jueves, 6 de septiembre de 2012

Capítulo 2. 14.


Encontraréis un asterisco en mitad de la historia. Para conocer su significado, solo tenéis que ir al final del capítulo.

Luz y yo conseguimos hacer una comida más o menos decente con los ingredientes que compramos en el supermercado. El único problema es que ha salido cantidad, como mucho, para cinco personas… y aquí somos ocho. Con una fuente de ensalada y un plato grande de alitas de pollo, no tendremos ni para empezar. Tragamos saliva antes de entrar al salón, donde todos esperan sentados alrededor de la mesa. ¿Qué dirán al ver tan poca comida? A noche la mayoría no cenaron y deben estar hambrientos.
            Abro la puerta para dejar pasar a Luz, que lleva los platos. Todos me miran con ojos brillantes, esperando que traiga grandiosos manjares. De hecho, Alejandro se pone tan contento que se cae de la pila de cajas en la que está sentado. Kalahari se apresura a ayudarle y le tiende la mano.
-     Mira que se lo advertí, muchacho. Siéntese mejor en el suelo, que ahí encaramado no tardará en caerse. Ahora, tendré que reírme –se carcajea alegremente y ayuda a Álex levantarse.
-     Ay… no te rías tan alegremente, que me he dejado el culo pegado en el suelo.
-     A mí nadie me quita mi felicidad, muchacho.
-     Se te quitará sola cuando veas a poca comida que nos ha salido.
Luz, que se había quedado en el umbral observando la escena, se acerca a Kalahari con los dos platos en las manos. Cojo uno para ayudarle mientras todos nos observan atónitos.
-     ¿Os habéis comido todo lo que falta ahí? ¡Pero si sois dos enanas! ¿Qué clase de estómago tenéis? –Jose está realmente cabreado.
-     No nos hemos comido nada, es que había muy pocos ingredientes. Media lechuga estaba seca y los tomates llevaban ahí por lo menos tres semanas. Ha habido que tirar mucho… -me disculpo y vuelvo a la cocina a por los cubiertos. Mientras, Stefania y Kalahari ponen el mantel.
A pesar de la falta de alimentos, resulta una comida muy agradable. Álex, Kalahari, Luz y yo acabamos comiendo en el suelo, pues en la casa no hay suficientes sillas y las cajas no nos parecen lo suficiente seguras después del accidente del dios del sueño.
Comemos con tantas ganas que en menos de cinco minutos todos hemos terminado nuestros platos. Supongo que no soy la única que se ha quedado con hambre, pues los demás están revisando los platos para ver si alguien se ha dejado algo.
-     ¿No queda nada en toda la casa? No sé vosotros, pero yo estoy que me como las piedras –se queja Alejandro tras acabar sus alitas.
-      Un respeto, chiquito, que soy el dios de las piedras –ríe Kalahari. De pronto, se oye un fuerte gruñido de tripas. Mira sorprendido su vientre y vuelve a reír.
-     En este momento me alegro de no tener que comer. Si no, habríais muerto todos de hambre por mi culpa –Isaac me mira preocupado. Nadie le contesta, no tenemos suficiente energía.
Se produce un silencio de varios segundos en el que solo los fantasmas murmuran  algo sobre la muerte por desnutrición. Interrumpe  nuestra paz el cubano, con su típico buen humor:
-     ¿Y ustedes no podrían infiltrarse en un supermercado y traernos algo? Si no lo hacen, me veré obligado a comerme a la niña –Luz se esconde detrás de Mariam-  Yo no quiero morir como ustedes dicen, señores fantasmas.
Vuelve el silencio, pero esta vez producido por la sorpresa. Estábamos convencidos de que los únicos capaces de interactuar con Isaac y Martina éramos Alejandro y yo. Kalahari nos mira de uno en uno, preguntándose qué nos ocurre, pero no se atreve a hablar. Quizás ha pensado que le hemos tomado por loco. Tengo muchas preguntas que hacer, pero no sé cómo empezar a formularlas sin resultar ofensiva. Al final, Stefania se me adelanta:
-     ¿Qué clase de raros ser vosotros tres? Oír fantasma sno normal. Me gustaría abrir vuestras cabezas para investigar.
Gracias a la idea disparatada de la rumana y a los apuros que ha pasado para expresarla, todos empezamos a reír. Así, pasamos toda la tarde discutiendo sobre el motivo de nuestro extraño don. Con grandes vasos de agua conseguimos engañar un poco a nuestros hambrientos estómagos.
Samuel llega a la conclusión de que este poder puede estar producido, en el caso de Álex y el mío, por los golpes que recibimos: él, en la pelea contra la mujer Hirsizlar en el jardín de Casa Cronos; yo, cuando caí al suelo el día que el dios del sueño me secuestró en mi propia casa.
Kalahari nos explica que también estuvo inconsciente una vez. Cuando vino a España buscando el amor, poco antes de que le llamásemos, era un gran aficionado a las bebidas con alto contenido en alcohol. Se emborrachó estando de fiesta en una discoteca y acabó por caerse de la mesa sobre la que estaba bailando "La Macarena". Cayó en un sofá, pero aun así se llevó un buen golpe. Después de este incidente, no ha vuelto a beber.
Zanjamos el tema cuando Stefania explica que lo más probable es que el impacto fuese más leve que los que recibimos Álex y yo y, por eso, el chico solo puede oír a los fantasmas y no verles.
Para llegar a esa conclusión, hemos invertido todo lo que quedaba de tarde (teniendo en cuenta que comimos a las cuatro y media). Jose pide a Mariam y Kalahari que lo acompañen a comprar helados con el dinero que ha sobrado de la comida. Antes de salir, nos dice que era lo que le quedaba de paga. Mañana tendremos que comprar nosotros la comida o “moriréis entre terribles sufrimientos. ¿Me habéis entendido, niñatos anticuados?”.
Miro a Álex, preguntándole si deberíamos seguirles. Niega con un gesto y hace círculos alrededor de su cabeza, refiriéndose al pelo afro de Kalahari. El dios del tiempo confía en él. En realidad, el cubano parece un  buen chico, no creo que permita que Jose le haga nada indecente a Mariam. Tampoco ella se dejaría hacer nada fácilmente.
No tardan más de un cuarto de hora en volver. Kalahari y la diosa del sueño entran los primeros, con una tarrina grande de helado cada uno. Unos minutos después, se oye el chasquido de la puerta al cerrarse y llega Jose con un recipiente en cada mano y un puñado de cucharas en un bolsillo. Al parecer no había suficientes en casa y tuvo que pedirle a su madre.
 Repartimos por parejas los helados: Mariam y Luz con uno de limón (con el que amenazan varias veces a la rumana)*, Samuel y Stefania con el de nata, Kalahari y Jose con uno de... de una cosa muy rara de color azul, y Alejandro y yo con la tarrina de fresa. Debo reconocer que el helado estaba tan bueno que como más que Álex, pero ninguno de los dos se queda con hambre. De hecho, me empacho tanto que juro que no volveré a comer helado de fresa.
No hemos hecho casi nada a lo largo del día, pero estamos todos tan cansados que a las diez empezamos con el reparto de habitaciones.
 A las chicas nos toca el salón, que es la más grande. Por mi brazo herido, todas coinciden en que me debo dormir en el sofá. Yo no quiero, sé que voy a pasar casi toda la noche en vela, pero no merece la pena discutir con Mariam. Los chicos dormirán en el cuarto de invitados, como son solo tres (Isaac no necesita dormir) tendrán bastante espacio. Y, por último, Jose descansará tranquilamente en su habitación.
Estoy preocupada, pues no sé cómo se va a desarrollar el plan de Álex si vamos a estar en habitaciones separadas. Así se lo digo susurrando antes de que el chico suba las escaleras.
-     No te preocupes, yo me encargaré de conseguir el libro. A las once ve a la cocina con cuidado de no despertar a las chicas –asiento y me voy rápidamente al escuchar unos pasos que se aproximan por las escaleras.
-     ¡Vamos, Álex! Acuéstate ya, que si entras más tarde nos vas a despertar a todos –le regaña Samuel.
-     Vale, vale, ya voy –se despide de mí, que observo la escena desde el cuarto de baño, y sube con los demás.
Cuando llegó al salón, Luz ya está profundamente dormida, incluso ronca un poco. Mariam y Stefania me indican con gestos que guarde silencio. Asiento y me despido de ellas con la mano antes de tumbarme en el sofá. Es un mueble antiguo y no demasiado cómodo, pero es mejor que nada. De todas formas, en menos de una hora estará vacío.

