domingo, 29 de abril de 2012

Capítulo 35


Pasa el resto del día entre idas y venidas de Mariam y Luz a la ciudad para compra “provisiones”. La pequeña se lo ha tomado más bien como una excursión y ha estado preparando bocadillos y mantas para poner la comida si paramos en el campo. También ha comprado una pelota para jugar. En cambio, la diosa del sueño ha preparado fotos de Ángeles, Jean, mi madre y otros dioses y las ha puesto en un álbum.
Los mayores nos miraban extrañados por tanta actividad, pero no han intervenido. De hecho, se les veía bastante contentos con la idea de nuestro repentino viaje. Dicen que así estarán más tranquilos para ver cómo organizarán la casa cuando la familia de Luz vuelva a Barcelona.
Ese tema también ha costado una pelea, porque la chica no quería irse, pero al final Mariam se ha puesto tan pesada que la van a dejar quedarse un mes más. Lo que no saben esos pobres padres es que no vamos a aguantar un mes más en Casa Cronos, no con el nerviosismo constante de la diosa del sueño.
Al contrario que las otras chicas, Stefania y Martina se han pasado el día encerradas con Samuel e Isaac en la biblioteca estudiando otros libros del futuro. Dicen que tenemos que adaptarnos a la forma de hablar y vestir de esa gente para no llamar la atención, pero por las imágenes que he visto en los volúmenes, las chicas del futuro se ponen unos vestidos demasiado provocativos. Aunque me duela, le he pedido a Mariam que me compre un pantalón vaquero.
Los únicos que estamos parados somos Álex y yo, que llevamos toda la tarde jugando al ajedrez sentado en el suelo del jardín. Ya van tres partidas seguidas que he ganado y él se está poniendo nervioso:
-     ¿No se te ocurre nada en lo que podamos ayudar? –me pregunta por enésima vez.
-     Sabes que no nos han dejado entrar en la biblioteca. Dicen que tú los pones nerviosos y que yo leo demasiado despacio… y no creo que estés dispuesto a aguantar una tarde de tiendas con Mariam y Luz.
-     Pues no, las peleas de Mariam con los dependientes de las tiendas por entrar a las secciones masculinas son insoportables –pone los ojos en blanco y se tumba en el suelo, abandonando la partida-. Me pone muy nervioso no poder hacer nada mientras los demás están tan entretenidos. Nos tratan como si fuésemos unos inútiles.
-     ¿Tú no sabes nada del futuro que pueda ayudarles? Expresiones, costumbres…
-     Bah, esa época es terrible. Todo coches, humo y niñas con minifaldas. No creo que te guste, al menos como diosa de la Tierra. El planeta estará hecho un asco. Además, ni siquiera estoy seguro de que vayamos a poder hacer el viaje.
Se calla y sigue mirando al cielo, como si esperase que ocurriese algo allí arriba. Sus últimas palabras me han dejado intrigada, le pregunto por qué no está seguro.
-     Se puede llevar gente en un viaje temporal, pero yo nunca lo he hecho –me confiesa-. Siempre viajo solo. Me da miedo que se queden trozos vuestros perdidos entre épocas.
-     Pero… ¿eso puede ocurrir? –digo asustada.
-     No lo sé, nunca he visto a nadie transportar tantísima masa. Mi padre nunca llevó a más de tres personas  a la vez, que yo sepa –suspira-. Y yo no quiero que os pase nada.
Me conmueve lo preocupado que parece el chico y tomo la determinación de ayudarle. De todas formas, tarde o temprano, iba a correr el riesgo de hacer un viaje en el tiempo ¿Qué más da ser el conejillo de indias?
-     Oye, ¿por qué no pruebas a llevarme a mí? Solo soy una y no creo que pese tanto… Venga, así te quedas tranquilo.
Se sienta con cara de susto, tirando el tablero de ajedrez. Recojo las fichas haciendo como si estuviese tranquila aunque, en realidad, estoy muerta de miedo.
-     ¿Y si te pasa algo?
-     Voy a correr ese mismo riesgo mañana, así que da igual. Además, si practicas conmigo solo yo corro el riesgo, no los demás.
-     Andrea…
-     Ay, venga, si a mí no me importa –le dedico una sonrisa tranquilizadora.
-     Si te pasa algo, no te lo voy a perdonar nunca –dice mirando para otro lado-. Agárrate a mi brazo.
Obedezco, intentando convencerme a mí misma de que estoy haciendo una buena obra al ayudar al chico a practicar. Así él se queda tranquilo y los demás no corren tanto peligro mañana.
-     Sujétate fuerte –dice. Y de pronto todo comienza a dar vueltas a nuestro alrededor, como si nos hubiesen metido en una lavadora.
Solo veo rayas de colores durante un rato, pero después empiezo a distinguir los distintos elementos de un jardín bastante estropeado. Me levanto y reparo en que Álex está a mi lado. Está vivo, pero aún algo conmocionado. Decido hacerle una broma y me escondo detrás de un seto.
Poco después, el chico empieza a mirar a su alrededor, buscándome. Da vueltas sobre sí mismo mientras yo me río detrás del arbusto.
-     ¡Andrea! ¡Andrea, dónde narices estás!
Al no recibir respuesta, Alejandro se asusta y cae de rodillas en el suelo. Empieza a murmurar algo muy rápido, no entiendo lo que dice, pero al ver que va a llorar salgo de mi escondite y me acerco a él.
-     Álex, Álex, tranquilo, que solo era una broma…
Se levanta y se acerca a mí con las mejillas bañadas en lágrimas. Sin que yo me lo espere, me abraza y continúa con su llanto.
-     ¿Tú eres tonta? ¿Te das cuenta del susto que me has dado? Si llega a pasarte algo… yo… yo…
Las lágrimas le impiden continuar, pero aunque no sé lo que me quería, correspondo a su abrazo emocionada. Yo tampoco sé lo que habría hecho si a él le hubiese pasado algo.

