lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 2.11.


Todos miramos con atención al nuevo del grupo, esperando a que nos cuente algo sobre sí mismo, pero su primer comentario deja mucho que desear:
-     ¡Que pestazo a lejía tenéis aquí montado! ¿Qué pasó aquí, montaron una fiesta y derramaron la sangría? –señala una mancha roja en las cortinas.
-     Se supone que ibais a limpiar… -gruñe Jose con tono amenazante- En cuanto esto se aclare un poco, os quiero frotando las cortinas hasta que las dejéis como nuevas u os entregaré yo mismo a los Hirsizlar.
-     ¿Hirsizlar? ¡No pronuncies ese nombre maldito, muchacho! Ese grupo ya está disuelto, mejor olvidarlos, dieron muchos problemas.
-     ¿Y cómo pretendes que los llame? ¿Los-que-no deben-ser-nombrados, como Lord Voldemort? –contesta nuestro anfitrión.
Se enfrascan en una conversación sin sentido sobre maldiciones extrañas y actores de películas que no conocemos. Álex y Martina intentan recordar detalles sobre el tema, pero tampoco ellos tienen mucha información. Solo consiguen decirnos que los chicos están hablando de una saga de libros muy famosa en esta época.
Mariam, que no soporta verse excluida de la conversación, y más aún cuando esa conversación no debería estar teniendo lugar, se levanta de la mesa sobre la que estaba sentada y tira del pelo a Jose, que la mira enfadado.
-     ¿Qué se supone que estáis haciendo hablando de lechuzas que llevan cartas? Esta gente no distingue un búho de una paloma… Y, por si no os dais cuenta, nadie se está enterando de lo que decís.
-     Que chica con tanto carácter, ustedes dos acabaran casándose –dice Kalahari, haciendo como si mirase el futuro en una bola mágica.
-     ¡Tú! Deja de decir estupideces –Mariam se da la vuelta, con la cara roja como un tomate.
Nuestro anfitrión, más nervioso que Mariam si cabe, cambia rápidamente de tema y explica la situación al chico nuevo. Empieza por el secuestro de mis padres y acaba con la pelea en su casa. Se queja de que alguien destrozó de un golpe un gato chino que había robado en una tienda de Veinte Duros. No olvida hablarle de la historia que escribió su abuela, la cuál nos trajo hasta esta época.
Al parecer, Jose y Kalahari ya se conocían de una fiesta que había organizado un tío abuelo del primero. Hacía mucho tiempo que no se veían, pero la descripción del libro describía a alguien de carácter y aspecto bastante parecidos a los del chico. Stefania nos lee el fragmento:
-     “Nueve eran antes de que apareciese él. Cinco mujeres y cuatro hombres hasta que llegó el que equilibraba la balanza. De pelo oscuro y tez morena, nacido en el Caribe, llegó el décimo miembro del grupo. Pese a su carácter alegre e infantil, el sería el que decidiría si la venganza se cumplía o no” –concluyó con dificultad.
Cuando la chica habla sobre su exótico origen, las pequeñas del grupo se lanzan a hacer preguntas. Martina me utiliza a mí para formularlas, por lo que me gano una colleja de parte de Samuel. Es extraño que el más diplomático del grupo se haya puesto así, tiene que estar realmente preocupado.
-     ¿Solo sois capaces de preocuparos por los detalles tontos? Ahora mismo no importa cómo son las playas de Cuba –les regaña Álex- Al parecer, depende de Kalahari que podamos vencer o nos a los Hirsizlar, no es algo para tomarse a broma.
-     ¿Pero están ustedes seguros de que este libro es verídico? –el cubano parece desconfiado- Yo no valgo para mucho, solo puedo abrir grietas en el suelo y crear bichos de piedra.
-     Poderes con lo que Martina y Alejandro habrían alucinado de pequeños –ríe Mariam, desviándose del tema. Ella también se gana un golpe de parte de Samuel.
 Mientras los demás discuten sobre lo que se podría hacer con un poder así, Stefania y yo seguimos ojeando el libro. Es el primero que encuadernaron, se lo regalaron a la familia de la autora cuando salió a la venta. Contiene algunas anotaciones escritas a mano, pero Jose dijo que no sabía de quién eran. Samuel no tarda en unirse a nosotras, viendo que no puede hacer que los demás se concentren.
-     Oye, Jose… ¿Crees que alguien de tu familia sabrá quién ha escrito esto? –interrumpe Samuel al chico, que estaba hablando de las palomas que defecan en los monumentos importantes.
-     Si alguien sabe algo es mi vieja. Yo no tengo ni puta idea.
-     ¿No podríamos hacerle una visita? –pregunta Stefania, dando a entender que quiere que nos guíe.
-     Ve si te hace ilusión. Es la casa tres de la calle de atrás. Venga, fus, fus –hace como si fuese un gato- déjanos seguir con nuestra conversación.
Sin contestar al chico, salimos de la casa. Parece que somos los únicos interesados en la investigación, aunque poco después de salir se nos unen Álex e Isaac. Dicen que no se habían dado cuenta del giro que había dado la conversación.
Nos equivocamos de casa una vez, fuimos a la calle de delante en vez de a la de atrás. Estos pueblos del futuro no hay quien los entienda. A fuerza de dar vueltas, damos con la casa correcta y llamamos a la puerta.
La sorpresa no puede ser más grande al ver quien nos abre la puerta. La madre de Jose no tiene ningún parecido con su hijo. En realidad, tiene la misma cara que los gemelos.

