viernes, 30 de diciembre de 2011

Capítulo 1

Una vez cada cierto tiempo puedo permitirme ir a la escuela. Estas ocasiones son raras, normalmente tres o cuatro veces al año. El resto de los días tengo que quedarme en la panadería-pastelería de mis padres haciendo panes y, en casos especiales, pasteles. Cuando un día vendemos mucho, al día siguiente mis padres me permiten ir a la escuela. Esas cantidades tan grandes solo se venden en casos muy excepcionales: cumpleaños de gente rica y Navidad.

 Hoy es uno de esos días especiales. Ayer celebró su cumpleaños la hija del alcalde y nos compraron tres bandejas de pasteles que, por cierto, hice yo. Mis padres se alegraron mucho y me dieron permiso para que hoy acudiese a la escuela.

Este lugar me gusta mucho, tiene un patio con muchos árboles y las aulas huelen a papel viejo... además, es uno de los pocos edificios que no han quedado dañados en la guerra.

 Miro al resto de la clase, ya estamos casi todos (no creo que vengan regularmente más de doce personas). Solo estamos tres chicas, así que sospecho que no encontraré muchas amigas. Aunque las conozco de vista, apenas he tratado con ellas y como las dos son hijas de gente adinerada (una es la hija del alcalde, la otra es nieta de un teniente muy importante) no creo que quieran tener relación con una simple panadera.
  Ahora entran dos chicos (la escuela es mixta,  no hay tantos alumnos como para montar dos escuelas). Se sientan en el banco que hay a mi dos filas a mi izquierda y empiezan a revolver en sus maletines. Reconozco al que está más a la derecha, es hijo de Fernando el Codorniz. Me quedo observando al otro chico, que no me suena de nada hasta que me doy cuenta de que en realidad es una mujer. Hace mucho que no la veía y se ha cortado el pelo, pero es la otra hija del Codorniz, estoy segura.

Entra la maestra y los que estamos en la clase nos callamos, salvo por el murmullo de los gemelos, que mencionan algo de que la maestra es nueva. La miro con detenimiento y reparo en que yo tampoco la conozco. Dudo que sea del pueblo, si no la habría visto alguna vez en la pastelería.

La estoy observando para preguntar a mi madre si la conoce cuando siento una especie de mareo, como si todo diese vueltas. Para cuando me quiero dar cuenta, hay un chico sentado a mi lado, abanicándome con un cuaderno.

-Te ha dado un patatús -me dice riendo.

Le miro con cara de curiosidad y voy a preguntarle quién es (no me suena de nada) cuando la maestra pide silencio y empieza a presentarse.

 Sospecho que hoy va a ser un buen día, todo parece maravilloso. Estoy en un lugar agradable, aprendiendo cosas... pero el día no ha hecho más que empezar.
Andrea Cerezo, la protagonista.




--------------Nota de Sofía Lima----------------
¡Feliz Navidad, gentecilla! ¿Cómo van las vacaciones? Espero haberlas mejorado con el primer capítulo de Crónicas de la Pastelera.
Puede que el primer capítulo sea corto y un poco soso, pero ya sabéis que acostumbro a empezar así. Espero no espantar a los posibles lectores.
Bueno, lo típico, os pido que comentéis en el blog, en mi tuenti o en la página de tuenti. Si tenéis alguna queja, solo tenéis que decirlo y veré lo que puedo hacer.
Feliz Año Nuevo por adelantado.

---------------Nota de Andrea Xie----------------
Queridos lectores soy la dibujante Andrea Xie, gracias por ver el dibujo y leer el capítulo.
Si no les han gustado comentádmelo y lo haré mejor.
Es la primera vez que hago esto y por eso lo he escrito corto, porque no sabía que deciros.
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS!

lunes, 5 de diciembre de 2011

Reseña de la historia

Imagina, por un momento, que has nacido después de una guerra, en una época en la que los niños agradecían poder ir a la escuela.
Imagina que es uno de los días más felices de tu vida, que has podido salir del trabajo para ir un rato a la escuela.
Imagina que estás muy ilusionado por todo lo que has aprendido y, al volver a casa no hay nadie.
Imagina que recuperar a tus seres queridos depende de ti, y que esta misión te ciega tanto que no puedes ver lo que ocurre a tu alrededor.
Imagina que eres Andrea Cerezo.
Imagina que tu historia se escribe bajo el título "Crónicas de la Pastelera"