------------Nota de Sofía-------------
¡Perdonad por el nuevo retraso, pero es que estoy tonta! ¿Recordáis que dije que no podía subir entradas? Me había equivocado de correo electrónico xD Tengo otro muy parecido al que uso en blogger, y al tener el mismo nombre e los dos no me di cuenta al comentar en otros blogs. 
Se me ocurrió que podía ser esto al levantarme, así que no he podido subir el cap hasta ahora. Espero que me perdonéis.
Tengo un dibujo de no se qué capítulo por ahí, pero la cámara de fotos está cargando. Cuando termine, lo subiré.
Vuelvo a pedir disculpas.

martes, 24 de abril de 2012

Capítulo 34


Samuel no nos deja tiempo para preguntar qué es lo que sabe dónde está. Agarra a su hermana por un brazo y sale corriendo hacia el interior de la casa mientras grita que le sigamos. Es extraño ver cómo el chico calmado de siempre ha perdido así los nervios. Tiene que haber ocurrido algo verdaderamente importante.
Corremos todos juntos hasta llegar a la biblioteca, donde está Stefania rodeada de enciclopedias en castellano, turco y rumano y lanzando bolas de papel hacia atrás. Está muy concentrada, tanto que no se fija en nosotros aunque estamos montando un buen jaleo.
-     ¡Stefania! ¡Eh, Stefania! No me ignores… ¿Dónde has puesto el libro de historia de la literatura?
-     No recordar. Hay muchos aquí, creo que lo dejar encima del sofá.
Samuel empieza a revolver los libros que hay tirados por encima del sofá, sin contestar a nuestras preguntas. A estas alturas ya he deducido que han descubierto algo sobre la misteriosa autora de la novela de ayer, pero, ¿qué han descubierto tan importante?
-     ¡Aquí está! Mierda, se ha manchado de café… Bueno, da igual –el dios del sueño se acerca a nosotros y nos enseña una página del libro.
El volumen no debe tener muchos años, está en buen estado y las páginas se ven limpias (sin contar la mancha de café, que es bastante reciente). En el centro de la que nos enseña Samuel, rodeada de letras, hay una fotografía de una muchacha de unos veinticinco años años. Aunque la foto no tiene color, se nota que su pelo y sus ojos son de un color oscuro, al igual que su ropa. Lleva pantalones, cosa que me recuerda a Mariam y me sigue resultando extraña en una chica. Lleva el pelo algo más corto que esta y parece muy feliz. Entre sus manos sujeta un libro: Guerra contra la vecina pesada.
-     Esta, chicos, es nuestra querida autora actualmente –nos explica Samuel-. Esta foto es de hace poco, de cuando le publicaron su primer libro. Aquí no hay mucha información, pero  hay un par de datos interesantes –hace una pausa.
-     ¡Deja ya de hacerte el misterioso! –le reprende Álex
-     Vale, vale, tranquilo… Lo primero es que si le publicaron el primer libro con dieciocho años y el último que conocemos en 2005, con 70, es que por esa fecha no le quedará mucho tiempo de vida –todos lo miramos asustados. No sabemos donde localizarla en otra época, y no seria muy correcto preguntar cosas sobre antiguas guerras a una moribunda-. Pero, hemos encontrado la forma perfecta de ir sin que la abuela se entere.
-     Por intentarlo… -dice Isaac, que parece más motivado que nunca.
-     Ella vivirá en el un pueblo cercano al nuestro. Poder ir con excusa de revisar las obras de Casa Morfeo –explica la rumana.
-     Pero… ¿en el libro pone su dirección completa? –pregunto yo, extrañada.
Stefania y Samuel se miran con cara de susto. Parece que no se habían dado cuenta de este “pequeño” detalle. Sin decir nada, se ponen los dos juntos a mirar el libro del futuro de arriba abajo, pero no tardan en levantar las miradas y negar con la cabeza. Estamos de nuevo en un punto muerto.
-Si es un pueblo pequeño, a lo mejor aún podéis hacer algo –interviene Martina-. En los pueblos pequeños todo el mundo se conoce, podríais preguntar.
- La gente del futuro es muy cerrada, parece que lo has olvidado –le responde su hermano-. No querrán decirnos nada para que no molestemos a la “estrella”.
- Oh, vamos, ¿qué perdemos por intentarlo? –dice Luz, ilusionada.
-Al menos deberíamos acabar con los entrenamientos de Andrea… O no –comenta Mariam para sí misma-. No, no acabaremos. Iremos mañana mismo.
El plan de la chica me asusta, yo no quiero ir a enfrentarme con nadie sin manejar mi poder. Al ver que me estoy poniendo blanca y que el resto empiezan a quejarse, la chica nos pide que la dejemos hablar.
-    Eh, que no he terminado. Recordad que no vamos a pelear, sino a hablar con una vieja. No necesitará para eso ningún poder especial. Queráis o no queráis, vamos a ir mañana. A Álex no le importa llevarnos, ¿verdad?
No me hace falta mirar al chico para saber qué va a contestar. Él también tiene sed de venganza e intentará contribuir todo lo que pueda.  Si pretendo que alguien apoye la idea de que debo entrenar más antes de meterme en líos, no puedo esperar que sea él. No después de ver lo que le ha ocurrido a su hermana.

