martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 31

Fernando y yo corremos asustados a su lado, sin preocuparnos por las manchas. Álex, que también ha venido, y Mariam e han quedado parados en la puerta. Isaac chilla mientras da vueltas alrededor del cuerpo. La chica no tarda en reaccionar y se pone a correr por la casa gritando el nombre de su hermano.
“Claro –pienso-. Si han venido los Hirsizlar no se habrán conformado con matar a la abuela”
Otra situación que me sobrepasa, demasiadas en los últimos días. Me estoy mareando y empiezo a verlo todo borroso cuando Ángeles se levanta de un salto y grita:
-     ¡Bu!
-     ¡Os lo habéis creído! –Luz sale del armario riendo a carcajadas, seguida de Samuel, que también ríe.
-     ¿Qué está pasando aquí? –pregunta el padre del chico, enfadado.
-     Os escapasteis sin cumplir el castigo, así que Luz inventó otro más divertido.
-     ¿Divertido? Me he asustado mucho –me pongo a llorar sentada en el suelo, manchándome aún más de esa cosa roja. Luz explica que es tomate maduro con colorantes de paella.
-     Con razón olía tan raro -comenta Mariam después de darle una colleja a su hermano.
-     En realidad no te habías dado cuenta del olor, no te hagas la lista –Álex es el que mejor se ha tomado la broma.
Parece que la discusión va a durar el resto de la noche cuando entra Stefania corriendo. Está muy alterada e intenta recuperar la respiración. Todos la miramos con curiosidad, pero nos pide a los niños que salgamos de la habitación. Obedecemos, solo Isaac se queda allí, y entramos a mi cuarto.
-     He encontrado información útil –dice, sin fallar, en español-. Es un libro hacido en…
-     Hacido no, hecho –la corrige Luz.
-     No importa, venid a biblioteca.
La seguimos y entramos en la habitación, que está tenuemente iluminada por cuatro velas. En una mesita junto a un sofá hay un libro y un café que debe haberse quedado frío hace un rato. La chica se dirige hacia allí y toma asiento. Los demás nos colocamos alrededor, de pie.
-     Mirad esto –señala con un fino dedo la primera página del libro, donde hay algunos datos de su edición.
Lo leo con atención y me fijo en un dato curioso. Se publicó, o mejor dicho, se publicará, en febrero del año 2005. Es un libro del futuro.
-     Oh, vaya, 2005 –dice Mariam con tono alegre- ¡No se acabará el mundo en el 2000! –cambia de tono de voz- Ahora en serio ¿Solo querías que supiéramos eso?
-    Claro que no –la rumana la mira con desprecio-. Aquí contar una historia que parecerme interesante, algunos personajes… -no termina la frase- ¿Os cuento?
Samuel asiente, sin dar tiempo a que los demás opinemos, y se sienta cómodamente en la alfombra. Los demás hacemos lo mismo, no sin recibir las quejas de Luz, que dice que con un cuento se quedará dormida.
Antes de que la rumana empiece a contarnos la historia aparece Martina atravesando la puerta. Vernos a Álex y a mí saludando al aire impacta a Samuel y Stefania, que aún no saben nada de lo que ocurrió esta tarde. “No podemos pasar unas horas separados sin que ocurran cosas importantes” pienso. Resumimos todo lo ocurrido para que Martina y los otros se pongan al día y después, la rumana comienza a narrar:
-     Esta historia transcurrir en la posguerra –sigue costándole conjugar los verbos-. Hay un grupo de gente que mata a otras personas, no se sabe motivo.
>> Tres niños se querer vengar y atacar a los malos, pero ser vencidos muchas veces por simple súbditos de los crueles. Un día unirse chica nueva bastante débil,  y sin más empezar a unirse mucha gente.
>> Llega un día en el que se han juntado catorce niños con mucho poder, atacan a los crueles y ganan.
-     ¿Y para eso nos haces venir? ¿Para contarnos un cuento? –le pregunta Mariam, levantándose para irse.
-     Espera, hermanita, creo que Stefania ha hecho bien en contarnos esto –miramos atentamente a Samuel-. Pensadlo. Un grupo de asesinos despiadados, tres niños, se une una chica y empieza a unirse más gente ¿De qué os suena esto?
-     Se parece a vuestra historia, ¿no? –contesta Martina.
Transmito sus palabras al resto del grupo, que empiezan a cuchichear entre sí, sin dejar a Samuel y Stefania explicarnos su teoría completa. Hasta que la rumana no se pone a gritar pidiendo silencio no se callan, y no porque la quieran obedecer, si no porque les ha impactado que chille.
-     Esto estar escrito en futuro, -dice la chica- ¿no podría ser nuestra historia? Los tres del principio ser Mariam, Álex y Samuel. Después unirse Andrea, que no saber usar sus poderes, y no tardan en unirse más personajes, que somos Luz, Martina, el otro fantasma y yo.
Nos quedamos boquiabiertos con la teoría de la rumana, que ha sido capaz de asociar una historia tan poco original en el mundo de la literatura con la nuestra. Aunque le cuesten los idiomas, hay que reconocer que es bastante inteligente.
-     Ah, claro –interrumpe Mariam nuestro reflexivo silencio-. Es una buena idea, no te lo puedo negar, pero antes de hacerlo habría que entrenar a Andrea y…
-     ¿Cómo saber tú lo que yo pensaba? –dice la rumana extrañada.
-     Está claro. Contarnos la historia no habría merecido la pena, porque no podemos contactar con más dioses sin poner en peligro el secretismo del plan, así que esa no podía ser tu idea. Lo que quieres es que vayamos al fututo a buscar al autor, ¿verdad?
La chica asiente, sorprendida por la perspicacia de la diosa del sueño, que ríe orgullosa.
-     Stefania, déjame el libro, por favor –le pide Samuel-. El resto id a dormir, yo me voy a quedar leyendo. Mañana hay que intentar librar a mi hermana y a Andrea de sus tareas, vamos a ver si conseguimos que progreses –me mira-. Álex, ¿podrás llevarnos a todos al futuro?
El chico no responde. Como ya es típico en él, se ha quedado dormido en plena discusión. Nadie se siente con fuerzas para llevarle a su cuarto, así que le acostamos en un sofá y nos vamos. Esta noche haré mi turno con Mariam y Luz, cuyas parejas se quedarán en la biblioteca mirando los libros.
Ahora yo también debo dormir, mañana me espera un día duro.