*Contado por Alejandro*

No puedo creer que Samuel sea tan confiado. Si es un traidor, debería guardar mejor sus secretos y no dejar la mochila con sus cosas tirada al lado del armario. En cuanto escucho que mis dos compañeros duermen profundamente, me deslizo con sigilo hasta salir de la cama. No me molesto ni siquiera en abrir el bolso, pues el ruido de la cremallera podría despertarles a pesar de quedar disimulado por el barullo de una fiesta cercana. Cargo el peso de la mochila en mi hombro derecho y salgo de la habitación.
Solo son las once menos cuarto, pero cuando llego a la cocina, Andrea ya está esperando sentada a la mesa. Había olvidado que no tiene reloj.
 Está escuchando algo atentamente y guardo silencio para no molestarla. Solo oigo la música de la fiesta y, por la cara de asco de mi amiga, deduzco que la letra de la canción no le gusta demasiado. Aguzo el oído y distingo unas palabras que no creo necesario repetir. Cierro la puerta y, al fin, Andrea empieza a hablar en voz muy baja:
-     Todo ha cambiado mucho en cincuenta años… Incluso la música. Mira lo que han hecho con ella. ¿Qué ha pasado con las baladas de nuestra época?
-     Parece que se han ido deformando hasta llegar a ser algo asquerosamente pervertido. Los tiempos han cambiado… y puede que hayan cambiado a peor.
Nos quedamos callados unos segundos en los que solo la luz de la Luna nos permite vernos las caras. La escasa iluminación y su mirada triste hacen que Andrea tenga un aire misterioso.
Al darse cuenta de que la estoy mirando fijamente, me dedica una sonrisa triste y susurra:
-     Ojalá, cuando volvamos a nuestra época, allí se quede todo tal y como está. Que nunca pase el tiempo –suspira y, algo más animada, se acerca a mí para coger el libro-. ¿Empezamos?
Asiento y la chica empieza a buscar el principio de la historia. Ya no hay vuelta atrás.
 Andrea, ilusionada con la investigación


-------------Nota de Sofía---------------
¡Wiiiii! Me lo estoy currando últimamente, me gustan bastante los capítulos. Aunque la verdad es que este tiene que estar plagado de errores, porque he sido incapaz de repasarlo dos veces, la pereza puede conmigo.
Este dibujo lo tenía reservado para algún capítulo especial, ya que estaba hecho pero no sabíamos dónde ponerlo. Lo ha hecho nuestra querida Andrea Xie (en tuenti, Andrea Nada Más).
Espero que os haya gustado. No tardaré en subir el próximo, tal vez un día o dos.
¡Hasta luego! Y mucha suerte a l@s que tengáis que hacer recuperaciones ^^


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