---------------Nota de Sofía----------
Disculpad que tanto la nota como el capítulo sean tan cortos, últimamente mi talento literario no me habla *-*

martes, 17 de abril de 2012

Capítulo 33

Nos acercamos al claro en el que estaban los leñadores. Estos siguen aquí, pero están tumbados todos en un rincón, como ramas peligrosamente cerca de los ojos.
Es una imagen impactante, tanto por esas personas obligadas a dormir como por los árboles a los que han quitado la vida. Hay un montón de troncos en el extremo opuesto del claro y todo está lleno de tocones.
Mariam se sienta dispuesta a empezar y se cruje los nudillos. Pide al resto de los chicos que se coloquen a su lado, la escena tiene cierto parecido con un juicio.
La chica comienza a hablar:
-     ¿Has visto cómo han dejado esto? Está hecho un asco. No solo han arrasado con la naturaleza de la zona, sino que han dejado botellas de cerveza por todas partes –no me había dado cuenta de ese detalle, pero es verdad que hay varias botellas-. Piensa en lo que puede hacer ese vidrio si le da un rayo de sol. Lo reflejará y quemará todo esto… incluidos los animalillos que antes correteaban por aquí.
La chica para de hablar y todos me observan, pero no ocurre nada. Puede que la escena me entristezca un poco, pero no toca tanto mi fibra sensible como que se metan con mi familia.
-     Ay, Mariam, sirves para escritora de novelas de miedo, pero no para dramas. Déjame esto a mí –Luz ocupa el tocón sobre el que estaba su hermana, que se ha apartado.
-     Cómo no lo consigas tú tampoco, me reiré –amenaza.
La pequeña asiente sin hacer mucho caso a  la diosa del sueño y se dispone a hablar conmigo, pero piensa algo y vuelve a dirigirse a la chica:
-     Vale, pero si lo consigo, me sustituirás en la semana que me toca repetir con Stefania –ríe.
-     ¡Eh! Eso es demasiado… pero acepto. No lo vas a conseguir…
Luz, muy segura de sí misma, me mira y me dice que me tumbe en el suelo. Me parece una orden bastante extraña, pero acepto y obedezco.
-     Bien, cierra los ojos –lo hago.
La chica se ha callado y la oigo alejarse y susurrar algo a los demás. Empiezan a oírse golpes de objetos metálicos por todas partes, y todos gritan y caen al suelo. Me levanto asustada, esperando encontrarme con un ataque sorpresa de los Hirsizlar y tener que salir corriendo sin poder hacer nada, pero todos están bien y se ríen.
-     ¿Te has asustado? –me pregunta Luz. Contesto enfadada que sí- Es normal. Así es cómo creo yo que se siente un árbol cuando todos sus compañeros caen a su alrededor y él no puede hacer nada para evitarlo. Solo pueden esperar un destino igual de triste ¿Recuerdas cuando de pequeña hacías alguna trastada con tu hermano? Le pegaban a él y tú solo podías esperar a que llegase tu turno. Seguro que llorabas y lo pasabas mal. Piénsalo. Recuérdalo. Siéntelo. Imagina que eres uno de esos árboles que han talado.
Y, tal y como esperaba la pequeña, el recordar a mi familia ha vuelto a afectarme mucho y siento ganas de llorar, tal y como la otra vez sentía ira. Esta vez, en lugar de dejarme llevar por mis sentimientos, me esfuerzo en concentrar esa fuerza en mis manos, que tengo muy apretadas entre sí. Cierro los ojos y siento cómo la energía pasa a través de mí. Es una sensación espectacular, como cuando te duelen muchos los pies y te quitas los zapatos, como cuando hace mucho calor en la cocina y entra una ráfaga de aire fresco por la ventana.
Caigo al suelo, sin fuerzas pero consciente, y abro los ojos. Allí, en el lugar en el que había tantísimos tocones, lo que ahora hay son árboles. Muchísimos chopos crecen entre nosotros y mis amigos me miran fascinada.
-    ¡Ja! Que luego diga Álex de sus poderes del tiempo. Esto sí que es bonito –ríe Isaac, que se ha colocado a mi lado y hace como si acariciase una de mis creaciones-. Ahora solo tienes que aprender a controlarte, ya que has conseguido no desmayarte.
-     ¿Voy a tener que pasar dos semanas con Stefania? Ay, no ¿Alguien tiene una seta venenosa a mano? Saca una, Andrea –miro a Mariam, que se ha sentado con cara de horror en frente de mí.      
-     Estás hecha toda una artista, son muy resistentes –me felicita Álex, que se ha subido a uno en un tiempo record.
-     Que buena maestra soy –Luz parece contentísima-. Vamos a completar la maravillosa creación de Andrea.
Empieza a hacer unas cosas muy raras con los dedos, moviéndolos lentamente como si estuviese haciendo figuritas con una cuerda. De pronto, se levanta una brisa fresca muy agradable.
-     Esto es alucinante, parece un cuento se hadas –Martina mira con adoración los árboles-. Solo recuerdo cosas así de cuando papá nos llevó a la Edad Media ¿Te acuerdas, Álex?
-     ¿Cómo no voy a acordarme? Me reí un montón cuando aquella señora te echó por encima el cubo lleno de…
-     Anda, dejaos de batallitas. Que alguien me ayude a levantar a Andrea, tenemos que irnos antes de que esta gente se despierte –Mariam señala con un gesto a los leñadores- A ver si hay suerte y Samuel y la otra loca se han despertado ya y nos cuentan lo que descubrieron ayer.
No paso por alto que la diosa del sueño no me ha felicitado por mi nuevo logro, pero no comento nada. Mientras Álex y ella me ayudan a caminar, me viene a la mente que quizás esté celosa de lo potente que soy, pero rechazo esa idea. Mariam no es la típica persona que se molesta en tener celos de los demás, sino que se esfuerza en alcanzarlos. Es una de las cosas que más admiro de ella.
-     Ese pensamiento ha sonado muy Hirsizlar –me regaña Isaac, que me ha vuelto a leer la mente-. No me gusta que pienses que eres superior.
-     Jo, Isaac, no me regañes, que me duele la cabeza. No pienso que sea superior, supongo que simplemente me ha impactado la cantidad de cosas que he creado con mis poderes… Pero Mariam es mejor que yo en mucha cosas. Pelea bien a puñetazos, no acaba moribunda cada vez que usa su poder… Tú tranquilo, que no me convertiré en Hirsizlar.
Antes de que el chico me conteste, llegamos a la valla del jardín. Junto a ella está Samuel, que grita emocionado:
-     ¡¡Sabemos dónde está!! ¡¡Hay que ir a buscarla!!