-------Nota de Sofía-------------
Hola! ¿Os asustó la muerte de Ángeles? xD Al final no tenía ninguna trascendencia para la historia, era solo para dar emoción. Que loca estoy.
Ya sé que estáis echando en falta el dibujo, pero Andrea no me lo ha dado ¿Que por qué? Ni idea, últimamente está rarísima. Tampoco estará mañana el dibujo,  la dibujante dice que no vendrá mañana al instituto (tampoco sé el motivo). Supongo que lo colgaré el jueves.
Nada más, perdonad lo irregulares que estamos siendo últimamente con ese tema.

viernes, 6 de abril de 2012

Capítulo 31

Nuestra divertida guerra de espuma se ve interrumpida un rato después por Fernando y Jean, que vienen a por algo para beber. Al vernos cubiertos de jabón y lanzando burbujas “al aire” –donde ellos ven aire, está Isaac-, ponen cara de susto y después se ríen. Se me hace raro ver al padre de los gemelos riendo por algo que no sea el efecto del alcohol.
-     ¿Qué hacéis, par de locos? –pregunta el dios del viento, aun riendo.
-     Perdón –me disculpo, al darme cuenta de como hemos puesto todo- Hemos empezado a hacer el tonto y… ¡Ahora mismo lo limpiamos!
Salgo corriendo a buscar una fregona, sintiéndome culpable por haber abandonado a Alejandro a su suerte con dos adultos que posiblemente le van a regañar.
Encuentro lo que voy buscando antes de lo esperado, en una habitación llena de libros. Creía que ya había visitado todas las estancias de la casa, pero olvidé la biblioteca.
Vuelvo a la cocina, preocupada por Álex y por mi misma. Aunque Jean y Fernando parecían tranquilos, los adultos son impredecibles.
Abro lentamente la puerta de la cocina y me quedo mirando la escena con una perfecta cara de sorpresa. Allí están, pero no precisamente discutiendo. Han retomado la pelea de espuma, y Jean está subido a la mesa lanzando pegotes a Álex, que ríe. Fernando les echa cubos de agua a los dos… y la cocina está echa un desastre. Isaac me mira muerto de risa desde una esquina apartada.
-     ¿Qué está pasando aquí? –le pregunto mentalmente
-     Jean provocó un tornado de espuma (que, por cierto, dejó alucinado a Fernando), Álex le siguió la corriente y ahí los tienes. Para que luego digan de nosotros.
Me río y voy a unirme a la pelea justo cuando Ángeles entra discutiendo con Mariam. Al ver el desmadre en el que se ha convertido una actividad tan normal como fregar los platos, la abuela suelta un grito ahogado. La diosa del sueño intenta contener la risa, pero no lo consigue. Aunque todos han parado, ella coge un puñado de espuma y me lo tira al pelo. Voy a devolvérselo, pero Ángeles nos interrumpe:
-     Andrea, ni se te ocurra –bajo el brazo-. ¿Se puede saber qué estáis haciendo? ¿Habéis visto cómo está la cocina? ¿No sois ya mayores para jueguecitos?
-     Vamos, Ángeles, tampoco pasa nada porque nos divirtamos un rato –dice Fernando, risueño.
-     ¡¡¡CÁLLATE!!! –la miramos asustados- Todos al jardín, ahora mismo, a podar arbustos. Cuando haya bajado la espuma, fregaréis esto. Y no vais a cenar, ninguno –mira a Jean para que se note que también se refiere a él.
-     ¿Yo tampoco? ¡Pero si acabo de llegar! –replica Mariam.
La abuela no contesta y sale muy indignada de la casa. La hemos hecho buena, después de un día tan duro no comer… Y los demás hemos comido a medio día, pero Alejandro lleva sin probar bocado desde el desayuno.
-     Pues yo no voy a trabajar si no hay cena –asegura Mariam- ¿No tenéis unos ahorrillos para ir a un restaurante?
-     Si lleváis a Fernando a un bar luego no podréis sacarle –ríe Isaac. Claro, como él no se va a quedar sin cena, está tan tranquilo.
-     Tu abuela se va a enfadar si hacemos eso, y ya has visto cómo está hoy… -contesta Jean
-     ¿Me vais a dejar sin comer? A medio día no pude… -dice Álex con cara de pena.
Al final, todos acaban enzarzados en una discusión que no merece la pena contar. Resultan ganadores los argumentos de la chica, pero los adultos no parecen muy convencidos. Les comprendo, Ángeles da mucho miedo cuando se enfada. No sé si debería ir con ellos…
-     Venga, vamos a fregar esto y nos escapamos sin podar.
Por más que nos asuste la posible reacción de la abuela, nadie quiere quedarse sin comer, así que terminamos de limpiar la cocina y salimos por la puerta trasera, intentando que no nos vea nadie.
La gente que nos ve por la calle no puede evitar fijarse en nosotros. Tres niños, una de ellos vestida con ropas de hombre adulto, una gata (Kira no ha seguido) y dos hombres. Si nos cruzamos con algún malpensado que imagine que son pareja, podríamos tener bastantes problemas.
Por suerte, no ocurre nada antes de que lleguemos al restaurante. Es un local pequeño, con las paredes pintadas de blanco y el suelo de madera. Hay tres mesas y una barra, detrás de la cual hay un camarero con cara de aburrimiento. Al vernos entrar, saluda amablemente y toma nota de lo que queremos comer: Dos raciones de ensalada y filetes de cerdo para todos. Para ser un restaurante tan pequeño y vacío, la comida es bastante buena. Hacía mucho tiempo que no iba a un restaurante, desde que mi hermano se fue de casa y mis padres le organizaron una despedida. Pasaron varios días sin comer para pagar aquello, pero fue bastante divertido.

