sábado, 24 de noviembre de 2012

Capítulo 2.20.


Jose no parece comprender lo que está pasando y se queda quieto, pero todos los demás están a punto de echar a correr hacia el grupo de gente. No parecen darse cuenta de que es una locura que aparezcamos todos de golpe. Solo Stefania repara en que hay varios dioses entre la multitud y consigue frenar al resto del grupo, que ignoraba mis consejos.
-     Fijaos, muchos de ellos dioses, puede que algunos Hirsizlar.
Samuel, que es el único que parece estar tranquilo, pide a los demás que se aparten un poco de la multitud. Nos escondemos detrás de otra tienda y, como siempre, hacemos un corro alrededor del que parece haberse convertido en nuestro líder. Incluso Alejandro ha olvidado todas las sospechas que tenía respecto al dios del sueño.
-     Está claro que ha pasado algo gordo, hay muchísima gente y no ha pasado más de media hora desde que se llevaron a Andrea. ¿Tienes idea de lo que puede ser, Kenshi?
-     ¿A mí que me cuentas? A lo mejor se ha muerto la vieja, pero no creo que esa reviente tan fácilmente.
-     Lo mejor sería que fueran ellos a echar un vistazo –Álex nos señala a Martina y a mí-. Son los únicos que no llamarán la atención.
No espero la aprobación del resto de los chicos. En cuanto el dios del sueño termina de hablar, cojo a Martina por su inmaterial brazo y salgo corriendo en dirección a la pastelería Cerezo. No me gusta admitirlo, pero las palabras del japonés han hecho que me preocupe por Ángeles.

----Narra Andrea-----
Estoy confusa. Es como si todo lo que ocurriese a mi alrededor fuese una película en blanco y negro cuyo argumento no entiendo. Los vecinos pasan a mi lado murmurando oraciones y un grupo de dioses a los que creo haber visto en la fiesta llevan un ataúd.
Mis pensamientos me tienen tan absorta que no noto el extraño contacto de una mano inmaterial en mi hombro hasta que Isaac se pone delante de mí a dar saltos y a gritar:
-     ¡Andrea! ¡Andrea! ¿Estás bien? ¿Qué está pasando? Contesta, por favor-parece realmente preocupado.
De pronto, es como si la película tomase color y vuelvo a la realidad.
-     Isaac, Martina…  -termino de hablar con un sollozo. Estoy a punto de ponerme a llorar cuando el chico me coge de la mano y me pide que le acompañe.
Le sigo, reprimiendo mis lágrimas. Caminamos por las calles del pueblo, pero es como si no las viese. La película en blanco y negro ha vuelto y ya no puedo evitar ponerme a llorar. Caigo al suelo de rodillas, pero no noto el dolor. Me parece ver que un rayo de luz vuela por la calle y otro más grande se queda a mi lado y me abraza como si me envolviese. Me aporta tranquilidad, muchísima tranquilidad. Lloro con más fuerza aún y acabo por perder la noción del tiempo.
***
Despierto rodeada de gente y, al pensar que estoy de nuevo en la pastelería, intento huir con la poca energía que me queda. Alguien me agarra y estoy a punto de atacarle cuando veo a Luz ofreciéndome un recipiente con agua. Me tranquilizo y veo que las que me retienen son las inconfundibles manos oscuras de Kalahari. Al mirar bien, descubro que estoy en el salón de la casa de Jose.
-     ¿Qué te pasó, muchacha? Estabas muy mal cuando te encontramos –pregunta el cubano- Te desmayaste encima de Isaac, menos mal que Mariam te cogió a tiempo.
-     ¡Isaac! ¿Dónde está? ¿Sabe lo que ha pasado?
-     Se fue a dar una vuelta –me contesta la diosa del viento, que está muy contenta de que me haya despertado-. Kenshi consiguió enterarse de todo lo que había pasado y parece que le chocó mucho.
Saber que Isaac se ha enterado de todo lo que ocurrió mientras estuve sola en el futuro  hace que esté a punto de desmayarme de nuevo. Stefania, que acaba de aparecer con un abanico, me da aire y consigue que no vuelva a caer. Con voz entrecortada, pregunto:
-     ¿Me odia?
-     Será imposible que te odie, te lo digo yo –Martina entra atravesando la pared- Está afectado, eso es todo. El que creo que si te odia es Samuel, estaba muy enfadado.
-     Lógico, se ha cargado a su abuela –responde un tipo desconocido que está sentado, por algún motivo que no consigo adivinar, debajo de la mesa- Por mal que se lleve con ella, siguen siendo familia.
-     ¿Eso es lo que pasó?No me enteré, tendría que haber estado más atento –se queja Kalahari.
El desconocido empieza a narrar la historia y yo vuelvo a llorar. Esta vez nadie me consuela, pero sé que lo merezco.