--------Nota de Sofía-------
Un capítulo igual de maravilloso que siempre, ¿verdad? Aunque quizás sea un poco corto... Podría haberle añadido más rollo en las descripciones, pero eso resulta muy aburrido para los lectores, al menos para mí.
Seguimos sin dibujos, a ver si nuestra queridísima Andrea se acuerda de traerlos al instituto --.--"
Que yo recuerde, no tengo más cosas que deciros, aunque seguramente me estoy olvidando de algo, como siempre.
Pasad una buena semana ^^

sábado, 14 de abril de 2012

Capítulo 32


-     Andrea, Andrea, Andrea, Andrea… -oigo a mi lado decir a Mariam como si fuese un disco rayado. Tengo mucho sueño y no le hago caso.
-     Déjala, está muy cansada, ayer nos acostamos muy tarde –le dice Luz
-     Sí, tú lo has dicho, NOS. Y míranos a nosotras, que energía tenemos. Tú, Isaac, si estás ahí, dile algo.
Isaac empieza a insistir también en que debo levantarme, así que me doy por vencida y me levanto. Al abrir los ojos me encuentro a Mariam haciendo flexiones y a Luz abriendo las ventanas, mientras que Isaac parece igual de cansado que yo.
Aún no entra mucha luz por la ventana, y eso que ya amanece temprano. Deben ser las seis o las seis y media de la mañana, no me explico cómo pueden tener tanta energía.
-     ¡¡Venga, no te quedes ahí parada!! Dúchate, cámbiate el vestido y vamos a desayunar.
-     Ay, Mariam, no chilles, que me duele la cabeza.
Me levanto, cojo mi otro vestido, que ayer lavó la madre de Luz, y voy al cuarto de baño. Tengo una pinta horrible. El pelo completamente revuelto, mi ropa tiene una mancha de salsa y la parte de debajo de mis ojos es de un azul enfermizo.
Abro el grifo y lo pongo en agua caliente para despejarme un poco. Para llevar tanto tiempo abandonada, Casa Cronos tiene un sistema de aguas bastante bueno. En mi casa, si querías ducharte con agua del grifo, tenía que ser fría. En invierno calentábamos cubos de agua. No podíamos permitirnos nada mejor.
Cuando termino con mi ducha caliente ya tengo mejor cara. Las ojeras no han desaparecido del todo, pero ya no tengo pinta de estar muriéndome.
Estrujo mi pelo hasta que queda más o menos seco y lo recojo en una coleta. Ahora, con el pelo ordenado y un vestido limpio, puedo ir por la vida sin que me den limosna.
Salgo del baño y bajo al comedor, tal y como me ordenó Mariam. Allí están todos excepto Samuel y Stefania. Álex, con su típica energía, charla con Isaac y Martina sobre el color de los ojos de Kira, que les mira como si les entendiese.
-     Os lo digo yo, que soy la dueña, son azules verdosos –interviene Mariam.
-     Que no, que son completamente verdes. Martina me apoya, ¿verdad, hermanita?
-     ¿Yo? ¡No te aproveches de que no me oye, Álex! Los ojos de Kira son marrones verdosos.
-     ¿Ves normal que lleven un cuarto de hora peleándose por el color de los ojos de la gata? –me pregunta Luz mientras me ofrece una tostada con mantequilla.
Yo me río, pero no contesto. Mordisqueo la tostada nerviosamente mientras recuerdo la otra vez que intentaron entrenarme. Acabé peleándome con Mariam, desmayada y llenando antinaturalmente de flores un campo. Qué ataque tan terrorífico, ji ji.
Luz, viendo que nadie le hace caso y que la pelea por los ojos de la gata es cada vez más agresiva (Mariam le ha tirado un trozo de pan a Álex), interrumpe la conversación.
-     ¿Qué pasa con Samuel y Stefania? ¿No van a ayudarnos a entrenar a Andrea?
-     Se acostaron a las cuatro de la mañana, mi hermano dejó una nota. Es mejor que duerman un poco más y después nos cuenten si descubrieron algo. Les mataremos a base de preguntas –sonríe.
-     ¿Y cómo pensáis entrenarla esta vez? –pregunta Isaac a Álex- Me preocupa que acabe otra vez desmayándose. Además, el truco de provocarla no volverá a servir.
Álex hace un breve resumen de lo que ha dicho el chico fantasma, Mariam se queda pensativa.
-     Pues voy a intentar llevarla a un lugar en el que están cortando árboles. Quizás eso la provoque y regenere unos cuantos.
Todos asienten como si les pareciese sorprendente que ese plan se le haya ocurrido a Mariam. Es una idea bastante buena, pero a mí no me gusta ver cómo talan los árboles, me resulta muy triste. Aun así, nunca he lanzado rayos por los ojos cuando han talado alguna de las choperas del pueblo.
-     ¿No será algo demasiado brusco? Ya sabéis que es muy sensible, a ver si va a explotar otra vez y va a convertir a los tipos de la madera en cactus –Álex repite las palabras del chico fantasma.
-     No hace falta que te pongas en plan novio protector, Isaac. Ella es la primera que dice que quiere pelear con los Hirsizlar, y no conseguirá nada siendo tan sensible.
Voy a replicar por lo de “novio protector”, pero no me dejan. Ya han acabado todos de desayunar y empiezan a hacer ruido con los platos, llevándolos al fregadero. Termino mi tostada rápidamente y ayudo a fregar.
-     Hala, vámonos, que tenemos un rato de camino.
Al contrario que en mi otro entrenamiento, Mariam decide que es mejor que vayamos todos juntos.
Luz y Martina van canturreando algo de un gato que intentaba meterse en un zapato, lo que da un aire feliz al grupo. El resto, en cambio, parece que vamos a que nos ahorquen. La diosa del sueño va a la cabeza, muy seria, murmurando algo de que no sabe cómo entretener a los trabajadores de la zona a la que vamos. Álex, Isaac y yo vamos detrás, completamente silenciosos, e incluso el primero parece preocupado.
No entiendo a qué viene tanto silencio, pero el estado de ánimo del grupo es bastante contagioso. Para no ponerme aún más nerviosa, empiezo a hablar mentalmente con el chico fantasma:
-     Oye, Isaac, ¿qué pasa? ¿Por qué están todos tan callados? Menos las pequeñas, el resto…
-     Álex me explicó antes que Mariam está bastante emocionada. Dice que, en cuanto aprendas a usar tus poderes nos iremos todos de aquí para buscar a las otras personas que aparecían en el cuento. El chico está preocupado porque piensa que no estamos preparados para enfrentarnos a los Hirsizlar por nuestra cuenta…
No puede terminar de explicarme, porque llegamos al lugar en el que va a comenzar mi entrenamiento y Mariam nos pide que nos escondamos. Sigue avanzando ella sola hasta el lugar en el que se está produciendo la tala de árboles y, según nos dijo antes que haría, está durmiendo a todos los trabajadores. Vuelve al poco rato.
-     ¡Que dé comienzo el segundo entrenamiento de Andrea! –grita y por su tono entusiasmado me doy cuenta de que, aprenda o no a usar mis poderes, nos hará irnos de Casa Cronos pronto. 