Con este recuerdo en la mente y el estómago lleno salgo del restaurante. De alguna forma que desconozco, Jean ha evitado que Fernando se emborrache, así que hay bastante paz.
Si esperábamos que al llegar a casa Ángeles nos echase la bronca, nos equivocábamos. Todos se han acostado ya y las luces están apagadas, posiblemente, la bronca nos caerá mañana al despertar.
-     Que no se note mucho que vosotros dos vais a estar juntos, no quiero problemas con mi padre –nos susurra Mariam a Álex y a mí.
Él parece haber olvidado lo de los turnos, porque se sorprende y mira a los adultos con preocupación.
-     Quédate con ella hasta que se haya metido cada uno en su cuarto, después iré yo.
Mariam asiente y entramos las dos juntas en mi cuarto, mientras que el chico se va al suyo. Ni a Fernando ni a Jean parece extrañarles esto, probablemente ni siquiera se han dado cuenta. Ellos entran también en sus respectivas habitaciones mientras Mariam y yo observamos por la rendija de la puerta.
El cuarto de Jean se cierra, el de Fernando está cerrándose… pero no termina de hacerlo. El hombre se pone a chillar como un histérico el nombre de su suegra y nos acercamos asustadas a ver lo que está ocurriendo.
Y allí está Ángeles, tendida en el suelo sobre un charco de sangre con los ojos cerrados.

--------Nota de Sofía----------
¿Que es un capítulo muy soso? Lo sé, llevo un par de días sin inspiración ninguna, creo que lo gasté todo a lo largo del botellón. Espero que me perdonéis.
Dejaré que mi mente descanse un poco y el domingo escribiré los capítulos de la semana. Creo que la he forzado demasiado (llevo otra historia para un concurso a la vez)
No os caliento más la cabeza. Espero que hayáis  disfrutado del botellón. Hasta el martes ^^

jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 30

Paso toda la tarde en la cama sin hacer nada. Intenté echar una cabezada, pero no lo conseguí. Isaac ha estado intentando hablar conmigo, pero no tengo ganas de nada. Las noticias que nos trajo Martina han sido un duro golpe que aún no he encajado.
Mariam vino a media tarde a regañarme por no estar abajo ayudando con el jardín (al final volvió a trabajar), pero me puse borde y le dije que me dejase en paz. Para que Mariam me haya obedecido, tengo que dar mucho miedo. Incluso el chico fantasma se asustó un poco.
Ahora, vuelve a hablarme:
-     Andrea, ¿piensas esperar ahí hasta que se acabe el mundo? Aquí no eres la única que tiene traumas. A mí llevaban años sin hacerme caso y de pronto aparecéis tres que me tratáis como si fuese completamente normal ¿y estoy tumbado sin hacer nada? No, intento consolarte, pero no me haces ni puñetero caso…
-     Ay, Isaac, cállate. Además, ¿por qué es un trauma que te vean? –pregunto con desgana- Debería de ser mejor…
-     Pues porque no es normal que Alejandro y tú me veáis. Se supone que los vivos no podéis ver a los fantasmas, pero hay ciertas leyendas que dicen que los que están a punto de morir también nos ven –me siento de un salto-. A mí, a fin de cuentas, Álex me da igual porque he hablado hoy por primera vez con él, pero tú… -se corta en mitad de la frase-. Da igual, déjalo.
-     ¿Pasa algo? –tiene un gesto algo melancólico, me preocupa.
En ese momento llaman a la puerta con unos golpes flojos y rápidos. Isaac parece aliviado de no tener que seguir hablando. Voy a decir “adelante” cuando recuerdo que después de que viniese Mariam cerré la puerta con el pestillo. Me acerco a abrir.
-     Hey –saluda Álex al otro lado de la puerta. Entra sin pedir permiso y se sienta en el escritorio ¿A qué me recordará esto?- Hola, chico brillante. No te ofendas, pero no me acuerdo de tu nombre.
-     Isaac. Hola a ti también –el chico fantasma contesta secamente.
En la habitación se forma un silencio incómodo, en el que todos evitamos mirarnos. Parecemos asesinos arrepentidos de un crimen. Al final, viendo que nadie va a lanzar la primera palabra, me decido a hacerlo yo:
-     ¿Querías algo, Álex?
-     Sí, venía a ver si me queréis comprar una Biblia –ríe. Eso es una buena señal, ya se ha recuperado del ataque Hirsizlar-. En realidad no sé lo que hago aquí. Martina se durmió y se me ocurrió venir aquí.
-     Anda, ¿pero los fantasmas duermen?
-     Algo por el estilo –entra en la conversación Isaac-. Podemos aguantar bastante más tiempo despiertos que los vivos, pero de vez en cuando necesitamos recuperar fuerzas. Y no podemos controlar cuándo dormimos, de golpe se vuelve todo negro y despiertas unas horas después. Es un verdadero coñazo.
-     ¿Y tú quien eres? –pregunta de repente Álex.
-     ¿Has perdido la memoria? Si te lo he dicho hace nada. Soy Isaac.
Miro preocupada a Álex, pensando que la pelea ha podido dejarle secuelas mentales, cuando este se echa a reír. El chico fantasma y yo nos miramos extrañados ¿A parte de perder la memoria se habrá vuelto loco? Sigue riendo como si no hubiese mañana un rato más, no sé cómo no le duele la cara. Ya estoy pensando en llamar a Mariam cuando se calma un poco y vuelve a hablar:
-     No, no he perdido la memoria. Me refiero a quién eres… de por qué estabas en Casa Morfeo, si tienes alguna relación con la familia.
-     Más o menos. Yo era amigo de Ángeles.
-     ¿Amigo? Pues eras bastante más joven que ella. No creo que pasaras de los veinte años cuando… ya sabes.
-     Justo veinte, acertaste. Ángeles es diez años mayor que yo.
Los chicos siguen comentando cosas sobre cómo era la abuela de joven que no me interesan mucho. Me ha impactado más descubrir la cantidad de años que me saca Isaac. Si yo tengo dieciséis, el murió con veinte y lleva otros veinte muerto… -hago la cuenta con los dedos, las matemáticas no son mi fuerte- ¡me saca veinticuatro años! Así que él ya estaba muerto cuando yo nací. Por más apariencia juvenil que tenga, se me hace extraño haber compartido tantas cosas con alguien tan mayor. Cuarenta años. Cuarenta años. Cuarenta. Cuarenta… Este pensamiento abruma mi mente cuando Álex empieza a pasarme una mano por delante de los ojos.
-     ¿Te has muerto tú también? Pues no brillas nada, eso es por haber dejado el mundo sin acabar de fregar los platos.
Río ante su ocurrencia, pero después imagino la regañina que nos va a caer por no terminar de fregar y les digo que voy a bajar a la cocina.
-     ¿Eso no lo habrá hecho ya Luz? –me pregunta Isaac
-     ¿Luz? Seguro que se le ha olvidado. Es una chiquilla con mucha energía, habrá salido al jardín con los demás. Vamos, que te ayudo.
Me empuja hacia la puerta y bajamos las escaleras. Tal y como había dicho el chico, los platos sin fregar siguen amontonados junto a la pileta. Los restos de grasa se han pegado, va a ser difícil sacarlos. Le doy a la bomba con una mano mientras pongo un plato debajo del agua con la otra. Eso antes lo hacía Luz, era mucho más cómodo.
-     Anda, dame, torpe. Que brazos más flojuchos, si sacas tan poca agua  no terminarás de limpiar nunca.
Me quita en mango de la bomba y empieza a dar él. Así es mucho más cómodo, aunque a veces se pasa con la fuerza y el aparato chirría de una forma bastante desagradable. Esto me recuerda a cuando yo era pequeñita y fregaba los platos, con mi hermano haciendo el mismo trabajo de Álex. Está mal visto que los chicos ayuden en las tareas domésticas, pero a mis padres no les importaba. Decían que, mientras la casa estuviese limpia, daba igual quién lo hiciese.
-     Al final esto va a ser más útil que uno de esos entrenamientos raros que nos pone Mariam de dar puñetazos a cosas. Me voy a acabar convirtiendo en un forzudo de tanto darle a esta cosa oxidada.
-     ¿Quieres que te sustituya? A ver si te va a dar un tirón…
Pensaba que diría que no, que él estaba bien y tal, en plan caballeroso, pero me cambia el puesto encantado. Isaac se ríe de mí de tal forma que el otro chico no puede oírle. Se acerca y me dice:
-     Tiene poca madera de caballero, ¿eh? Aunque queda muy romántico que te ayude en las tareas…
-     ¡¡Isaac!! –su comentario me enfada y empiezo a tirarle espuma. Aunque sabe que no le dará, él se molesta en esquivarla haciendo piruetas en el aire.
-     ¿Qué os ha dado? –pregunta Alejandro.
No le contestamos y, con una sonrisa maliciosa que yo no veo hasta que es demasiado tarde, me lanza un pegote de espuma a la cabeza.
Al final, acabamos los tres enzarzados en una guerra de espuma en la que Isaac participa como puede. Lanza pequeñas burbujas a soplidos, que siempre nos acaban explotando en la cara.
Quizás lavar los platos no sea tan aburrido como decía la pequeña Luz. Cuando haces cosas con buenos amigos, siempre acaban siendo divertidas. De echo, este momento en la cocina, es uno de los mejores que he vivido últimamente.

------Nota de Sofía---------
Que rápido se pasan las vacaciones, los botellones de capítulos y todo lo bueno. Mañana subiré el último capítulo de la semana y con eso volveremos a las rutina de martes y viernes. Comprended que no tengo tiempo para escribir tanto durante la semana u.u
No se me ocurre ningún dibujo para poner en este capítulo, mi mente solo sirve para inventar historias, lo siento.
Nada más, disfrutad de lo que queda de vacaciones ^^

