida lo que dices. Los he sacado del diario de Ángeles de cuando era niña y los tengo porque no me gusta ver a Andrea por ahí  como un alma en pena. Cree que la odias porque estabas enamorado de la vieja, y como tú no le haces caso he tenido que intervenir ¿Contento?
 - ¿Cree que la odio? Yo no... Solo estaba... Tengo que hablar con ella, me ha malinterpretado. ¡Y tú quema esos papeles ahora mismo!  Isaac va corriendo a la cocina, murmurando algo en voz muy baja.
Mientras todo se soluciona y alguno de los dos viene a contármelo (sé que lo harán) pido a Jose un mechero y salgo al patio a quemar los papeles. Confío en que sabrá apañárselas, aunque ese fantasma tiene muy poca habilidad para tratar con las mujeres.  

 No sé en qué momento del año aparecimos aquí, pero calculo que estamos en octubre porque ya hace frío algunos días y anochece temprano. La pequeña hoguera no calienta mucho, y que haya alguien detrás de mí soplandome en el cuello no ayuda mucho.
 - Mira que escena tan dramática. El chico se calienta en una hoguera mal hecha después de que su amor le deje por otro. Ahora tienes que jurar que te vengarás, Armando.  
- Me llamo Álex, Kenshi. Y no sé de lo que estás hablando, además de que no veo nada teatral en quemar documentos matrimoniales en un patio lleno de plantas marchitas.  
- Cierto, este escenario es algo cutre, pero admite que la historia merece la pena. Los romances de una pastelera cuya familia ha sido secuestrada por un grupo criminal. Algún día elegiré un pseudónimo de mujer y lo escribiré. Apuesto a que no lo leerá nadie.  
- ¿Qué dices de romances y pseudónimos? Jose y tú haríais un dúo cómico buenísimo, no decís nada normal nunca.  
- Pues esta vez he acertado y no me lo puedes negar, dios del tiempo. Y, como adulto responsable y maduro que soy, te digo que no dejes que se la quede el fantasma. Lo pasarán mal los dos.  -antes de que pueda contestarle, el japonés entra a la casa con aires de sobrado.
Ese chico solo dice tonterías, pero lo dice tan serio que parece que está diciendo algo normal.  Pero, a pesar de que sé que no se puede tomar en serio a un loco que se sube a los chopos y tira piedras a la gente que ve, no dejo de dar vueltas a sus últimas palabras en todo el día.  De hecho, lo último que pienso anes de drmirme esta noce es: "No me gusta esta sensación, pero creo que ese chico me conoce mejor de lo que yo me conozco".

--------Nota de Sofía--------
Sonará exagerado, pero ya hace un año del estreno de CDLP. Han pasado muchas cosas tanto en la historia como en el mundo real, así que os quiero dar las gracias por seguir aguantándome. Espero que os siga gustanto la historia aunque pase el tiempo.
Hasta mañana ^^

domingo, 2 de diciembre de 2012

Capítulo 2.21.