-----------Nota de Sofía-----------------
¡Cuántos milenios sin hacer esto! ¿Me echabais de menos? Tengo casi más trabajo en vacaciones que durante el curso, ya veis. 
Me he currado este capítulo, le llevo dando vueltas al final toda la semana. No sé si desvelar el motivo de ese parecido en el próximo capítulo o no, ya veré lo que hago. Mientras tanto, imaginad lo que queráis y dejad algún comentario.
¡Pasadlo bien y tened cuidado con las quemaduras!

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 2.10.


Intento sacar más información a los chicos, pero Álex dice que si me cuenta todo “perderá la gracia” y no he conseguido que me diga nada. Obliga a Isaac a que salga de la habitación y no me cuente nada y bajan los dos juntos al salón.
No doy más vueltas al tema. Me duele la cabeza y no me apetece demasiado pensar, así que intento relajarme y seguir durmiendo. Lo veo complicado, después de todas las emociones que he vivido durante el día y de las cosas que me han contado Alejandro e Isaac. Aun así, no tardo más de diez minutos en estar completamente dormida.

-     Andrea. Andrea. Andrea. Andrea. Andrea… -me parece oír la voz de Samuel, pero no consigo abrir los ojos. A lo mejor es un sueño.
-     Tío, pareces un disco rayado –oigo decir a otra persona de voz más grave-. Verás como yo no tardo tanto en despertarla
Alguien me sacude con fuerza y voy abriendo los ojos lentamente. Ante mí están Jose y Samuel, que parecen llevar despiertos un buen rato. El segundo parece molesto con los modales del chico del futuro, pero no replica y se limita a saludarme con la mano.
Su hermana entra a la habitación con un rollo de vendas en una mano y un desinfectante en la otra. Mira a los chicos y hace n exagerado gesto de espanto. Se acerca a la cama, suelta las cosas y les arrastra fuera de la habitación. Cuando ha cerrado la puerta, grita:
-     ¿Qué estabais haciendo aquí? ¡Que solo lleva un camisón, pervertidos!
No había reparado en mi ligereza de ropa, pero me sonrojo al oír a Mariam.
Se acerca a mí y sin saludarme siquiera, empieza a quitar el vendaje de mi brazo. Trabaja con cuidado, pero con cara de asco. Parece que la sangre no le agrada demasiado, pero según me dijeron la noche anterior la herida estaba cosida y la hemorragia se había detenido. De pronto, comienza a hablar:
-     Es extraño que el borde ese no nos haya echado ya, con la de vendas que le estamos gastando. Y eso por no hablar de la comida, el estropicio del salón y que le hicimos ir a casa de su madre a por el camisón. Al final va a tener buen corazón y todo.
-     ¿No será que está empezando a gustarte? –contesto sonriente.
La diosa del sueño despega la vista de mi brazo herido y me dedica una mirada asesina. Está algo colorada, no sé si de ira o de vergüenza.