miércoles, 4 de abril de 2012

Capítulo 29

Mariam e Isaac van delante, y Luz y yo no podemos seguirles el ritmo. Cuando nosotras hemos terminado de subir la escalera, ellos ya están en la habitación de Álex y la chica abre la puerta.
Si había esperado encontrarme a un montón de Hirsizlar por todas partes y tenerme que enganchar a puñetazos con ellos, me llevo una desilusión. En el cuarto solo está Alejandro, muy pálido mirando fijamente a un rincón y balbuceando. Luz y Mariam se miran entre ellas extrañadas.
-     ¿Qué te pasa? ¿Una pesadilla? –le pregunta la pequeña.
El chico no contesta.
-     ¡Hey, hey! ¡Álex! ¡No nos ignores! –le sacude la diosa del sueño- ¿Estás bien?
-     Está… está… ahí. Martina. Ahora hay dos ¡Vienen a por mí!
Se pone a llorar como un chiquillo, para nuestra sorpresa. No comprendo nada de lo que está pasando ¿Quién es Martina?
-     ¡No me digas que se ha vuelto loco! –exclama Mariam- Eh, tranquilo, ahí no hay nadie, y menos tu hermana –se sienta a su lado y le coge la mano, en un gesto extrañamente tierno en ella.
La situación se ha aclarado un poco, pero no termino de comprenderlo. Al parecer, Martina es la hermana de Álex.
-     ¿No… no la ves? –está aún más blanco que antes- Allí… hay dos… brillan…
Claro, brillan. Tendría que haberlo pensado antes. Me giro hacia el rincón que señala Álex y, efectivamente, allí está Isaac junto a una niña pequeña. Normalmente no le hablo al chico fantasma en voz alta, pero esta vez no me doy cuenta de que lo hago:
-     ¿Qué está pasando, Isaac? –todos me miran como si estuviese loca, excepto Alejandro, que más bien parece relajarse.
-     ¿Ya no te vas a molestar en esconderlo más? Estás hablando en voz alta –me contesta-. Ésta es Martina, la hermana de Álex y legítima dueña de los peluches de tu cuarto.
La chica saluda tímidamente y su hermano vuelve a palidecer.
-     ¿Qué es esto, Andrea? ¿Estáis fumados los dos? –pregunta Mariam, con gesto entre asustado y divertido.
-     ¿Y cómo te lo explico? Si yo creía que estaba loca hasta ahora mismo, que me doy cuenta de que no soy la única que ve muertos.
-     Lo de llamarnos muertos suena un poco ofensivo –me regaña Isaac.
La situación me supera, no sé cómo explicar todo esto a los chicos ni cómo tranquilizar a Álex, y tampoco creo que Martina e Isaac vayan a ayudar mucho. En realidad, me parece que ni siquiera saben por qué están aquí y no en… en el lugar al que van los muertos, sea cuál sea.
-     Andrea… ¿me he vuelto loco? – me pregunta mi “compañero de visiones”
-     Espero que no, porque entonces me habría vuelto loca yo también –me siento en la cama e intento ordenar un poco mis pensamientos.
-     Vamos a ver –Mariam y Luz escuchan interesadas, creo que se piensan que estamos borrachos o algo-. Aquel de allí, el rubio que brilla, es Isaac –el chico saluda-. Le conocí cuando llegué casa Morfeo, antes vivía en mi cuarto. Y la otra… es tu hermana, pero no puedo decirte más, pregúntale a ella.
Se le ve muy abrumado y no parece tener claro cómo hablarle, pero prefiero no presionar. Debe hacerse a la idea de que puede hablar con los muertos y, lo digo por experiencia propia, eso no es fácil. Recuerdo cómo me desmayé cuando comprendí que Isaac no era una persona normal. En comparación, Alejandro se lo está tomando con mucha entereza.
-     Casas ardiendo, Hirsizlar, peleas… les parecía poco y ahora les ha dado por ver fantasmas –gruñe Mariam-. Este está cuajado, así que voy a preguntar yo: ¿Qué hace aquí Martina? ¿No estaba secuestrada?
-     Me mataron en una de las sesiones de tortura, creo. Se pasaron con el potro*… o eso creo. No sé, hubo un golpe de oscuridad, otro de luz y de pronto estaba aquí. Vi a mi hermano, le saludé y se puso a chillar. Me asusté mucho.
Se la ve verdaderamente triste. Aunque habla sobre ello con mucha tranquilidad, se nota que aún no ha aceptado su muerte. Supongo que es una situación bastante dura.
-     ¡¿Te han estado torturando?! –Alejandro salta de la cama, pero se marea al ponerse de pie y solo los brazos de Mariam evitan que caiga al suelo.
-     Deja de hacer locuras, hombre –le reprende- Andrea, ¿qué ha dicho? Yo no escucho nada.
Le resumo brevemente las palabras de la niña, y parecen tener un gran efecto en ella y en la pequeña Luz, que se pone roja de rabia. Empiezan a discutir tan rápido que no sigo el hilo de sus palabras, pero hay momentos en lo que la conversación coge un tono amenazante. Según me cuenta Isaac, que si entiende lo que dicen, están comentando lo que harán cuando pillen a los que se dedican a torturar niñas pequeñas. Son unos castigos terribles, como sacarles la uñas de los pies con pinzas una a una, pero se lo merecen.
-     ¿Y nuestros padres? –se oye la voz débil de Álex- ¿También los han…?
-    No, ellos están vivos –estás palabras no parecen tranquilizar al dios del tiempo-. Antes les utilizaban con la amenaza de hacerme daño si no obedecían… ahora no sé lo que estará ocurriendo. En realidad estaban teniendo bastante suerte, solo tenían que llevar a algunos caprichosos de viaje por el tiempo.  Otros estaban peor.
Estas últimas palabras de la niña fantasma me hacen recordar a mis padres ¿Sabrá algo de ellos? Va a ser difícil lanzar la pregunta, pero es la única oportunidad que tengo de volver a saber de ellos. Aunque, por otro lado, sería bastante desagradable saber que les han matado… Aparto esta idea tan horrible de mi mente y me decido a preguntar.
-     Oye, Martina –la pequeña me mira con sus brillantes ojos de fantasma- ¿Sabes algo de los dioses de la tierra? Un humano y…- no me deja terminar.
-     Esos estaban en la celda de al lado. Buena gente, sin duda, pero les pegaban mucho. Sobre todo al hombre, no sé cómo aguantaba.
La noticia sobre los malos tratos a mis padres me ha dejado un poco K.O., situación que aprovecha Luz para hacer preguntas sobre su tía, también secuestrada. Voy haciendo de enlace para transmitir las palabras de Martina a Luz hasta que Mariam se cansa y nos para.
-     Oíd, esto es una locura, y yo creo que tendríamos que asimilarlo antes de recibir más información. Además, hay que hablar con mi hermano y Stefania. Dejad a estos dos solos –señala a los dioses del tiempo-, que tendrán muchas cosas que contarse.
Asentimos, el tono de sus palabras no admite réplica. Todos salimos al pasillo y cada uno va a su habitación, yo seguida de Isaac. A mitad de l pasillo, se oye la voz de Martina, que me llama.
-     ¿Andrea? –me doy la vuelta
-     Es que antes no pude terminar, y creo que deberías saber esto. La última vez que le vi, tu padre se estaba muriendo. Si te sirve de consuelo… no fue cosa de los Hirsizlar. Tenía la viruela –me mira con cara triste-. Lo siento –se va flotando, quizás arrepentida de haber dicho estas últimas palabras.
-     Andrea ¿estás bien? –me pregunta Isaac.
-     A la mierda la buena fe y los modales. Yo a esos los mato, aunque sea lo último que haga. Ya han pasado por encima de demasiada gente, no van a pasar por encima de mí. 
 Martina