-----Pasado. Mientras los demás buscaban a Andrea----
Dos hombres fornidos cruzan las calles de un pequeño y pacífico pueblo. Uno de ellos lleva a cuestas a una adolescente amordazada. Aunque hay mucha gente en las calles, nadie parece reparar en lo extraño de la situación.
Llegan a una casa antigua que anteriormente había sido una pastelería y que ahora estaba ocupada por unos amigos suyos. Tras llamar varias veces a la puerta trasera, abre un hombre de unos cuarenta años que desprende un desagradable olor a vino. Entran y, una vez allí, acceden al comedor.
 Una anciana les espera sentada en una butaca de cuero, de aspecto notablemente más lujoso que el del resto de muebles. La saludan con confianza y ella les da las gracias y les pide que se retiren dejando allí a la muchacha. Cuando se cierra la puerta, la mujer se dirige con aire altivo a la prisionera, que tiene la cabeza gacha.
-     Yo creía que eras sensata, Andrea. Ya sospechaba que mis nietos y ese loco dios del tiempo estaban planeando alguna estupidez, pero pensé que tú no les seguirías la corriente.
Andrea contesta con un simple gruñido.
-     ¿Sabes la de vidas que han arrebatado ya los Hirsizlar? No se puede hacer nada contra ellos y, si tanta gente piensa algo, será porque no les falta razón. Solo hacen daño a quien se lo merece. Mira los dioses del tiempo. No hacían nada por el mundo, solo se dedicaban a leer esos estúpidos libros sobre épocas que no iban a vivir. Y aquel muchacho que siempre estaba por aquí cuando yo era niña. Era muy atractivo, eso no puedo negarlo, pero tenía la cabeza llena de pájaros. Lo dejó todo por irse a buscar a su hermano, el muy estúpido. Merecía morir, como el resto de los dioses del fue…
Y esas fueron las últimas palabras de la vieja antes de que, de la nada, surgiese un árbol que destrozó el suelo y la ensartó en una de sus ramas.
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-     Oh, vamos, deja de llorar. Piensa en lo que nos has quitado de encima, ahora solo nos tenemos que preocupar por los Hirsizlar. De todas formas no le quedaba mucho, Fernando tenía ya preparado el ataúd y todo
Álex se sienta a mi lado en el sofá y me pasa su brazo derecho por los hombros. Continúa hablando en voz más baja:
-     Además, Samuel no se ha enfadado por lo de la vieja, sino porque no quería que la historia siguiese su curso –me da una palmadita en la cabeza y vuelve a hablar en voz alta- Verás como todo nos va a ir muy bien a partir de ahora. No le des más vueltas, hiciste lo que debías.
-     Gracias –murmuro débilmente. Le sonrío agradecida y decido cambiar de tema- ¿Quién es él? Creo que no le conozco –señalo al chico que está bajo la mesa.
-     Soy Kenshi, estos me han obligado a unirme a ellos. Yo no quiero, pero no tengo nada mejor que hacer.
-     Encantada de…
Como suele ocurrir, alguien me interrumpe en mitad de la frase. Samuel entra dando un portazo y pide a voces que todos vayan al salón. El resto del grupo va apareciendo poco a poco, incluido Isaac que, por algún motivo que me hace pensar que el mundo ha empezado a girar al revés, se sienta bajo la mesa con Kenshi.
-     Ya me he hartado de todo esto. –proclama Samuel- Nos las apañaremos para en un mes tener el dinero suficiente para alquilar un minibús para un día entero. Nos vamos de aquí. Ya no quedan más miembros del grupo descrito en el libro en España. No admito réplicas.
-     Al menos dinos a dónde piensas arrastrarnos –dice Mariam, muy tranquila, levantando la mano.
-     A Italia.
-     ¿Qué hay en Italia?
-     Italianos –contesta Kenshi, al que nadie escucha.
-     El sitio donde murió Isaac. Desde allí podemos volver a la época de su fallecimiento si vamos con él.
-     ¿Qué pretendes hacer en esa época? No habíais nacido ninguno –señala Isaac. Kalahari transmite sus palabras al resto.
-     Ya he descubierto cómo parar a los Hirsizlar. Solo hay que ir a la época de su formación, cuando aún no se habían organizado bien. Eso es lo más próximo que podemos viajar.
-     ¿No podemos volver al año exacto en que se formaron? Álex nos llevará–pregunta Luz, imitando el gesto de Mariam de alzar la mano.
-     No puede viajar a la época de antes de su nacimiento. ¿Alguna pregunta más?
-     ¿Cómo piensas ganar tanto dinero? – pregunta Jose, siempre práctico.
-     ¿Cuánto pagarán los habitantes de este pueblo por ver perfectos espectáculos de magia sin explicación?
Todos sonreímos a la vez, incluso yo. La acción me ayudará a olvidarme de todo.

--------------Nota de Sofía----------------
Podéis matarme por alta traición, sé que prometí que habría capítulo el lunes o el martes, pero ¿Os acordásteis vosotros de los tres exámenes? Yo tampoco. Me tocó dedicar la semana a estudiar. Espero que lo comprendáis.
Disfrutad del capítulo. Pronto os anunciaré una sorpresilla ;)

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