Alguien me
está golpeando suavemente en la mejilla, pero cada vez que intento abrir los
ojos para ver quién es me duele la cabeza. Me gustaría abandonarlo todo y echar
una cabezada, pero tengo la sensación de que estoy olvidando que tengo que
hacer algo importante. Además, noto debajo de mi cuerpo algo húmedo y frío
bastante desagradable.
Con gran esfuerzo abro un poco los ojos y veo
a Alejandro a mi lado cubierto de algo marrón. Alguien me agarra por detrás y
me arrastra hasta que quedo apoyada en algo duro. Poco a poco voy enfocando la
imagen y reparo en que el dios del sueño está cubierto de barro. Nos rodea un
olivar.
-
Joder,
nunca habría dicho que con lo delgaducha que estás pesarías tanto –oigo a Jose
quejarse a mi espalda.
-
Será
que el vestido está muy mojado. Estáis todos hechos un asco, me hacéis alegrarme
de no tener cuerpo –Isaac da un par de saltos sobre el gran charco en el que
hemos aterrizado y señala su inmaculado traje.
-
¿Y
qué vamos a hacer ahora? Si vamos por ahí tan sucios llamaremos mucho la
atención –Samuel intenta limpiarse con un puñado de hojas, pero solo consigue
extender aún más la suciedad.
-
Podríamos
ir a lavarnos al río, pero no tendríamos nada para ponernos después.
Los
chicos discuten las posibles soluciones y nos dejan a Isaac y a mí al margen de
la conversación. Salen miles de ideas raras, como matar a una vieja y ponernos
sus vestidos, pero la gran mayoría no tienen ningún sentido. Acaban gritándose
unos a otros y, si el fantasma no hubiese intervenido, es posible que hubiesen
acabado pegándose:
-
¡Eh,
niños, un poco de calma! –se me hace raro que les hable a todos, teniendo en
cuenta que Jose y Samuel no le escuchen, pero aún más que les llame niños. Es
difícil hacerse a la idea de que es mucho mayor que nosotros- ¿Dónde estamos?
–pregunta poniéndose delante de Álex.
-
¿A
qué viene eso ahora?
-
Si
estamos cerca de la pastelería podríais ir allí a buscar ropa. Andrea todavía
tiene la llave.
Todos
me miran sorprendidos de que la haya conservado. Es cierto que guardo una copia
que llevo a todas partes conmigo en el bolsillo del vestido, pero me había
olvidado por completo de ella. Quiero preguntar a Isaac cómo lo ha sabido, pero
antes de que me dé tiempo los chicos han echado a andar a través de los árboles
en una dirección que parece escogida al azar. El campo está embarrado,
posiblemente por una tormenta veraniega, y me concentro en no caerme olvidando
por completo el asunto de la llave.
Tras
un rato caminando, me doy cuenta de que la dirección no había sido escogida a
lo loco, pues entramos en terreno conocido. Pronto los olivos dan paso a los
chopos y estos se abren dejando ver el río donde, hace una eternidad, nos
reunimos los primeros miembros del grupo a la luz de la Luna.
-
Hogar,
dulce hogar –murmura Samuel, bajando con Álex la cuesta que lleva a la
corriente de agua para lavarse las manos.
-
A
saber la de bichos que puede haber en esa agua. Va a coger una infección –Jose,
que no ha seguido a los otros dos chicos, mira asqueado el río.
-
Aquí
está todo mucho más limpio, deberías bajar a lavarte un poco. No dejaré que te
pongas la ropa de mi hermano si vas lleno de barro.
El
chico del futuro pone los ojos en blanco, pero no tarda en ir a reunirse con
los otros dos. Con más cuidado, Isaac y yo bajamos también la cuesta.