-----Nota de Sofía-------
Disculpad! Ayer no pude subir el capítulo porque tuve problemas con el internet. Supongo que fue a causa de la tormenta, no dejó de caerse en toda la tarde. Lo iba a subir hoy más temprano, pero me quedé dormida... se está tan a gustito en la cama...
Y vuelvo a pedir perdón por los dibujos. El del martes se nos olvidó a las dos y aún no lo tengo, y con el de hoy no nos poníamos de acuerdo. A ver si nos centramos un poco, que las vacaciones nos han sentado fatal.
Perdón! Pasad un buen fin de semana

martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 31

Fernando y yo corremos asustados a su lado, sin preocuparnos por las manchas. Álex, que también ha venido, y Mariam e han quedado parados en la puerta. Isaac chilla mientras da vueltas alrededor del cuerpo. La chica no tarda en reaccionar y se pone a correr por la casa gritando el nombre de su hermano.
“Claro –pienso-. Si han venido los Hirsizlar no se habrán conformado con matar a la abuela”
Otra situación que me sobrepasa, demasiadas en los últimos días. Me estoy mareando y empiezo a verlo todo borroso cuando Ángeles se levanta de un salto y grita:
-     ¡Bu!
-     ¡Os lo habéis creído! –Luz sale del armario riendo a carcajadas, seguida de Samuel, que también ríe.
-     ¿Qué está pasando aquí? –pregunta el padre del chico, enfadado.
-     Os escapasteis sin cumplir el castigo, así que Luz inventó otro más divertido.
-     ¿Divertido? Me he asustado mucho –me pongo a llorar sentada en el suelo, manchándome aún más de esa cosa roja. Luz explica que es tomate maduro con colorantes de paella.
-     Con razón olía tan raro -comenta Mariam después de darle una colleja a su hermano.
-     En realidad no te habías dado cuenta del olor, no te hagas la lista –Álex es el que mejor se ha tomado la broma.
Parece que la discusión va a durar el resto de la noche cuando entra Stefania corriendo. Está muy alterada e intenta recuperar la respiración. Todos la miramos con curiosidad, pero nos pide a los niños que salgamos de la habitación. Obedecemos, solo Isaac se queda allí, y entramos a mi cuarto.
-     He encontrado información útil –dice, sin fallar, en español-. Es un libro hacido en…
-     Hacido no, hecho –la corrige Luz.
-     No importa, venid a biblioteca.
La seguimos y entramos en la habitación, que está tenuemente iluminada por cuatro velas. En una mesita junto a un sofá hay un libro y un café que debe haberse quedado frío hace un rato. La chica se dirige hacia allí y toma asiento. Los demás nos colocamos alrededor, de pie.
-     Mirad esto –señala con un fino dedo la primera página del libro, donde hay algunos datos de su edición.
Lo leo con atención y me fijo en un dato curioso. Se publicó, o mejor dicho, se publicará, en febrero del año 2005. Es un libro del futuro.
-     Oh, vaya, 2005 –dice Mariam con tono alegre- ¡No se acabará el mundo en el 2000! –cambia de tono de voz- Ahora en serio ¿Solo querías que supiéramos eso?
-    Claro que no –la rumana la mira con desprecio-. Aquí contar una historia que parecerme interesante, algunos personajes… -no termina la frase- ¿Os cuento?
Samuel asiente, sin dar tiempo a que los demás opinemos, y se sienta cómodamente en la alfombra. Los demás hacemos lo mismo, no sin recibir las quejas de Luz, que dice que con un cuento se quedará dormida.
Antes de que la rumana empiece a contarnos la historia aparece Martina atravesando la puerta. Vernos a Álex y a mí saludando al aire impacta a Samuel y Stefania, que aún no saben nada de lo que ocurrió esta tarde. “No podemos pasar unas horas separados sin que ocurran cosas importantes” pienso. Resumimos todo lo ocurrido para que Martina y los otros se pongan al día y después, la rumana comienza a narrar:
-     Esta historia transcurrir en la posguerra –sigue costándole conjugar los verbos-. Hay un grupo de gente que mata a otras personas, no se sabe motivo.
>> Tres niños se querer vengar y atacar a los malos, pero ser vencidos muchas veces por simple súbditos de los crueles. Un día unirse chica nueva bastante débil,  y sin más empezar a unirse mucha gente.
>> Llega un día en el que se han juntado catorce niños con mucho poder, atacan a los crueles y ganan.
-     ¿Y para eso nos haces venir? ¿Para contarnos un cuento? –le pregunta Mariam, levantándose para irse.
-     Espera, hermanita, creo que Stefania ha hecho bien en contarnos esto –miramos atentamente a Samuel-. Pensadlo. Un grupo de asesinos despiadados, tres niños, se une una chica y empieza a unirse más gente ¿De qué os suena esto?
-     Se parece a vuestra historia, ¿no? –contesta Martina.
Transmito sus palabras al resto del grupo, que empiezan a cuchichear entre sí, sin dejar a Samuel y Stefania explicarnos su teoría completa. Hasta que la rumana no se pone a gritar pidiendo silencio no se callan, y no porque la quieran obedecer, si no porque les ha impactado que chille.
-     Esto estar escrito en futuro, -dice la chica- ¿no podría ser nuestra historia? Los tres del principio ser Mariam, Álex y Samuel. Después unirse Andrea, que no saber usar sus poderes, y no tardan en unirse más personajes, que somos Luz, Martina, el otro fantasma y yo.
Nos quedamos boquiabiertos con la teoría de la rumana, que ha sido capaz de asociar una historia tan poco original en el mundo de la literatura con la nuestra. Aunque le cuesten los idiomas, hay que reconocer que es bastante inteligente.
-     Ah, claro –interrumpe Mariam nuestro reflexivo silencio-. Es una buena idea, no te lo puedo negar, pero antes de hacerlo habría que entrenar a Andrea y…
-     ¿Cómo saber tú lo que yo pensaba? –dice la rumana extrañada.
-     Está claro. Contarnos la historia no habría merecido la pena, porque no podemos contactar con más dioses sin poner en peligro el secretismo del plan, así que esa no podía ser tu idea. Lo que quieres es que vayamos al fututo a buscar al autor, ¿verdad?
La chica asiente, sorprendida por la perspicacia de la diosa del sueño, que ríe orgullosa.
-     Stefania, déjame el libro, por favor –le pide Samuel-. El resto id a dormir, yo me voy a quedar leyendo. Mañana hay que intentar librar a mi hermana y a Andrea de sus tareas, vamos a ver si conseguimos que progreses –me mira-. Álex, ¿podrás llevarnos a todos al futuro?
El chico no responde. Como ya es típico en él, se ha quedado dormido en plena discusión. Nadie se siente con fuerzas para llevarle a su cuarto, así que le acostamos en un sofá y nos vamos. Esta noche haré mi turno con Mariam y Luz, cuyas parejas se quedarán en la biblioteca mirando los libros.
Ahora yo también debo dormir, mañana me espera un día duro.