-     Vuelve a decir algo así y te clavo las uñas en la herida. Sabes que soy capaz.
-     Oh, perdona. Solo era una broma…
No me contesta y continúa su labor. El brazo está algo hinchado y me duele cuando aprieta la venda, pero no me quejo. Parece que Mariam no está hoy de muy buen humor. Me pregunto a qué viene esa antipatía hasta que reparo en la ropa que lleva puesta.
Por extraño que resulte, lleva puesto un vestido. Es larguísimo, le llega casi por los pies, pero sea como sea no es un pantalón  ¿Quién la habrá convencido para que se lo ponga?
Estoy tan concentrada intentando comprender la situación que no me doy cuenta de que ha terminado de curarme. Ahora me mete prisa para que coja un vestido que hay encima de la mesita de noche.
Al ver el vestido comprendo mejor lo ocurrido. Esta prenda me la regaló mi hermano por mi decimo sexto cumpleaños, pero se quedó en la pastelería cuando me trasladé a Casa Morfeo. El que lleva Mariam es uno de mi madre, por eso le está tan grande. ¿Para qué habrán ido a mi casa?
Me visto con cuidado para no hacerme daño y justo cuando he metido el brazo herido en su manga correspondiente, alguien llama a la puerta. La diosa del sueño se sobresalta como cuando un perro escucha un tiro y, sin esperar a que me ponga los zapatos, me coge del brazo bueno y baja corriendo las escaleras. Me cuesta seguirle el ritmo, pero consigo llegar a la planta baja sin caerme.
Todos están agolpados delante de la puerta y Jose intenta abrirse paso para llegar a ella a través del estrecho pasillo. Abre dando varias vueltas a una llave y quitando un cerrojo, unos segundos en los que todos están muy nerviosos. Supongo que el visitante es el nuevo miembro de nuestro grupo, pero aún estoy medio dormida y no soy capaz de emocionarme tanto como ellos.
Cuando se abre la puerta, la luz inunda el pasillo en el que todos estamos, haciéndonos entornar los ojos. En la puerta hay un chico más o menos de la edad de Álex, de pelo rizado y piel oscura.
-     ¡Hola! ¿Qué tal andan? Yo soy Kalahari, hijo de los dioses de las piedras –se presenta con un extraño acento.
-     Pasa, amigo. Están un poco impactados, pero es que vienen del año de la polca y no están acostumbrados a ver gente de color.
-     Tiempos de dictadura, que cosa tan terrible.
Entra en la casa y se sienta en el salón con todos nosotros. Tenemos que hacerles muchas preguntas sobre el tiempo en el que ellos viven, tanto a Kalahari como a Jose. Desde luego, es demasiado diferente a nuestra época.

------------Nota de Sofía-----------------
Es muy corto, lo sé, pero tengo mucha prisa. Disculpad.

jueves, 5 de julio de 2012

Capítulo 2.9.