Agradezco
el contacto del agua fría en mi sucia piel, no recuerdo la última vez que me
había dado un buen baño. Desde luego, no hay nada mejor que volver a casa
después de pasar algún tiempo fuera. Aunque no ha sido larga, a mí se me ha
hecho eterna la estancia en 2005. Los pastores que pasan con sus ovejas, los
caminos de tierra que bordean el río, el pato al que Jose está persiguiendo…
todo me parece nuevo y maravilloso.
Los
chicos, incluido Isaac, se han olvidado
de todo y han comenzado a echarse agua los unos a los otros, así que
decido aprovechar para lavarme el pelo.
Mi madre me enseñó cuando era pequeña que, si no tenías jabón a mano, restregar
tomillo por el pelo era una buena solución: da buen olor y brillo.
Estoy
tan concentrada frotando mi larga cabellera que no reparo en la presencia de
alguien a mis espaldas hasta que es demasiado tarde.
-----------2005,
Narra Kalahari-------------
Hemos
intentado seguir con las reparaciones de ropa e investigar algo más sobre la
amiga muerta de Stefania, pero no hemos tardado en darnos cuenta de que Mariam
es un desastre en lo que a paciencia se refiere. Se pone nerviosa al coser y
cada puntada le sale de un tamaño, y tampoco aguanta más de diez minutos
leyendo información sobre una persona sin decir que le parecen demasiadas
fechas y detalles a la vez.
Para
quitárnosla de encima y que los demás pudiesen seguir trabajando, hemos salido
los dos juntos a dar una vuelta por el pueblo en busca de alguna forma rápida
de conseguir dinero para comprar ropa decente, pero lo único que se nos ha
ocurrido es ayudar a las ancianas a cargar con las bolsas de la compra.
Hasta
ahora, y tras cargar con más de veinte bolsas de siete ancianas distintas,
hemos conseguido la gran cantidad de 2’50€. Con eso apenas da para comprar una
camiseta del mercadillo, y son un montón de chicos los que han venido del
pasado.
También
he intentado explicarle el funcionamiento de la nueva moneda, pero solo he
conseguido que se queje de lo complicadas que son las matemáticas y que maldiga
a los antepasados de sus inventores.
En
resumen: la mañana ha sido una mierda desde que se fueron Andrea y Samuel.
Ellos son los más tranquilos y saben organizar a los demás, pero ahora nos
hemos quedado a las órdenes de alguien que ni siquiera domina nuestro idioma.
Stefania intenta poner algo de orden, pero nadie le hace caso.
-
Vámonos
a casa, Kalahari –Mariam me para tirando de mi camiseta verde- Estamos haciendo
el tonto y pasando calor, allí al menos podemos sent…
-
¡¡Mariam!!
¡¡Kalahari!! –busco por todos lados hasta encontrar la fuente de esos gritos
tan desesperados. Luz viene corriendo hacia nosotros, colorada del esfuerzo.
-
¿Qué
pasa? –pregunto, preocupado
-
No
está… se ha… perdido… -la chiquilla coge aire y, recuperada de la carrera, consigue
hablar-. Álex acaba de volver de nuestra época. Estaban jugando en el río y
Andrea se ha perdido. Tenemos que ir todos a buscarla, se la han llevado, la
van a ma…
-
¡¡Cállate!!
–le grita Mariam. Coge a la niña y la carga a su espalda- ¡¡Vamos a casa y de
allí a matar a todos los Hirsizlar que se nos pongan por delante!!
No
ha terminado de hablar cuando ya está corriendo con Luz a cuestas. Corro yo
también. No hay tiempo que perder.
------------Nota de Sofía-------------
¡Perdonadme! He estado muy ocupada estás semanas atrás. Aunque no soy muy de estudiar (pero saco buenas notas, por algún motivo raro) últimamente he tenido exámenes bastante difíciles. La semana pasada estuve más relajada pero murió inesperadamente un familiar mío y no tenía ánimos para escribir.
Aprovecharé el miércoles (huelga general) para escribir otro capítulo por la mañana e intentaré ponerme al día con ESDE.
Espero que comprendáis mi situación y que os haya gustado el capítulo.
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