-------Nota de Sofía-------------
Hola! ¿Os asustó la muerte de Ángeles? xD Al final no tenía ninguna trascendencia para la historia, era solo para dar emoción. Que loca estoy.
Ya sé que estáis echando en falta el dibujo, pero Andrea no me lo ha dado ¿Que por qué? Ni idea, últimamente está rarísima. Tampoco estará mañana el dibujo,  la dibujante dice que no vendrá mañana al instituto (tampoco sé el motivo). Supongo que lo colgaré el jueves.
Nada más, perdonad lo irregulares que estamos siendo últimamente con ese tema.

viernes, 6 de abril de 2012

Capítulo 31

Nuestra divertida guerra de espuma se ve interrumpida un rato después por Fernando y Jean, que vienen a por algo para beber. Al vernos cubiertos de jabón y lanzando burbujas “al aire” –donde ellos ven aire, está Isaac-, ponen cara de susto y después se ríen. Se me hace raro ver al padre de los gemelos riendo por algo que no sea el efecto del alcohol.
-     ¿Qué hacéis, par de locos? –pregunta el dios del viento, aun riendo.
-     Perdón –me disculpo, al darme cuenta de como hemos puesto todo- Hemos empezado a hacer el tonto y… ¡Ahora mismo lo limpiamos!
Salgo corriendo a buscar una fregona, sintiéndome culpable por haber abandonado a Alejandro a su suerte con dos adultos que posiblemente le van a regañar.
Encuentro lo que voy buscando antes de lo esperado, en una habitación llena de libros. Creía que ya había visitado todas las estancias de la casa, pero olvidé la biblioteca.
Vuelvo a la cocina, preocupada por Álex y por mi misma. Aunque Jean y Fernando parecían tranquilos, los adultos son impredecibles.
Abro lentamente la puerta de la cocina y me quedo mirando la escena con una perfecta cara de sorpresa. Allí están, pero no precisamente discutiendo. Han retomado la pelea de espuma, y Jean está subido a la mesa lanzando pegotes a Álex, que ríe. Fernando les echa cubos de agua a los dos… y la cocina está echa un desastre. Isaac me mira muerto de risa desde una esquina apartada.
-     ¿Qué está pasando aquí? –le pregunto mentalmente
-     Jean provocó un tornado de espuma (que, por cierto, dejó alucinado a Fernando), Álex le siguió la corriente y ahí los tienes. Para que luego digan de nosotros.
Me río y voy a unirme a la pelea justo cuando Ángeles entra discutiendo con Mariam. Al ver el desmadre en el que se ha convertido una actividad tan normal como fregar los platos, la abuela suelta un grito ahogado. La diosa del sueño intenta contener la risa, pero no lo consigue. Aunque todos han parado, ella coge un puñado de espuma y me lo tira al pelo. Voy a devolvérselo, pero Ángeles nos interrumpe:
-     Andrea, ni se te ocurra –bajo el brazo-. ¿Se puede saber qué estáis haciendo? ¿Habéis visto cómo está la cocina? ¿No sois ya mayores para jueguecitos?
-     Vamos, Ángeles, tampoco pasa nada porque nos divirtamos un rato –dice Fernando, risueño.
-     ¡¡¡CÁLLATE!!! –la miramos asustados- Todos al jardín, ahora mismo, a podar arbustos. Cuando haya bajado la espuma, fregaréis esto. Y no vais a cenar, ninguno –mira a Jean para que se note que también se refiere a él.
-     ¿Yo tampoco? ¡Pero si acabo de llegar! –replica Mariam.
La abuela no contesta y sale muy indignada de la casa. La hemos hecho buena, después de un día tan duro no comer… Y los demás hemos comido a medio día, pero Alejandro lleva sin probar bocado desde el desayuno.
-     Pues yo no voy a trabajar si no hay cena –asegura Mariam- ¿No tenéis unos ahorrillos para ir a un restaurante?
-     Si lleváis a Fernando a un bar luego no podréis sacarle –ríe Isaac. Claro, como él no se va a quedar sin cena, está tan tranquilo.
-     Tu abuela se va a enfadar si hacemos eso, y ya has visto cómo está hoy… -contesta Jean
-     ¿Me vais a dejar sin comer? A medio día no pude… -dice Álex con cara de pena.
Al final, todos acaban enzarzados en una discusión que no merece la pena contar. Resultan ganadores los argumentos de la chica, pero los adultos no parecen muy convencidos. Les comprendo, Ángeles da mucho miedo cuando se enfada. No sé si debería ir con ellos…
-     Venga, vamos a fregar esto y nos escapamos sin podar.
Por más que nos asuste la posible reacción de la abuela, nadie quiere quedarse sin comer, así que terminamos de limpiar la cocina y salimos por la puerta trasera, intentando que no nos vea nadie.
La gente que nos ve por la calle no puede evitar fijarse en nosotros. Tres niños, una de ellos vestida con ropas de hombre adulto, una gata (Kira no ha seguido) y dos hombres. Si nos cruzamos con algún malpensado que imagine que son pareja, podríamos tener bastantes problemas.
Por suerte, no ocurre nada antes de que lleguemos al restaurante. Es un local pequeño, con las paredes pintadas de blanco y el suelo de madera. Hay tres mesas y una barra, detrás de la cual hay un camarero con cara de aburrimiento. Al vernos entrar, saluda amablemente y toma nota de lo que queremos comer: Dos raciones de ensalada y filetes de cerdo para todos. Para ser un restaurante tan pequeño y vacío, la comida es bastante buena. Hacía mucho tiempo que no iba a un restaurante, desde que mi hermano se fue de casa y mis padres le organizaron una despedida. Pasaron varios días sin comer para pagar aquello, pero fue bastante divertido.