--------Nota de Sofía, la mejor del mundo (jiji)-----
¡Merhaba, gentecilla! Os saludo en turco para dar ambiente, pero tranquilos, que la nota va en castellano. Podría intentar ponerla en francés, pero tengo un vocabulario muy limitado y quedaría rarísima u.u
Voy a dejar de decir locuras, no os preocupéis xD 
¿Esperábais que fuera eso lo que iban a encontrar en el cuarto de Álex? 
Pensaba dejar esto para más tarde, pero me he dado cuenta de que ya casi en el capítulo 30 y he preferido meterla. Pondremos un dibujo suyo el lunes, Andrea ya está trabajando en ello.
Nada más, pasad bien las vacaciones y que la lluvia no os deprima ^^
Me despido también en turco: Allahaismarladik!

martes, 3 de abril de 2012

Capítulo 28

Paso el resto de la mañana junto a los chicos limpiando el cobertizo y arrancando malas hierbas, intentando comportarme como si nada hubiese ocurrido, aunque la forma de pelear de mis amigos me dejó bastante impresionada. Esos saltos de Alejandro, al que al principio ni siquiera reconocía por la velocidad que llevaba; y la fuerza y la precisión de Mariam, que lanzaba los golpes justo donde debía. Si yo tengo que aprender a pelear así, mejor será que me suicide.
A la hora de comer, voy tranquilamente a la cocina, aunque no tengo hambre. Mariam ha insistido en que no debo levantar sospechas sobre lo que ha ocurrido y, teniendo en cuenta la potencia que ha demostrado, prefiero no cabrearla.
En la puerta ya están todos excepto Alejandro, al que vamos a dejar descansar. Nos hemos arreglado un poco y vestido con ropa que ha traído la madre de Luz del pueblo. No es nada del otro mundo, vestidos verdes para las chicas y camisas blancas y pantalón de pana marrón para Samuel. La única que va distinta es Mariam, que lleva unas ropas que posiblemente pertenezcan a Fernando. Seguramente, a ella le compraron un vestido y no ha querido ponérselo.
-    ¿Qué miras con esa cara de asco? –me pregunta
-    Este… nada, nada.
-    Ya sabéis cuál es el plan, ¿verdad?
-    Que sí, tú muy pesado –le contesta la rumana-. Decir Ángeles que Álex de paseo por Sevilla. No ser tan difícil.
-    Oye, ¿hablas así de mal a posta? –dice Mariam, que hoy está bastante antipática.
-    Venga, chicas, dejadlo ya –intenta calmar los ánimos Luz-. Vamos a entrar, que los mayores nos van a regañar.
Asiento y abro a la puerta, olvidando llamar. Estoy perdiendo los modales desde que me junto con esta gente, tengo que tener cuidado. Isaac me lee la mente y vuelve a meterse conmigo:
-    Huy, que maleducada te estas volviendo, Andrea. Ya mismo te tendremos diciendo tacos en turco y aliñando gente con limón.
Le dirijo una mirada que le habría helado la sangre si tuviese, pero no le contesto. La verdad es que yo tampoco estoy hoy de muy buen humor.
-    ¿Qué tal, niños? ¿Habéis trabajado mucho? –nos saluda Fernando, que hoy no está borracho, aunque tiene una copa de vino peligrosamente cerca.
-    Sí –contestamos todos a la vez mientras nos sentamos a la mesa.
-    ¿Dónde está Alejandro? Todo está muy raro sin sus chistes –ríe Jean.
-    ¿Raro? Yo más bien diría tranquilo –le contesta Mariam-. Creo que se fue de parranda por la ciudad. No te preocupes, volverá. Sabe cuidarse solo.
El resto de la comida transcurre el silencio, para sorpresa de los adultos. Normalmente, la diosa del sueño se quejaría del poco limón de la comida, Samuel felicitaría a la cocinera, Luz contaría anécdotas del día… Pero nadie se atreve a decir nada por miedo a desvelar algo sobre la pelea. Si queremos que nuestras “conspiraciones” se mantengan en secreto, este incidente debe quedar entre nosotros, aunque para ello tengamos que hacer quedar a Álex de fiestero. Espero que no le moleste, parecía dolerle mucho que le tomasen por loco…
Dejo de darle vueltas a esos temas cuando Isaac vuelve a meterse conmigo. Hay que ver qué pesado está últimamente.
Cuando terminamos de comer, Ángeles nos pide a Luz y a mí que vayamos a fregar los platos y al resto que ayuden a podar los árboles. Parece que no se fía que nos cortemos un dedo, pero yo llevo toda la vida trabajando con fuego e instrumentos de cocina, tampoco soy de porcelana.
-    Jo, fregar los platos. Que tarea más aburrida –comenta la pequeña mientras frota una olla.
-    Hay que aguantarse –no le estoy prestando mucha atención, por lo que no reparo en que he sido un poco borde.
-    Que antipáticos estáis hoy todos. No tendré bastante con Stefania… -sigue hablando muy rápido en turco, por lo que no me entero de nada de lo que dice.
-    Perdona, Luz. Es que han pasado muchas cosas en estos días, anoche dormí poco, han intentado matarme… todo eso junto hace que no esté de muy buen humor.
La chica sonríe, por un motivo que no comprendo. Al ver mi expresión de extrañeza, me explica:
-    Cada vez te pareces más a Mariam. Ya no se distingue si estás hablando en serio o no –y deja de reír moderadamente para dar paso a las carcajadas.
-    ¡Yo no me parezco a Mariam! Creo que soy más educada…
-    Poniéndome verde a mis espaldas, ¿no? –hablando de la reina de Roma, por la puerta asoma; en sentido literal.
Avanza junto a Kira muy digna y se sienta encima de la mesa, a nuestro lado.  Coge un puñado de tenedores y empieza a hacer dibujitos sobre la mesa con ellos. Se le da bien hacer figuras y resulta entretenido verla, pero de vez en cuando gruñe y se le cae alguno. Juraría que está bastante enfadada, pero no habla hasta que la Luz le pregunta con tono paciente:
-    ¿Qué ha pasado? ¿Peleaste con Stefania?
-     Pues no, aunque quizás debería haberlo hecho. Me pone muy nerviosa esa cara de oler a vinagre que tiene siempre. Esta vez ha sido la vieja loca esa, que se ha enganchado a escobazos con mi gatita –acaricia a Kira como una madre acariciaría a su bebé asustado.
-     ¿Y eso? –pregunto, viendo que no va a seguir hablando.
-     La pobrecita hizo sus necesidades en el jardín y Ángeles las espantó antes de que pudiese enterrarlo. Iba andando en esa dirección y pisó justo en…
No consigue terminar la frase, porque en el piso de arriba se oye un grito desgarrador. Álex.
-     ¡Han entrado! –grita la diosa del sueño.
Sale disparada hacia las escaleras y los demás no tardamos en seguirla ¿Será verdad que los Hirsizlar han conseguido entrar? Y si es así… ¿Qué le están haciendo a Álex?

