Todos miramos con atención al nuevo del grupo, esperando a que nos
cuente algo sobre sí mismo, pero su primer comentario deja mucho que desear:
-
¡Que pestazo a lejía tenéis aquí montado! ¿Qué pasó
aquí, montaron una fiesta y derramaron la sangría? –señala una mancha roja en
las cortinas.
-
Se supone que ibais a limpiar… -gruñe Jose con tono
amenazante- En cuanto esto se aclare un poco, os quiero frotando las cortinas
hasta que las dejéis como nuevas u os entregaré yo mismo a los Hirsizlar.
-
¿Hirsizlar? ¡No pronuncies ese nombre maldito, muchacho!
Ese grupo ya está disuelto, mejor olvidarlos, dieron muchos problemas.
-
¿Y cómo pretendes que los llame? ¿Los-que-no deben-ser-nombrados, como Lord Voldemort? –contesta nuestro anfitrión.
Se enfrascan en una conversación sin
sentido sobre maldiciones extrañas y actores de películas que no conocemos.
Álex y Martina intentan recordar detalles sobre el tema, pero tampoco ellos
tienen mucha información. Solo consiguen decirnos que los chicos están hablando
de una saga de libros muy famosa en esta época.
Mariam, que no soporta verse excluida
de la conversación, y más aún cuando esa conversación no debería estar teniendo
lugar, se levanta de la mesa sobre la que estaba sentada y tira del pelo a
Jose, que la mira enfadado.
-
¿Qué se supone que estáis haciendo hablando de lechuzas
que llevan cartas? Esta gente no distingue un búho de una paloma… Y, por si no
os dais cuenta, nadie se está enterando de lo que decís.
-
Que chica con tanto carácter, ustedes dos acabaran
casándose –dice Kalahari, haciendo como si mirase el futuro en una bola mágica.
-
¡Tú! Deja de decir estupideces –Mariam se da la vuelta,
con la cara roja como un tomate.
Nuestro anfitrión, más nervioso que
Mariam si cabe, cambia rápidamente de tema y explica la situación al chico
nuevo. Empieza por el secuestro de mis padres y acaba con la pelea en su casa.
Se queja de que alguien destrozó de un golpe un gato chino que había robado en
una tienda de Veinte Duros. No olvida hablarle de la historia que escribió su
abuela, la cuál nos trajo hasta esta época.
Al parecer, Jose y Kalahari ya se
conocían de una fiesta que había organizado un tío abuelo del primero. Hacía
mucho tiempo que no se veían, pero la descripción del libro describía a alguien
de carácter y aspecto bastante parecidos a los del chico. Stefania nos lee el
fragmento:
-
“Nueve eran antes de que apareciese él. Cinco mujeres y
cuatro hombres hasta que llegó el que equilibraba la balanza. De pelo oscuro y
tez morena, nacido en el Caribe, llegó el décimo miembro del grupo. Pese a su
carácter alegre e infantil, el sería el que decidiría si la venganza se cumplía
o no” –concluyó con dificultad.
Cuando la chica habla sobre su exótico
origen, las pequeñas del grupo se lanzan a hacer preguntas. Martina me utiliza
a mí para formularlas, por lo que me gano una colleja de parte de Samuel. Es
extraño que el más diplomático del grupo se haya puesto así, tiene que estar
realmente preocupado.
-
¿Solo sois capaces de preocuparos por los detalles
tontos? Ahora mismo no importa cómo son las playas de Cuba –les regaña Álex- Al
parecer, depende de Kalahari que podamos vencer o nos a los Hirsizlar, no es
algo para tomarse a broma.
-
¿Pero están ustedes seguros de que este libro es
verídico? –el cubano parece desconfiado- Yo no valgo para mucho, solo puedo
abrir grietas en el suelo y crear bichos de piedra.
-
Poderes con lo que Martina y Alejandro habrían alucinado
de pequeños –ríe Mariam, desviándose del tema. Ella también se gana un golpe de
parte de Samuel.
Mientras los demás discuten sobre lo que se
podría hacer con un poder así, Stefania y yo seguimos ojeando el libro. Es el
primero que encuadernaron, se lo regalaron a la familia de la autora cuando
salió a la venta. Contiene algunas anotaciones escritas a mano, pero Jose dijo
que no sabía de quién eran. Samuel no tarda en unirse a nosotras, viendo que no
puede hacer que los demás se concentren.
-
Oye, Jose… ¿Crees que alguien de tu familia sabrá quién
ha escrito esto? –interrumpe Samuel al chico, que estaba hablando de las
palomas que defecan en los monumentos importantes.
-
Si alguien sabe algo es mi vieja. Yo no tengo ni puta
idea.
-
¿No podríamos hacerle una visita? –pregunta Stefania,
dando a entender que quiere que nos guíe.
-
Ve si te hace ilusión. Es la casa tres de la calle de
atrás. Venga, fus, fus –hace como si fuese un gato- déjanos seguir con nuestra
conversación.
Sin contestar al chico, salimos de la
casa. Parece que somos los únicos interesados en la investigación, aunque poco
después de salir se nos unen Álex e Isaac. Dicen que no se habían dado cuenta
del giro que había dado la conversación.
Nos equivocamos de casa una vez, fuimos
a la calle de delante en vez de a la de atrás. Estos pueblos del futuro no hay
quien los entienda. A fuerza de dar vueltas, damos con la casa correcta y
llamamos a la puerta.
La sorpresa no puede ser más grande al
ver quien nos abre la puerta. La madre de Jose no tiene ningún parecido con su
hijo. En realidad, tiene la misma cara que los gemelos.
-----------Nota de Sofía-----------------
¡Cuántos milenios sin hacer esto! ¿Me echabais de menos? Tengo casi más trabajo en vacaciones que durante el curso, ya veis.
Me he currado este capítulo, le llevo dando vueltas al final toda la semana. No sé si desvelar el motivo de ese parecido en el próximo capítulo o no, ya veré lo que hago. Mientras tanto, imaginad lo que queráis y dejad algún comentario.
¡Pasadlo bien y tened cuidado con las quemaduras!