Con este recuerdo en la mente y el estómago lleno salgo del restaurante. De alguna forma que desconozco, Jean ha evitado que Fernando se emborrache, así que hay bastante paz.
Si esperábamos que al llegar a casa Ángeles nos echase la bronca, nos equivocábamos. Todos se han acostado ya y las luces están apagadas, posiblemente, la bronca nos caerá mañana al despertar.
-     Que no se note mucho que vosotros dos vais a estar juntos, no quiero problemas con mi padre –nos susurra Mariam a Álex y a mí.
Él parece haber olvidado lo de los turnos, porque se sorprende y mira a los adultos con preocupación.
-     Quédate con ella hasta que se haya metido cada uno en su cuarto, después iré yo.
Mariam asiente y entramos las dos juntas en mi cuarto, mientras que el chico se va al suyo. Ni a Fernando ni a Jean parece extrañarles esto, probablemente ni siquiera se han dado cuenta. Ellos entran también en sus respectivas habitaciones mientras Mariam y yo observamos por la rendija de la puerta.
El cuarto de Jean se cierra, el de Fernando está cerrándose… pero no termina de hacerlo. El hombre se pone a chillar como un histérico el nombre de su suegra y nos acercamos asustadas a ver lo que está ocurriendo.
Y allí está Ángeles, tendida en el suelo sobre un charco de sangre con los ojos cerrados.

--------Nota de Sofía----------
¿Que es un capítulo muy soso? Lo sé, llevo un par de días sin inspiración ninguna, creo que lo gasté todo a lo largo del botellón. Espero que me perdonéis.
Dejaré que mi mente descanse un poco y el domingo escribiré los capítulos de la semana. Creo que la he forzado demasiado (llevo otra historia para un concurso a la vez)
No os caliento más la cabeza. Espero que hayáis  disfrutado del botellón. Hasta el martes ^^

jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 30

Paso toda la tarde en la cama sin hacer nada. Intenté echar una cabezada, pero no lo conseguí. Isaac ha estado intentando hablar conmigo, pero no tengo ganas de nada. Las noticias que nos trajo Martina han sido un duro golpe que aún no he encajado.
Mariam vino a media tarde a regañarme por no estar abajo ayudando con el jardín (al final volvió a trabajar), pero me puse borde y le dije que me dejase en paz. Para que Mariam me haya obedecido, tengo que dar mucho miedo. Incluso el chico fantasma se asustó un poco.
Ahora, vuelve a hablarme:
-     Andrea, ¿piensas esperar ahí hasta que se acabe el mundo? Aquí no eres la única que tiene traumas. A mí llevaban años sin hacerme caso y de pronto aparecéis tres que me tratáis como si fuese completamente normal ¿y estoy tumbado sin hacer nada? No, intento consolarte, pero no me haces ni puñetero caso…
-     Ay, Isaac, cállate. Además, ¿por qué es un trauma que te vean? –pregunto con desgana- Debería de ser mejor…
-     Pues porque no es normal que Alejandro y tú me veáis. Se supone que los vivos no podéis ver a los fantasmas, pero hay ciertas leyendas que dicen que los que están a punto de morir también nos ven –me siento de un salto-. A mí, a fin de cuentas, Álex me da igual porque he hablado hoy por primera vez con él, pero tú… -se corta en mitad de la frase-. Da igual, déjalo.
-     ¿Pasa algo? –tiene un gesto algo melancólico, me preocupa.
En ese momento llaman a la puerta con unos golpes flojos y rápidos. Isaac parece aliviado de no tener que seguir hablando. Voy a decir “adelante” cuando recuerdo que después de que viniese Mariam cerré la puerta con el pestillo. Me acerco a abrir.
-     Hey –saluda Álex al otro lado de la puerta. Entra sin pedir permiso y se sienta en el escritorio ¿A qué me recordará esto?- Hola, chico brillante. No te ofendas, pero no me acuerdo de tu nombre.
-     Isaac. Hola a ti también –el chico fantasma contesta secamente.
En la habitación se forma un silencio incómodo, en el que todos evitamos mirarnos. Parecemos asesinos arrepentidos de un crimen. Al final, viendo que nadie va a lanzar la primera palabra, me decido a hacerlo yo:
-     ¿Querías algo, Álex?
-     Sí, venía a ver si me queréis comprar una Biblia –ríe. Eso es una buena señal, ya se ha recuperado del ataque Hirsizlar-. En realidad no sé lo que hago aquí. Martina se durmió y se me ocurrió venir aquí.
-     Anda, ¿pero los fantasmas duermen?
-     Algo por el estilo –entra en la conversación Isaac-. Podemos aguantar bastante más tiempo despiertos que los vivos, pero de vez en cuando necesitamos recuperar fuerzas. Y no podemos controlar cuándo dormimos, de golpe se vuelve todo negro y despiertas unas horas después. Es un verdadero coñazo.
-     ¿Y tú quien eres? –pregunta de repente Álex.
-     ¿Has perdido la memoria? Si te lo he dicho hace nada. Soy Isaac.
Miro preocupada a Álex, pensando que la pelea ha podido dejarle secuelas mentales, cuando este se echa a reír. El chico fantasma y yo nos miramos extrañados ¿A parte de perder la memoria se habrá vuelto loco? Sigue riendo como si no hubiese mañana un rato más, no sé cómo no le duele la cara. Ya estoy pensando en llamar a Mariam cuando se calma un poco y vuelve a hablar:
-     No, no he perdido la memoria. Me refiero a quién eres… de por qué estabas en Casa Morfeo, si tienes alguna relación con la familia.
-     Más o menos. Yo era amigo de Ángeles.
-     ¿Amigo? Pues eras bastante más joven que ella. No creo que pasaras de los veinte años cuando… ya sabes.
-     Justo veinte, acertaste. Ángeles es diez años mayor que yo.
Los chicos siguen comentando cosas sobre cómo era la abuela de joven que no me interesan mucho. Me ha impactado más descubrir la cantidad de años que me saca Isaac. Si yo tengo dieciséis, el murió con veinte y lleva otros veinte muerto… -hago la cuenta con los dedos, las matemáticas no son mi fuerte- ¡me saca veinticuatro años! Así que él ya estaba muerto cuando yo nací. Por más apariencia juvenil que tenga, se me hace extraño haber compartido tantas cosas con alguien tan mayor. Cuarenta años. Cuarenta años. Cuarenta. Cuarenta… Este pensamiento abruma mi mente cuando Álex empieza a pasarme una mano por delante de los ojos.
-     ¿Te has muerto tú también? Pues no brillas nada, eso es por haber dejado el mundo sin acabar de fregar los platos.
Río ante su ocurrencia, pero después imagino la regañina que nos va a caer por no terminar de fregar y les digo que voy a bajar a la cocina.
-     ¿Eso no lo habrá hecho ya Luz? –me pregunta Isaac
-     ¿Luz? Seguro que se le ha olvidado. Es una chiquilla con mucha energía, habrá salido al jardín con los demás. Vamos, que te ayudo.
Me empuja hacia la puerta y bajamos las escaleras. Tal y como había dicho el chico, los platos sin fregar siguen amontonados junto a la pileta. Los restos de grasa se han pegado, va a ser difícil sacarlos. Le doy a la bomba con una mano mientras pongo un plato debajo del agua con la otra. Eso antes lo hacía Luz, era mucho más cómodo.
-     Anda, dame, torpe. Que brazos más flojuchos, si sacas tan poca agua  no terminarás de limpiar nunca.
Me quita en mango de la bomba y empieza a dar él. Así es mucho más cómodo, aunque a veces se pasa con la fuerza y el aparato chirría de una forma bastante desagradable. Esto me recuerda a cuando yo era pequeñita y fregaba los platos, con mi hermano haciendo el mismo trabajo de Álex. Está mal visto que los chicos ayuden en las tareas domésticas, pero a mis padres no les importaba. Decían que, mientras la casa estuviese limpia, daba igual quién lo hiciese.
-     Al final esto va a ser más útil que uno de esos entrenamientos raros que nos pone Mariam de dar puñetazos a cosas. Me voy a acabar convirtiendo en un forzudo de tanto darle a esta cosa oxidada.
-     ¿Quieres que te sustituya? A ver si te va a dar un tirón…
Pensaba que diría que no, que él estaba bien y tal, en plan caballeroso, pero me cambia el puesto encantado. Isaac se ríe de mí de tal forma que el otro chico no puede oírle. Se acerca y me dice:
-     Tiene poca madera de caballero, ¿eh? Aunque queda muy romántico que te ayude en las tareas…
-     ¡¡Isaac!! –su comentario me enfada y empiezo a tirarle espuma. Aunque sabe que no le dará, él se molesta en esquivarla haciendo piruetas en el aire.
-     ¿Qué os ha dado? –pregunta Alejandro.
No le contestamos y, con una sonrisa maliciosa que yo no veo hasta que es demasiado tarde, me lanza un pegote de espuma a la cabeza.
Al final, acabamos los tres enzarzados en una guerra de espuma en la que Isaac participa como puede. Lanza pequeñas burbujas a soplidos, que siempre nos acaban explotando en la cara.
Quizás lavar los platos no sea tan aburrido como decía la pequeña Luz. Cuando haces cosas con buenos amigos, siempre acaban siendo divertidas. De echo, este momento en la cocina, es uno de los mejores que he vivido últimamente.

------Nota de Sofía---------
Que rápido se pasan las vacaciones, los botellones de capítulos y todo lo bueno. Mañana subiré el último capítulo de la semana y con eso volveremos a las rutina de martes y viernes. Comprended que no tengo tiempo para escribir tanto durante la semana u.u
No se me ocurre ningún dibujo para poner en este capítulo, mi mente solo sirve para inventar historias, lo siento.
Nada más, disfrutad de lo que queda de vacaciones ^^