--------Nota de Sofía------------
Que rápido se pasa el tiempo en vacaciones --.-- Ya quedan cuatro días y dos capítulos menos!
¿Qué le estará pasando nuestro querido Álex? ¿Le estarán matando? ¿O será otra cosa? *suena música misteriosa*
El próximo capítulo, que subiré mañana, es bastante importante, así que tenéis que estar atent@s ^^ No os voy a adelantar más.
No hay dibujo porque no se me ocurre nada que poner, y el de mañana lo subiré el lunes.
Nada más, disfrutad mucho de los días libre y no dejéis los deberes para el último día (como haré yo)

Seguimos sin nota de Andrea

lunes, 2 de abril de 2012

Capítulo 27

Mi agresor, o mejor dicho, agresora –desprende un olor a colonia que solo podría pertenecer a una mujer- va cubierta con una capa negra, tal y como describió Alejandro ayer a la persona que metió la nota por la ventana de mi habitación. Intento morderle la mano, pero no puedo. Isaac me mira impotente desde un lado mientras ella coge una piedra del suelo. Va a golpearme con ella en la cabeza para aturdirme cuando otra figura cae encima y la empuja a varios metros de mí.
Las dos figuras saltan rápidamente de un lado a otro con movimientos más propios de un felino que de un humano. Van a tanta velocidad que no consigo reconocer a mi salvador/a. Cuando consigo recuperarme del shock, corro a buscar ayuda. Sé que yo no serviría de nada en la pelea, porque no soy tan rápida como ellos y seguro que no tardarían en dejarme K.O.
      Seguida de Isaac, que me pregunta si estoy bien sin recibir respuesta, llego hasta el cobertizo. Había acertado con mi deducción, los chicos están allí ordenando herramientas.
-     ¡Al fin llegas! ¡Ya era hora! Coge esto y… -interrumpo a Mariam antes de que me cargue con una pala y empiezo a explicar lo sucedido entre jadeos.
-     No hay tiempo… alguien ha… intentado matarme… se están peleando…
-     ¿Quién pelea? –pregunta Samuel, aunque no espera mi respuesta- Vamos, apresúrate, llévanos hasta allí.
Asiento y echo a correr seguida de los cuatro… ¿cuatro? ¿No falta alguien? No tengo tiempo de pensar en quién falta, porque llegamos al lugar en el que están peleando. No han reducido el ritmo a pesar de lo que debe de cansar dar tantos saltos. Nos quedamos parados mirando la pelea, pero Mariam no tarda en reaccionar y meterse en la pelea también.
-     Estando ellos dos no hará falta que intervengamos –dice Samuel-. Sin necesidad de usar sus poderes son bastante fuertes. Menudo gancho de derechas tiene mi…
Antes de que termine, alguien da el golpe final a la mujer de negro, que cae desvanecida en el suelo. Mariam sonríe de oreja a oreja, como si fuese muy divertido pelearse a puñetazos con la gente. En cambio, el otro combatiente…
-     ¡Álex! –me acerco al chico, que se ha quedado sentado en el suelo. Tiene la cara llena de sangre, en la pelea se ha reventado el labio- ¿Estás bien?
Saco un pañuelo de tela de mi bolsillo y le limpio la cara. Aunque lo hago con cuidado, gime de dolor. Ya sin sangre, veo que la herida es bastante fea, a lo mejor habrá que coser.
-     Estás loco. Anda que ponerte a pelearte con un adulto bien entrenado llevando meses sin mover un dedo… -le reprende Mariam.
-     Ah, claro –le contesta-. Paso, les saludo y… –tose con fuerza- le dejo que la mate. No voy a dejar que…–vuelve a toser- hagan más daño a la gente que quiero. No mientras… –continúa tosiendo- no mientras yo siga vivo.
Al decir Alejandro esas palabras, he sido más consciente que nunca del poder de las alianzas de los dioses. Sabía que guardaban fidelidad plena a la gente que les ayudaba, pero lo del chico ha sido demasiado.
Agacho la cabeza intentado disimular el rubor de mis mejillas. Ahora no hay tiempo para tonterías. Hago como si no le hubiese escuchado:
-     ¡Haced algo!  ¿No veis que está muy mal? ¡Llamad a alguien! –reprendo a los chicos, que están parados mirándonos.
-     ¿Cómo vamos llamar alguien? Meter lío, Ángeles regañar –dice Stefania, aunque también se la ve preocupada.