“Ay, me duele todo el cuerpo… ¿Por qué está todo tan oscuro? ¿Qué ha pasado? Recuerdo que me hice una herida terrible en el brazo ¿Estoy muerta?”
Se me hace un nudo en la garganta. Empiezo a patalear y a gritar. Hay algo enredado en mis piernas, que no me permite moverme. ¿No será que no tengo piernas? Las de Isaac son prácticamente invisibles, pero si soy como Isaac, es que estoy muerta. Y yo no quiero estar muerta. Dejo de moverme y me pongo a llorar desconsoladamente ¿Por qué mi vida ha terminado tan rápido?
-     Hey, tú, ¿que narices haces dando esos berridos a las dos de la mañana? Haz el favor de callarte o te echo a la calle –sin que yo me diese cuenta se ha encendido una luz. A mi lado hay tres personas que soy incapaz de reconocer. No veo bien a causa del llanto.
-     No seas borde con ella, la has asustado aún más. Hey, tranquila, está perfectamente viva –una de las figuras se acerca a mi y me revuelve el pelo.
-     ¿Estás bien? –me pregunta la tercera, que se ha sentado delante de mí. Me doy cuenta de que estaba tendida en una cama.
Empiezo a ver con claridad. La figura malhumorada era la de Jose, que se dirige al pasillo y se va sin despedirse, bostezando con fuerza. El que me ha revuelto el pelo es Álex, que tiene un moratón en la cara y lleva unas ropas demasiado grandes para él. Y el último es Isaac, que me mira con preocupación.
Otra vez se me saltan las lágrimas, en esta ocasión por el alivio de ver que sigo viva.
-     ¡Isaac! ¡Álex! Me he asus-asustado mu-mucho… Creía que me ha-había muerto… No sentía los pi-pies...
Se sientan cada uno a un lado de la cama, el fantasma a la izquierda y Alejandro a la derecha. El humano deslía una manta que tenía enrollada en las piernas, mientras que a Isaac le da un ataque de risa.
-     Oye, no seas cruel con ella, pareces Jose –se burla el primero.
-     Es que lo de los pies es muy curioso –ríe de nuevo- ¿Qué tiene eso que ver con estar muerto? Yo tengo pies.
El chico fantasma intenta subir los pies a la cama, pero con la risa no lo consigue. Esto hace que cada vez suelte más carcajadas. Me alegra verle tan contento, pero espero que Jose no pueda oírle. Si no, vendrá y se pondrá a gritarnos otra vez.
-     Ay, que mal… creo que voy a volver a la edad del pavo…
-     Pavo no, avestruz, que es más grande –contesta Álex. Después, se dirige a mí:- ¿Estás bien o necesitarás algún medicamento? Tendrás que ver cómo ha avanzado la ciencia en estos años…
-     Estoy un poco mareada, pero podré sobrevivir. No quiero molestar más de la cuenta a ese antipático –señalo con la cabeza la puerta por la que ha salido el chico del futuro-. Pero estoy un poco desorientada, ¿qué pasó después de que me desmayase?
Isaac, ya recuperado de su ataque de risa, empieza a explicarme lo ocurrido:
-     Por poco te desangras en el salón, tendrías que haber visto la que montaron para limpiar. Como no te podíamos llevar a un hospital, Alejandro te cosió la herida y te la desinfectó. Luego te trajimos aquí. No hace mucho que te cambiamos el vendaje, la herida sangra cada vez menos.
-     Oh, ¿eso es cierto, Álex? Muchísimas gracias, te debo la vida –no recuerdo nada, pero no creo que Isaac esté mintiendo.
-     Este… sí, bueno… -se da la vuelta, pero no antes de que me dé cuenta de que se ha sonrojado- Eso no es lo importante, pero este despistado se deja los mejores detalles ¡Hemos encontrado a otro de los dioses, que corresponde a la descripción que sale en el libro!

-----------Nota de Sofía-----------
¡Buenas, gentecilla! ¿Cómo van las vacaciones? Espero que bien.
Éste capítulo ha quedado un poco corto, pero en el próximo tendré que dar mucho detalles sobre el nuevo personaje y compensará. Aún no sé cómo llamarlo, aunque he pensado en utilizar el nombre de uno de los personajes de mi historia favorita (de las que yo he escrito). 
No me enrollo más, que paséis unas buenas vacaciones.

PD: Sé que no sirve de mucho, pero quería aprovechar la nota para desear suerte a los que se están viendo afectados por el incendio de Valencia. Muchísima suerte, estoy con vosotros.