Camino por la calle junto a Kalahari y Luz.  A unos metros nos sigue el resto del grupo, charlando como si ir luciendo por ahí tus poderes mágicos fuese lo más normal del mundo.
Nadie esperaba que el plan se pusiese en marcha tan rápido y aún no nos ha dado tiempo a asimilarlo, pero intentamos aparentar seguridad. Sobre todo yo, que aún soy una novata, no puedo estar nerviosa mientras realizo mi parte de la función.
-     No sé ustedes, pero yo aún no me explico qué haremos con el resto de miembros del grupo que quedan en esta época. Al menos hay una chica más…
-     ¿Quién sabe? Seguro que Samuel tiene algún plan, es un tipo muy retorcido –contesta Luz a la pregunta del cubano.
Ahora mismo, eso es lo que menos me preocupa. Incluso la idea de que mi poder se descontrole y matar a dos personas en menos de cinco horas (en realidad, también se podría decir que han sido dos personas en cincuenta años, pero depende de cómo se mire), está en un segundo plano. Lo que realmente me preocupa es que Isaac no se ha acercado a mí desde que volvió a casa. He intentado disculparme, pero cada vez que lo hago, Kenshi intenta ligar conmigo y hace que me aparte.
Llegamos a la plaza del ayuntamiento, donde empezará nuestra función y abandono estos pensamientos para concentrarme en el plan.
 Tal y como dijo Samuel, el resto del grupo se para y nosotros seguimos avanzando. Nos colocamos en el centro de la plaza y mis acompañantes empiezan a hacer trucos básicos: Kalahari petrifica algunas hojas que hay en el suelo y Luz hace que el viento forme dibujos con ellas. Mientras, yo grito a la gente que venga a ver el espectáculo. Como predijo Samuel, nadie se acerca a nosotros. Ahora comienza la segunda parte del plan.
Los que se habían quedado parados junto a la calzada, se acercan a nosotros con gesto de curiosidad y nos rodean, haciendo como si fuese un espectáculo muy interesante y extraño. Cada cierto rato, aplauden.
Como no podía ser de otra forma, la masa atrae a más masa. En menos de dos minutos, se nos acercan unas abuelitas que acababan de salir de la iglesia y, para que se nos vea mejor, nos subimos a un banco. Yo sigo gritando, sin empezar aún con mi número.
Sigue llegando gente, atraída por los gritos y los aplausos y, cuando han pasado cinco minutos, puedo contar al menos a dieciocho personas ajenas al grupo. Entonces, decido poner toda la carne en el asador y yo también subo al banco.
Kalahari y Luz paran de moverse y piden silencio. Carraspeo un poco y, nerviosa, repito las palabras que Samuel me hizo memorizar:
-     Señoras y señores, antes de marcharnos queremos mostrarles  nuestro número más espectacular. Si les gusta, agradeceríamos un pequeño donativo –echo una pequeña canastita al suelo, que no tarda en tener algunas monedas cuyo valor desconozco. Después, saco las semillas que me dio Jose del bolsillo de mi delantal.
La gente nos mira con atención. Sé que no puedo fallar y me pongo algo nerviosa, pero consigo hacer lo que estaba planeado.
Lanzo las semillas al aire y Luz hace que dancen en frente de nuestro público. La gente se aparta asustada. De pronto, las semillas están a punto de caer sobre Mariam y ejecuto la segunda parte de mi actuación: las convierto en flores de jazmín. El público aplaude entusiasmado cuando las flores, atraídas por los poderes de Luz hasta los pies de Kalahari, se convierten en piedra y caen pesadamente al suelo. Los tres hacemos una reverencia cogidos de las manos mientras la canasta se va llenando.
Despedimos a la gente y agradecemos su donativo. El plan ha salido a pedir de boca y estamos muy orgullosos. Incluso un par de chicas adolescentes se acercan a pedirnos el truco, pero cuando Kenshi empieza piropearlas huyen despavoridas.
Cuando el resto del grupo ya se ha alejado, Kalahari recoge la cesta y empieza a contar lo que hemos sacado. Hay un billete azul grisáceo, varias monedas plateadas grandes y otras un poco más pequeñas doradas. Las cobrizas se cuentan a miles.
Un poco antes de llegar a la casa, el cubano grita muy ilusionado y nos explica que hemos conseguido quince euros. No se da cuenta de que no conocemos el valor de quince euros y sigue corriendo hasta llegar a nuestro objetivo.
Cuando llegamos nosotras, unos minutos después, nos encontramos al resto del grupo abrazado y gritando. Solo Isaac y Martina se han quedado al margen, así que les preguntamos a ellos qué está ocurriendo. Por desgracia para mí, nos contesta la pequeña:
-     ¿Recordáis que Jose se quedó aquí investigando precios de minibuses? –asentimos- No solo ha encontrado eso, también a encontrado a la diosa que quedaba en esta época. Juntamos eso con los quince euros en una hora y mirad lo que se monta
Los demás paran de saltar, pero siguen conversando a voz en grito y haciendo planes, así que nosotras continuamos interrogando a Martina:
-     ¿Y a qué sitio lejano tendremos que ir a buscarla? No me gusta mucho viajar…
-     A ninguno, nos pilla de paso. Parece ser que la madre conocía a la familia de la tía esta rara –me hace gracia ver que las expresiones bordes de Mariam se han pegado a las dos más jóvenes del grupo- y, cuando su hijo le ha contado lo de la investigación, le ha hablado de una turca que vive en Italia. Es parecida a la del libro, tipo Kenshi, cerrada y retorcida.
-     ¿Otra más? Nos van a amargar la existencia, con lo bien que estábamos al principio –interviene Álex, que se ha acercado a nosotras sin que nos demos cuenta-. Cambiando de tema… ¿Te vienes a dar un paseo, Andrea? Esta gente está muy revolucionada, me agobian.
Acepto. En un primer momento, me extraña que Alejandro se agobie por un ambiente festivo, pero después me doy cuenta de que es solo una excusa para dejar la habitación y quedarse a solas conmigo.
Avisa a voces de que vamos a dar una vuelta y, sin esperar a que nos contesten, me arrastra fuera de la casa y me obliga a sentarme en los escalones del porche. Él se sienta enfrente de mí, en el suelo, y me mira fijamente a los ojos.
-     Estás preocupada por Isaac –afirma.
Si hubiese preguntado cualquier otra persona, probablemente habría hecho como si eso no fuese cierto, pero me es imposible mentirle al dios del tiempo.
-     Mucho. No me habla desde el incidente con Ángeles  y no tengo claro por qué. Ya sé que fueron amigos cuando él estaba vivo y que...
Álex me interrumpe:
-     No fueron amigos, estaban prometidos. Pensaba que lo sabías y que por eso estabas tan triste.
No consigo responder, me encuentro en estado de shock. Isaac nunca me había contado nada de su relación con Ángeles, siempre había evitado el tema. Y ahora, de repente, Alejandro me sale con esto.
-     ¿Estás bien? Te has quedado blanca.
Y, por segunda vez en menos de un minuto, soy incapaz de mentirle:
-     No, me va a dar algo. Lo digo en serio.
Si esperaba unas palabras tranquilizadoras o un abrazo por su parte, me equivocaba profundamente. Lo único que hace es cogerme de la mano y, sin avisar, realizar unos de sus viajes en el tiempo. Esta vez, ya sea por el susto o por la tranquilidad del viaje, permanezco despierta y noto como su mano no suelta en ningún momento la mía. 

------------Nota de Sofía--------------
Aquí me tenéis de nuevo, con otro capítulo sin corregir y algo más corto que el anterior. Comprendedme, estoy en época de exámenes y me mente no da para mucho más. 
Para compensaros, quería anunciar la sorpresa de la que os hablé la semana pasada. En la imagen tenéis toda la información ;)
Para más información, ya sabéis dónde contactar conmigo. Si no, solo tenéis que mirarlo arriba, en el apartado "La autora"