-     Ah, y te preocupa más que… -me levanto y me encaro con la rumana. Yo soy una persona pacífica, pero en este momento estoy muy nerviosa.
-     Sh, tranquilízate, Andrea –me para Mariam-. Déjame esto a mí.
Se acerca al chico, que está muy pálido y le roza la zona de la herida con las puntas de los dedos. Al principio, Álex pone cara de dolor, pero después  su gesto se va relajando  y deja de gemir. Ya sale menos sangre.
-     ¿Qué has hecho? –le pregunto a Mariam, que está muy orgullosa de su hazaña. Intento ayudar a Álex a levantarse, pero se marea y cae.
-     Le he dormido la zona, nada especial. Pero mientras tenga dormido el labio, sus músculos tampoco funcionarán muy bien. Es mejor que no haga esfuerzos fuertes durante un rato. Ya le regañaremos después. Samuel, ayúdame a cogerlo –entre los dos levantan al chico y se dirigen a la puerta de la casa.
-     ¿Regañarle? ¡Si me ha salvado la vida!
-     Si hubiese estado contigo, no habría tenido que pelearse. Dos personas habrían intimidado a la Hirsizlar. Ya le dijimos que no te dejase sola, pero mira el caso que nos hace. Y ahora cállate, que no quiero que mi abuela se entere de todo esto.
Pasamos por delante del comedor en silencio y nadie se da cuenta de nuestra presencia. Álex está inconsciente, así que no se queja de la forma en la que le llevan los gemelos. Los problemas empiezan al llegar a las escaleras.
-     Va a ir rastreando el culo, se hará daño –dice Luz, que no había intervenido hasta ahora.
-    Tienes razón, así que ya sabes. Sujétale por la espalda –se detiene.
-     ¡No podré! Pesa mucho, y yo soy muy pequeña.
-     Ah, entonces no te quejes tanto. Está anestesiado, no le dolerá.
-     Cuando despierte sí. Son muchas escaleras para subirle así…
-     Anda, dejad ya de discutir. Le sujeto yo –las interrumpo para que se callen. No quiero que los adultos se enteren de esto, aunque quizás sería lo mejor.
Seguimos caminando en silencio, aunque Isaac vuelve a meterse conmigo. Antes estaba muy callado, supongo que se asustó al ver que no podía ayudarme, pero ya ha vuelto a la carga. Decido no regañarle, ya me encargaré de eso cuando estemos a solas… Si es que volvemos a estarlo. Con el sermón que le va a caer a Álex por parte de Mariam, no sé si se atreverá a volver a apartarse de mí en toda la semana. Quizás debería contarle lo de Isaac…
Llegamos a su cuarto y le soltamos con cuidado encima de la cama. A los gemelos se les ve bien, pero a mí me duele mucho la espalda. Creo que me estoy haciendo vieja.
       Stefania entra detrás de nosotros con un papel húmedo en la mano. Se lo pone al chico en el labio para bajar la inflamación, según nos explica. Ha sido complicado de entender, porque no conocía la palabra “inflamación” y al final tuvo que decirlo en turco, cosa que cabreó mucho a Mariam.
      Salimos de la habitación dispuestos a dejar descansar al chico y, justo cuando cerramos, Samuel grita:
-     ¡Mierda!
Todas le miramos sorprendidas.
-     ¡Nos hemos dejado a la Hirsizlar en el jardín!
Bajamos las escaleras y salimos a todo correr, pero allí ya no hay nadie. Hay un pequeño charco de sangre donde antes había estado el cuerpo, pero nada más.
Perfecto. Ahora no solo tenemos a Alejandro fuera de combate, si no que se nos ha escapado una Hirsizlar que conoce las técnicas de lucha de los más fuertes del grupo. Qué listos somos.

Pinchen en la foto para agrandarla.



-----------Nota de Sofía-----------
¡Estamos en pleno Botellón de Capítulos, señor@s! Como ya dije, a lo largo de la Semana Santa tendremos cinco capítulos, uno por día. Como Andrea pasa de hacer tantos dibujos, tres los haré yo cómo pueda (éste es mío)
Todo esto ya lo conté la semana pasada, es solo un recordatorio.
Tampoco tengo mucho más que decir, simplemente, que disfrutéis de las vacaciones y que leáis mucho ^^
Ah! Otra cosilla... Estoy participando en un blog de reseñas junto con otras cuatro chicas, os agradecería que le echáseis un vistazo: seraporlibros.blogspot.com.es

(Como no hay dibujo, no hay nota de Andrea)