Intento sacar más información a los
chicos, pero Álex dice que si me cuenta todo “perderá la gracia” y no he
conseguido que me diga nada. Obliga a Isaac a que salga de la habitación y no
me cuente nada y bajan los dos juntos al salón.
No doy más vueltas al tema. Me duele la
cabeza y no me apetece demasiado pensar, así que intento relajarme y seguir
durmiendo. Lo veo complicado, después de todas las emociones que he vivido
durante el día y de las cosas que me han contado Alejandro e Isaac. Aun así, no
tardo más de diez minutos en estar completamente dormida.
-
Andrea. Andrea.
Andrea. Andrea. Andrea… -me parece oír la voz de Samuel, pero no consigo
abrir los ojos. A lo mejor es un sueño.
-
Tío, pareces un disco rayado –oigo decir a otra persona
de voz más grave-. Verás como yo no tardo tanto en despertarla
Alguien me sacude con fuerza y voy
abriendo los ojos lentamente. Ante mí están Jose y Samuel, que parecen llevar
despiertos un buen rato. El segundo parece molesto con los modales del chico
del futuro, pero no replica y se limita a saludarme con la mano.
Su hermana entra a la habitación con un
rollo de vendas en una mano y un desinfectante en la otra. Mira a los chicos y
hace n exagerado gesto de espanto. Se acerca a la cama, suelta las cosas y les
arrastra fuera de la habitación. Cuando ha cerrado la puerta, grita:
-
¿Qué estabais haciendo aquí? ¡Que solo lleva un camisón,
pervertidos!
No había reparado en mi ligereza de
ropa, pero me sonrojo al oír a Mariam.
Se acerca a mí y sin saludarme
siquiera, empieza a quitar el vendaje de mi brazo. Trabaja con cuidado, pero
con cara de asco. Parece que la sangre no le agrada demasiado, pero según me
dijeron la noche anterior la herida estaba cosida y la hemorragia se había
detenido. De pronto, comienza a hablar:
-
Es extraño que el borde ese no nos haya echado ya, con
la de vendas que le estamos gastando. Y eso por no hablar de la comida, el
estropicio del salón y que le hicimos ir a casa de su madre a por el camisón.
Al final va a tener buen corazón y todo.
-
¿No será que está empezando a gustarte? –contesto sonriente.
La diosa del sueño despega la vista de
mi brazo herido y me dedica una mirada asesina. Está algo colorada, no sé si de
ira o de vergüenza.
-
Vuelve a decir algo así y te clavo las uñas en la
herida. Sabes que soy capaz.
-
Oh, perdona. Solo era una broma…
No me contesta y continúa su labor. El
brazo está algo hinchado y me duele cuando aprieta la venda, pero no me quejo.
Parece que Mariam no está hoy de muy buen humor. Me pregunto a qué viene esa
antipatía hasta que reparo en la ropa que lleva puesta.
Por extraño que resulte, lleva puesto
un vestido. Es larguísimo, le llega casi por los pies, pero sea como sea no es
un pantalón ¿Quién la habrá convencido
para que se lo ponga?
Estoy tan concentrada intentando comprender
la situación que no me doy cuenta de que ha terminado de curarme. Ahora me mete
prisa para que coja un vestido que hay encima de la mesita de noche.
Al ver el vestido comprendo mejor lo
ocurrido. Esta prenda me la regaló mi hermano por mi decimo sexto cumpleaños,
pero se quedó en la pastelería cuando me trasladé a Casa Morfeo. El que lleva
Mariam es uno de mi madre, por eso le está tan grande. ¿Para qué habrán ido a
mi casa?
Me visto con cuidado para no hacerme
daño y justo cuando he metido el brazo herido en su manga correspondiente,
alguien llama a la puerta. La diosa del sueño se sobresalta como cuando un
perro escucha un tiro y, sin esperar a que me ponga los zapatos, me coge del
brazo bueno y baja corriendo las escaleras. Me cuesta seguirle el ritmo, pero
consigo llegar a la planta baja sin caerme.
Todos están agolpados delante de la
puerta y Jose intenta abrirse paso para llegar a ella a través del estrecho
pasillo. Abre dando varias vueltas a una llave y quitando un cerrojo, unos
segundos en los que todos están muy nerviosos. Supongo que el visitante es el
nuevo miembro de nuestro grupo, pero aún estoy medio dormida y no soy capaz de
emocionarme tanto como ellos.
Cuando se abre la puerta, la luz inunda
el pasillo en el que todos estamos, haciéndonos entornar los ojos. En la puerta
hay un chico más o menos de la edad de Álex, de pelo rizado y piel oscura.
-
¡Hola! ¿Qué tal andan? Yo soy Kalahari, hijo de los
dioses de las piedras –se presenta con un extraño acento.
-
Pasa, amigo. Están un poco impactados, pero es que
vienen del año de la polca y no están acostumbrados a ver gente de color.
-
Tiempos de dictadura, que cosa tan terrible.
Entra en la casa y se sienta en el
salón con todos nosotros. Tenemos que hacerles muchas preguntas sobre el tiempo
en el que ellos viven, tanto a Kalahari como a Jose. Desde luego, es demasiado
diferente a nuestra época.
------------Nota de Sofía-----------------
Es muy corto, lo sé, pero tengo mucha prisa. Disculpad.
Jo,es corto T.T Pero no por ello no es genial jajaja ^^ Me hizo gracia lo de llamarles pervertidos xDDD Me he reído bastante jajaja Ya sabes,esperando el siguiente ^^
ResponderEliminar¡Un beso!
Es que tenía mucha prisa, mi madre me estaba pegando voces desde el salón *-* A ver si consigo acabara alguno en paz.
ResponderEliminarYo también me reí mucho imaginando lo del los pervertidos me habría gustado verlo xD
Me alegro de que te haya gustado.
¡Un beso!